LA VUELTA

Las alas rotas de Nairo Quintana: "Voy tirando, la realidad me dirá"

El ciclista colombiano, que continúa sin equipo tras su positivo por tramadol, se dejó caer por la salida de La Vuelta en Andorra La Vella, mostrándose lacónico ante los medios.

Nairo Quintana en un acto reciente en Colombia. /EFE / MAURICIO DUEÑA
Nairo Quintana en un acto reciente en Colombia. EFE / MAURICIO DUEÑA
Fran Reyes

Fran Reyes

Andorra La Vella. - Está fino como si fuera a competir, pero no viste maillot sino un polo blanco que delata que, hoy por hoy, sólo se representa a sí mismo. En lugar de sucinto y concentrado, se muestra dicharachero y conversador. Se encuentra con sus amigos: con los técnicos y ciclistas que forman el pelotón. Como tantos ciclistas residentes en Andorra, Nairo Quintana se ha dejado caer por la salida de la 4ª etapa de La Vuelta. Sólo que su presencia, a diferencia de la de Juanjo Lobato, Louis Meintjes o Esteban Chaves, despierta extrañeza porque, aunque él sigue siendo él, esta casa ahora mismo no es su casa.

El año pasado, Nairo Quintana (1990, Cómbita) dejó Mónaco para instalarse en Andorra. "Hoy La Vuelta sale literalmente de la puerta de mi hogar, y no podía faltar para saludar a los amigos", sonríe en una entrevista para Eurosport en la que participan Relevo y GCN. "Y debería haber venido más temprano, para poder saludar a todos". El colombiano, ganador de un Giro y una Vuelta, podio en tres Tours de Francia y uno de los mejores escaladores y especialistas en rondas por etapas del siglo, ídolo de masas en su país, es un ciclista sin equipo desde su positivo por tramadol, una sustancia en vías de prohibición. Se anunció precisamente en vísperas del inicio de la pasada Vuelta; justo después de que su entonces escuadra, Arkéa-Samsic, publicara su renovación, que se canceló con efecto inmediato.

"No llevar el dorsal se hace extraño, pero estoy contento de poder estar en el entorno y poder ver a los colegas". Se expresa en voz muy baja, lacónico. "He estado todo el año entrenándome muy bien, buscando una buena oportunidad para regresar a la competición". No la ha encontrado todavía, y doce meses son muchísimos en el deporte de alto nivel. Tanto que, ya en enero, se especuló con una retirada que hoy por hoy no contempla.

"Seguimos luchando en lo que creemos y para eso estamos aquí. Voy tirando. Haciendo todo lo posible, dentro de mis capacidades. Dentro de mi esperanza y mi ser espero volver. La realidad me dirá". Quintana continúa trabajando con su mánager de siempre, Giuseppe Acquadro. ¿Qué les dicen los equipos cuando ofrecen sus servicios? "Simplemente damos nuestra…", vacila. Tarda cinco segundos encontrar una respuesta: "… Les damos nuestra posibilidad de hacer parte y de seguir luchando por la oportunidad de estar ahí en la competición". ¿Y son productivas las conversaciones? "Esperamos que lo sean para el próximo año".

Tras apostar como Jonas Vingegaard como "rival a batir" en esta Vuelta, Nairo se toma una foto con un aficionado colombiano. Al ver su figura perderse entre conversaciones cariñosas, alguien comenta la existencia de lo que él da en denominar como 'el síndrome de las alas rotas': el vacío que sienten quienes se definen como deportistas de alto nivel cuando se retiran y comprueban que el mundo sigue girando sin ellos. En la salida de Andorra La Vella, las alas de Nairo se antojaban efectivamente rotas.