CICLISMO

Un héroe romántico llamado Thibaut Pinot que se retira "a su madriguera"

El ciclista franquicia de Groupama-FDJ disputó hoy su última carrera como profesional.

Thibaut Pinot firma la victoria en la cima del Tourmalet, en el Tour de Francia 2019. /ASO / PAULINE BALLET
Thibaut Pinot firma la victoria en la cima del Tourmalet, en el Tour de Francia 2019. ASO / PAULINE BALLET
Fran Reyes

Fran Reyes

Hace once años, Thibaut Pinot contaba sólo 22 en su DNI; estaba debutando en el Tour de Francia, y en una gran vuelta. En una jornada de media montaña que escapaba de Alsacia en dirección a Suiza, él se escapó del pelotón y del ciclismo y de la lógica en general para anotarse una victoria de etapa impresionante, éxtasis en Porrentruy, inolvidable porque los gritos que su director y mentor Marc Madiot le dedicó desde el coche del equipo FDJ son indelebles en cualquier memoria.

El día antes de aquel éxtasis en Porrentruy, la Grande Boucle había estrenado La Planche des Belles Filles, el puerto de Pinot, el que parte desde su pequeño pueblo, Mélisey. El cóctel de emociones fue tremendo, y las burbujas duraron hasta que el ciclista galo subió al podio de los Campos Elíseos ataviado con el maillot blanco de mejor joven y encumbrado como héroe romántico para una Francia rural que todavía no sabía que se iba a identificar con él por contraste con el cerebral y urbano Romain Bardet.

Pinot, Pinot, Pinot… Ocho años más tardes de aquel éxtasis en Porrentruy, Mélisey y La Planche des Belles Filles se vestían de gala por quinta vez en menos de una década para recibir al Tour de Francia con una cronoescalada que todos recordamos porque Tadej Pogacar birló el maillot amarillo al Primoz Roglic del casco torcido. Pinot, Pinot, Pinot… era lo que ponía en cada metro de ascensión. El pueblo recibía a su héroe romántico, roto desde que una caída de Niza le fastidió la espalda, emperrado en terminar la Grande Boucle porque no podía fallar a sus paisanos. Fue 19º aquel día, y es incomprensible que lo consiguiera en semejante estado físico.

Aquel éxtasis de Porrentruy hizo cierto daño a Thibaut Pinot porque disparó la imaginación de toda Francia, medios, afición y patrocinadores, que soñaban con un ganador de Tour y alimentaron sus expectativas en 2014 al verle de nuevo en el cajón de París, esta vez como tercer clasificado de la general final. No volvió a acercarse a esas cotas: sólo en 2019. Ganó la etapa del Tourmalet, era 5º a falta de dos etapas de montaña. Y de repente se lesionó, y de repente se retiró entre lágrimas, tan humano.

"Nunca me he preguntado por qué me lesioné en aquel Tour". Lo dice en L'Équipe hoy, jueves 12 de enero; el día que anuncia una retirada programada dentro de nueve meses en Il Lombardia. "Fue un signo de la vida para decirme que no estaba hecho para ganar un Tour de Francia. Nunca he querido tener la vida de un campeón".

Thibaut Pinot sueña. "Después de dedicar un tercio de mi vida a la bicicleta, ahora quiero dedicárselo a mi otra pasión: la naturaleza". Él, héroe romántico, que consagra sus pretemporadas al esquí de fondo; él, héroe romántico, que vive en su pueblo y cuida de ovejas, corderos y burros; él, héroe romántico, que durante el confinamiento vivió "los tres mejores meses de mi vida" porque las circunstancias obligaban a renunciar a la prisa; él, héroe romántico, que quiere montar una posada para recibir huéspedes en su granja. Él, héroe romántico.

Y sin embargo, aunque no quiso una "vida de campeón", Thibaut Pinot lo ha sido. Ganador de etapa en las tres grandes vueltas: aquel éxtasis de Porrentruy, Tourmalet, Alpe d'Huez, Lagos de Covadonga, Asiago. Ganador de una edición de Il Lombardia, su Monumento favorito y donde hoy ha puesto punto y final a su carrera deportiva. Protagonista de mil escenas inolvidables; la última, su llanto al imponerse en una etapa del Tour de los Alpes después de tres temporadas sin ganar. Ahora, dice, le ha llegado el momento de retirarse "a su madriguera". A los aficionados nos queda no olvidar lo que fue.