Clarke y De Marchi: cuando "correr para ganar" te aboca a perder
La escapada del día murió a 300 metros de meta después de 154 kilómetros de esfuerzo para alegría de Mads Pedersen.

Alessandro de Marchi y Simon Clarke se conocen. Los dos cuentan 36 años de edad y una década en la élite del ciclismo. Han compartido nada menos que 316 días de competición desde que eran Sub-23 hasta hoy; también equipo, el año pasado, en Israel – PremierTech. El australiano llegó a la escuadra como fichaje de última hora, en enero, y devolvió la confianza ganando una etapa en el pasado Tour de Francia. El italiano vivió la situación contraria: se marchó este invierno tras una temporada de problemas físicos, estuvo meses implorando un nuevo destino, y lo encontró con Jayco-AlUla en noviembre, tarde pero a tiempo. En la sexta etapa del Giro de Italia, han vuelto a cruzar sus caminos en la escapada.
Un kilómetro para la meta de Nápoles. Llevan 153 escapados: los 100 primeros con compañía; los demás, mano a mano. Han sabido manejar los tiempos, las piernas y el cronómetro: cuentan con opciones reales de triunfar ante un pelotón que se acerca, devorando los segundos de ventaja como si fueran pipas. Clarke pide relevo a De Marchi y éste niega con la cabeza. Es cierto que le ha costado volver a entrar en su rebufo después del último cambio, pero hay algo más. El pelotón se abalanza y les engulle a 300 metros de meta. La victoria que parecía suya acaba en el palmarés de otro.
"Corremos para ganar". Lo dice De Marchi en un canutazo después de abrazar a Clarke, que llora desconsolado a espaldas de su excompañero. "En los metros finales, he hecho lo que no había hecho en toda la fuga: escaquearme de un relevo. Él es más rápido que yo y mi única opción de victoria era hacerle lanzar el sprint de lejos y remacharle". Repuesto Clarke, la marabunta de reporteros le apunta con sus micrófonos. "Ése es el juego", acepta el australiano con deportividad. "Pese a todo, debo darle las gracias. Sin él, no hubiera llegado tan lejos". Corriendo para ganar, acabaron perdiendo. Después de impedir la victoria del otro, acabaron abrazándose. Eso es el ciclismo; eso es el deporte.
Exciting, thrilling, heartbreaking. Here's the last km of stage 6 of the Giro d'Italia 2023. 🔻
— Giro d'Italia (@giroditalia) May 11, 2023
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Struggente, emozionante, esaltante. L'ultimo km della tappa 6 del Giro d'Italia 2023.🔻#Giro #GirodItalia @Expo2030Roma pic.twitter.com/Wc6ZnyDyVY
"Lo han hecho muy bien", les avala el vencedor Mads Pedersen (1995, Tølløse); "gracias a ellos, el día ha sido muy intenso". En una época de transición en que el pelotón carece de un sprinter de referencia, el danés se está destacando como un velocista cada vez más fino, completando la fuerza bruta con técnica y habilidad. Están muy lejos la época en que Marcel Kittel, André Greipel, Peter Sagan o Mark Cavendish culminaba la temporada con más de 20 victorias: cada vez hay menos 'volatas' por los designios de los organizadores y cada vez son más caóticas por cómo se han igualado las fuerzas en el pelotón, del cual no emergen patrones ni para lanzar las llegadas ni para rematarlas.
Pedersen fue campeón del mundo muy pronto, en la húmeda y fría cita de Yorkshire 2019. Un arcoíris prematuro del cual se hace merecedor con cada victoria, con cada demostración de potencia y talento. El danés ha conseguido completar en menos de un año lo que otros persiguen sin éxito a lo largo de toda su vida deportiva: alzar los brazos en las tres grandes vueltas. Exactamente 300 días superan su victoria en Saint-Étienne fuga mediante en el Tour de Francia de su triunfo en Nápoles en este Giro; por el camino, tres éxitos en la Vuelta registrados en Montilla, Tomares y Talavera de la Reina.
Just saying @PepTeam…. pic.twitter.com/lKcHj06hHo
— Phil Lowe (@Lowe_Profile_) May 11, 2023
El otro foco de atención del día fue Remco Evenepoel. El campeón del mundo, primer 'maglia rosa' y máximo favorito a la victoria final con permiso de Primoz Roglic, sufrió dos caídas en la víspera, camino de Salerno: una provocada por un perro y otra por un despiste que le llevó a hacer el afilador con un ciclista de Trek-Segafredo. Pese a acusar "molestias en el sacro" y "un hematoma en la espalda", el belga se plantó en el control de firmas con ganas de dar toques a un balón de fútbol, deporte que practicó a gran nivel hasta los 16 años, para algarabía de los aficionados locales, 'tifosi' enamorados de la pelota gracias al Scudetto recién conquistados por el Nápoles. Su día transcurrió bien, sin percances ni dolores excesivos.
Todo ello en vísperas del primer final en alto serio de la 'corsa rosa'. Tras el aperitivo del martes en el Lago Laceno, el pelotón afrontará este viernes el reto de ascender hasta los 2.130 metros de altitud del Gran Sasso d'Italia: una subida larga y tendida que sólo repunta en los últimos cinco kilómetros. El líder de la general, Andreas Leknessund (Team DSM), defenderá 28" de renta sobre Evenepoel, con el resto de favoritos más allá del minuto de desventaja.