BOXEO

Pedro Díaz: "Imane Khelif es una líder y un símbolo para las mujeres del mundo"

La eminencia en el boxeo y entrenador de la oro olímpica recuerda en Relevo cómo fueron los Juegos Olímpicos de París y el futuro de Imane Khelif.

Imane Khelif, y Pedro Díaz, en su entrada a la final olímpica de París 2024./Getty Images
Imane Khelif, y Pedro Díaz, en su entrada a la final olímpica de París 2024. Getty Images
Álvaro Carrera

Álvaro Carrera

En la esquina más silenciosa de un gimnasio en París, mientras el ruido del mundo intentaba colarse por todas las rendijas, Pedro Díaz preparaba a Imane Khelif para una de las batallas más importantes de su vida. No solo estaba en juego una medalla olímpica; también se jugaba el derecho a ser, a estar y a existir en igualdad. "Imane Khelif es una líder y un símbolo para las mujeres del mundo", dice, a Relevo, Díaz. Lo hace con esa mezcla de serenidad y convicción que solo tiene quien ha estado en lo más alto… y ha vuelto. Él la protegió del escándalo, del juicio público y del ruido injusto que la rodeó, blindándola con entrenamientos, rutinas y humanidad.

Pedro Díaz no necesita presentación entre los grandes del boxeo. Forjado en la escuela cubana, ha estado detrás de 22 medallas olímpicas y ha trabajado con 21 campeones mundiales profesionales como Miguel Cotto, Guillermo Rigondeaux o Félix Díaz. El cubano fundó Mundo Boxing, un centro de alto rendimiento, en Miami, en el que busca formar boxeadores olímpicos y profesionales combinando ciencia del deporte, técnica cubana y desarrollo integral del atleta. El plano deportivo de alto nivel se complementa con una faceta social que impulsa proyectos comunitarios y educativos a través del noble arte.

Su currículum impresiona, tiene mucha experiencia, pero en París, con Khelif, tenía claro que el reto era distinto a cualquier otro. "Era más que una pelea, más que una preparación física. Ella necesitaba una coraza mental para poder rendir. Tuve que sacarla de la Villa Olímpica (entrenábamos en un gimnasio de un amigo a puerta cerrada), quitarle el teléfono, aislarla del mundo para que solo escuchara cosas positivas", cuenta el entrenador. La tarea no era solo técnica, también era emocional y simbólica.

La argelina había llegado a su equipo en febrero de 2023. Pedro la estudió y vio condiciones. Aceptó entrenarla para los Juegos Olímpicos de París y diseñó un plan que tocaba todas las dimensiones del alto rendimiento. Todo fue bien… hasta que sonó el ruido. Días antes de su debut, la Asociación Internacional de Boxeo (IBA, por sus siglas en inglés) denunció que, según unos informes propios, la boxeadora presentaba "altos niveles de testosterona" y por eso la había descalificado del Mundial de 2023. Críticas, rumores y noticias sin base científica empezaron a cuestionar su presencia por motivos ajenos al deporte.

Nunca llegaron a presentar nada en claro, y es que la expulsión de la IBA del movimiento olímpico pudo estar detrás de todo. Querían notoriedad, y la tuvieron. El Comité Olímpico Internacional, organizador del boxeo en los Juegos Olímpicos, nunca puso trabas a la argelina y, con el paso de los meses, ha quedado demostrado que la razón estaba de su lado. Díaz no lo dice con aspavientos, pero lo deja claro: "¿Por qué ahora? Imane peleó en Tokio 2020 y perdió contra la bicampeonato irlandesa o cuando ella cayó nueve veces seguidas… había algo raro, pero ahí tuvimos que sacar la experiencia. Mi objetivo es preparar campeones. Sea Imane, seas tú o sea cualquier otra persona. Yo doy alma, corazón y vida por cada uno. El resto, el ruido, las guerras entre organismos, no es mi guerra. Mi guerra se libra en el ring, y ahí, Imane ganó todas las rondas".

Y el oro llegó. Cinco peleas impecables. Ni un solo asalto perdido. En la final, venció con claridad a la campeona mundial de 2023 (Khelif fue excluida antes de las semifinales), la china Yang Liu. No hubo dudas. Khelif, la niña que tuvo una infancia difícil pero que amaba el boxeo, tocó el cielo de París con los puños. "El resultado lo puso Dios en su camino. Lo que hizo fue extraordinario", afirma Díaz. El mérito no fue solo suyo, insiste, sino de todo un equipo: de su esposa, que gestionó sus redes cuando la presión mediática se volvió insoportable; de los entrenadores que la acompañaron en cada paso, y de la propia Imane, que entrenaba con el corazón. "Nunca se quejaba, nunca se cansaba. Es increíble verla trabajar".

Más allá del logro deportivo, Khelif se convirtió en un fenómeno de representación. Su historia inspiró a miles de niñas y mujeres que vieron en ella un ejemplo de superación, fuerza y dignidad. "Entre mis grandes medallas, esta ha sido un lujo para las mujeres del mundo", confiesa Pedro Díaz sin rodeos antes de mirar al futuro con claridad: ahora se preparan para el Mundial de Liverpool (organizado por World Boxing, el organismo que actualmente regula el boxeo mundial), pero también evalúan el salto al profesionalismo. "Sus managers están esperando una buena oferta para hacerlo. Ella tiene todo el potencial para ser campeona mundial indiscutida en el campo rentado. Además, si pelea allí y va sacando la licencia en Inglaterra, Las Vegas, Nueva York… le harán estudios integrales de nuevo, volverá a la cima de la opinión pública y eso le permitirá demostrar otra vez que todo lo que se ha dicho era falso", responde con templanza el cubano.

Para su próximo objetivo, Díaz y Khelif están haciendo un campamento en Madrid. El cubano tiene una excelente relación con Manel Berdonce, exseleccionador español, por lo que quiso pasar varias semanas entrenando en su gimnasio (Berdonce Boxing Studio). "Estamos aquí porque me gusta que se vaya aclimatando bien a los horarios, pero sobre todo porque este lugar inspira. Imane merece lo mejor. Hay algo especial en ella". Además, han aprovechado el viaje para trabajar con las integrantes de la selección española, conjunto que ahora tiene sede en Murcia. El objetivo era crecer e intercambiar experiencias para seguir fortaleciendo el boxeo femenino.

Pedro Díaz, Imane Khelif y Manel Berdonce, tras un entrenamiento.
Pedro Díaz, Imane Khelif y Manel Berdonce, tras un entrenamiento.

Khelif sigue trabajando en silencio, sin alardes, cómo quien forja su leyenda a golpe de constancia. No necesita levantar la voz para ser escuchada: su sola presencia habla por cientos. En cada entrenamiento, en cada mirada firme antes del combate, se dibuja una figura que ya no pertenece solo al cuadrilátero, sino a todas las mujeres que alguna vez dudaron de su lugar. Porque Imane no solo boxea: resiste, representa e inspira.