BOXEO

Maravilla Martínez recuerda la llamada de Maradona en su pelea más importante: "Lloré, me ahogué"

Sergio 'Maravilla' Martínez repasa su carrera en Relevo y nos habla de su próximo objetivo: volver a ser campeón mundial a los 48 años.

Maravilla Martínez posa para un retrato durante la entrevista a Relevo /Salvador Fenoll
Maravilla Martínez posa para un retrato durante la entrevista a Relevo Salvador Fenoll

Sergio'Maravilla' Martínez (Quilmes, 1975) entró cojo en unas aguas termales en Argentina en 2018 y salió nuevo. "Me lo habían recomendado muchas veces y, por tanta insistencia, fui. No creo en los milagros, pero eso pareció serlo. Después me lo explicaron científicamente. La composición de ese agua mató dos bacterias que tenía en la rodilla. No podía hacer vida normal. Una vez que la bacteria desapareció el dolor lo hizo con ellas", reconoce el argentino a Relevo. Llevaba retirado del boxeo profesional desde 2014, pero cuando regresaba a Buenos Aires tras el tratamiento bromeaba en el coche con volver al pugilismo.

Sergio Martínez habla a Relevo sobre su carrera y su futuroSalvador Fenoll

"Perder contra Cotto (su último combate) fue liberador", admite sin titubeos. Maravilla vivió un calvario debido a esa lesión en su rodilla derecha. En los cuatro años que había estado retirado se centró en su carrera de actor, hizo monólogos… pero extrañaba el boxeo. "Había algo que le faltaba a mi vida, algo que tuve durante casi 20 años. Era tener un propósito al levantarme, superarme, un objetivo que alcanzar… Necesitaba recuperar el orden en mi vida. En esos momentos, una persona cercana me dijo que no podría regresar y eso era lo único que me faltaba para dar el paso", añade el púgil.

Martínez había sido nueve veces campeón mundial (contando solo los de los cuatro principales organismos y sumando interinatos y WBC Diamante) y gracias a su buena gestión tenía la vida resulta económicamente hablando, pero "contaba con otras necesidades que no se resolvían con dinero". El argentino, eso sí, quiso volver de una manera muy diferente. La parte final de su carrera no le traía un buen recuerdo, por lo que buscó empezar de cero. Madrid fue su refugio. En una pequeña escuela de Vallecas se citó con Tinín Rodríguez, un entrenador más joven que él, pero que contaba con gran experiencia al que Maravilla lo conocía gracias a su promotora. No dudó y le eligió.

Los plazos que se marcó fueron muy ambiciosos. Empezó a entrenar en serio a principios de 2019. La idea era pelear en seis meses contra Julio César Chávez Jr. "Era una manera de ayudarnos. A él en cuanto a salud (el mexicano ha tenido reiterados problemas con alcohol y drogas) y a mí para ordenar mis ideas", recuerda. Ese pleito nunca se dio. El excampeón mundial, eso sí, logró volver a tener una rutina saludable y se puso en forma. Cuando llegó al gimnasio estaba por encima de los 100 kilos y su plan era pelear en peso medio (72,5 kg).

De las negociaciones fallidas se pasó a la pandemia, pero la chispa se había vuelto a encender para Maravilla. En agosto de 2020, tras seis años retirado, volvió. Lo hizo ganando por KO y cambiando su plan. "La idea era regresar para un combate y demostrar que podía, pero me vi bien y quise seguir. En muy poco tiempo me encontré ranqueado por la Asociación Mundial de Boxeo. Dos años y medio después, tengo un Mundial antes de doblar la esquina", afirma instantes antes de comenzar un nuevo entrenamiento. En la pared del gimnasio vallecano cuelgan muchos recuerdos de todos los boxeadores que han pasado por allí. Justo debajo del reloj que marca el tiempo de cada asalto hay tres fotos de Martínez y su nuevo entrenador tras la pelea de su regreso. No hay mejor metáfora. El tiempo no corre para el de Quilmes.

"En el boxeo es fundamental tener carencias para luchar por tu propia supervivencia", admite. En su caso, las carencias que todos podemos pensar las tiene cubiertas, pero ahora lo único que intenta es superarse. No vive del pasado. Maravilla es uno más en el gimnasio. Saluda, habla y bromea con todos los alumnos de la escuela con los que coincide. Es Sergio, simplemente. Su sencillez se resume en una anécdota con sus títulos mundiales. "Debería ser más agradecido con ellos", admite con una sonrisa tímida mientras se tapa la cara con la mano. "Un cinturón se perdió, otro no sé quién lo tiene… y el resto están amontonados en una mesita donde no molestan. El recuerdo vale más que la chapa", añade.

El récord de Bernard Hopkins, a tiro

Nueve veces alzó un Mundial, pero quiere uno mas. Para ello todavía le queda camino que recorrer. "Mi próxima pelea quiero que sea en Argentina y así será. La idea es que la haga a finales de marzo", apunta. Ese pleito no será por el Mundial, pero si gana podría llegarle al fin la oportunidad que tanto persigue (ha disputado cinco peleas desde su regreso). Con los plazos que maneja, Martínez se quedaría a un paso de hacer historia.

El 21 de febrero cumple 48 años y el récord de Bernard Hopkins está a tiro. El estadounidense es el púgil más longevo en proclamarse campeón mundial por uno de los principales organismos. Ganó la faja IBF del semipesado con 48 años, un mes y 23 días (lo mantuvo hasta los 49 años, 9 meses y 22 días). Puede superarlo, aunque "no lo tiene presente". "Ni me digas la fecha exacta", pide entre risas. "Si hoy me retiro sin volver a pelear ya habría hecho historia. Con eso me quedo", asegura.

El objetivo es claro, pero el paso del tiempo pone la duda lógica sobre su espalda. "No hay comparación. Ahora soy mucho más feliz que cuando era campeón. En ese momento estaba en una vorágine que no veía nada. Esa época no la quiero ni recordar. Ahora, pese a ser más mayor, soy muchísimo mejor boxeador. Dentro del ring soy infinitamente mejor que antes. Tengo más sabiduría. Con Tinin es espectacular, cada día aprendo cosas. Ahora tengo mayor bagaje técnico y táctico. Antes contaba con potencial, pero sabía muy poquito. Soy mucho mejor que antes", admite.

Sergio es un hombre feliz y esa es su única premisa. No olvida ni de dónde viene ni lo que le costó llegar a la cima. Nació en una familia humilde y comenzó a boxear por influjo de su tío, con quien compartía el bucal hasta que debutó de profesional. Abandonó Argentina "por hambre" siendo ya un púgil reputado. Vino a España para buscar un mejor futuro. Le costó y estuvo cerca de no lograrlo. Tuvo que compaginar el boxeo con los trabajos que iba encontrando hasta que su vida cambió.

Era jueves 12 de junio de 2003 cuando su teléfono sonó. Le ofrecieron disputar nueve días después el cinturón IBO (título de un organismo menor) en Inglaterra. Esa misma mañana había podido comer gracias a que fue a una iglesia a recoger alimentos. Aceptó al instante. El 21 de junio ganó a Richard Williams y su vida cambió. Pasó a ser uno de los mejores de su peso y el boxeo era ya su único su trabajo. "Es el mejor día de mi vida", reconoce con los ojos vidriosos.

El día que Maradona le llamó por teléfono

Martínez no es un hombre que se emocione con facilidad y durante toda la entrevista solo volvió a tener un brillo especial en sus ojos al recordar la mañana en la que ganó a Julio César Chávez Jr. (15 de septiembre de 2012). "Sonó el teléfono y era Diego (Maradona). ¡Me había llamado a mi teléfono! Primero lloré, luego me ahogué, después intenté hablar y no podía… al final pude hacerlo, pero pasó un rato. Mientras Diego me alentaba cantando junto con la gente que estaba con él", recuerda. Su sueño lo había cumplido años antes, pero estando en la cumbre, el niño que un día fue conoció a su ídolo. Un momento más para su historia.

Sergio Maravilla Martínez recuerda el día que recibió la llamada de Maradona.Salvador Fenoll

"Me gustaría ser recordado como un púgil que le dio integridad al boxeo", concluye tímido mientras cruza la puerta del gimnasio para ir a su casa y continuar escribiendo una obra de teatro que él mismo quiere protagonizar. Su vida es la de un superviviente soñador. Por muy alta que sea la meta, él quiere llegar. Elige soñar.