BOXEO

Canelo cumple con tedio en Arabia Saudí y confirma su pelea contra Crawford

El mexicano derrotó por decisión unánime a Williams Scull. Vuelve a ser indiscutido en el peso supermedio. El 12 de septiembre tendrá el esperado duelo ante Terence Crawoford.

Canelo Álvarez, tras su victoria sobre Scull./DAZN Boxing
Canelo Álvarez, tras su victoria sobre Scull. DAZN Boxing
Álvaro Carrera

Álvaro Carrera

En la madrugada, mientras la ciudad de Riad veía amanecer, Saúl "Canelo" Álvarez subió al ring con la serenidad de quien sabe que su legado está en juego cada vez que lanza un jab. A más de 13.000 kilómetros de su tierra natal, el mexicano se presentó por primera vez en Arabia Saudí, no como visitante, sino como figura central de una noche pensada para la historia.

La ANB Arena, imponente en su modernidad, acogió un combate más estratégico que eléctrico. Frente a él, William Scull, el cubano invicto, plantó una defensa cerrada, férrea, que convirtió el pleito en un duelo de paciencia. El espectáculo fue austero, contenido, casi sobrio. Pero dentro de esa sobriedad, Canelo encontró su dominio. Supo cuándo presionar, cuándo esperar, y sobre todo, cómo no perder el control de la pelea.

El reloj marcaba pasaba de las 6 de la mañana en Arabia cuando comenzó el combate. Un horario inusual, adaptado a las audiencias de México y Estados Unidos, que no impidió que miles de fanáticos lo siguieran desde todos los rincones del mundo. Sin embargo, el ritmo del combate distó del fervor habitual: hubo más cálculo que coraje, más precisión que pólvora.

Las tarjetas dejaron poco espacio a la polémica: 115-113, 116-112 y un contundente 119-109. No fue una victoria abrumadora, pero sí clara. Álvarez volvió a hacerse con el cinturón de la IBF, el único que había perdido fuera del ring, y reafirmó su condición de campeón indiscutido del peso supermediano.

"No fue la pelea que esperaba, pero hice lo necesario para ganar", dijo el mexicano en la entrevista posterior, aún con el torso empapado en sudor y los guantes marcados por la repetición de los golpes. "Scull es un rival complicado, muy defensivo. A veces hay que pelear con inteligencia, no con desesperación".

En el séptimo asalto, los abucheos del público dejaron claro que esperaban más acción. En el décimo, incluso el árbitro instó a ambos a mostrar mayor iniciativa. Pero Canelo no se dejó arrastrar. Sabía que una guerra abierta podía ser más espectáculo, pero también más riesgo. Y él ya no está para demostrar con sangre lo que puede resolver con experiencia.

A sus 34 años, Saúl Álvarez pelea distinto. Ya no lo mueve la necesidad de convencer, sino la de conservar. Es un boxeador que se piensa como arquitecto de su propio legado, y por eso elige cuándo arriesgar. Esta victoria, sin dramatismo, lo coloca de nuevo en la cima absoluta de la división.

Terence Crawford, próximo reto

Terence Crawford es más que un retador. Es una amenaza histórica. Campeón indiscutido en peso superligero y wélter, busca ahora hacer lo impensable: conquistar una tercera división como rey absoluto. Y la única puerta hacia esa hazaña es Canelo Álvarez.

"Esta pelea puede ser incluso más grande que las que tuve contra Mayweather o Golovkin", dijo el mexicano días antes del combate con Scull. "Crawford es uno de los mejores de esta era. Enfrentarlo será un honor, pero también una guerra. Yo ya estoy listo".

La fecha está marcada: 12 de septiembre, en el Allegiant Stadium de Las Vegas. Será una noche patriótica para los mexicanos (cercana a la fiesta nacional mexicana), una noche de alto voltaje, donde se enfrentarán dos generaciones, dos estilos, dos maneras de entender el boxeo. El careo posterior al duelo encendió a los fans. Independientemente de la diferencia de tamaño a favor del tapatío, el duelo paralizará todo. Y eso ya es algo importante para Canelo, quien ha visto como sus últimos duelos han perdido interés.

La apuesta de Canelo y Crawford en la capital del juego es absoluta. Quieren agrandar su legado y arriesgan. Ese es el punto que marcará el año del tapatío, la noche atípica de Arabia será recordadas como una transición. Una pelea sin estruendos, con la elegancia fría de un combate entre dos expertos. Una prueba más de que Canelo, más allá de su potencia o su fama, es un artesano del cuadrilátero. Lo importante es cumplir hasta en los días malos y lo volvió a hacer.