La nueva vida de Yao Ming, el gigante que 'adulteró' los All Star y puso a China en el mapa NBA
El pasado mes de octubre renunció al cargo de presidente de la Federación china y se mantiene como empresario de kickboxing.

El nombre de Yao Ming sigue siendo ley en la NBA y, por supuesto, en el baloncesto chino. El gigante de 2,31 situó al país asiático en el mapa de la mejor liga del mundo y a diferencia de Wang Zhizhi y Mengke Bateer -los dos primeros jugadores chinos en derribar la puerta de una NBA reticente a fichar jugadores procedentes de la República Popular de China por los conflictos políticos con el país- lo hizo para dejar huella. Una enorme, por cierto.
Yao aterrizó en la NBA en la temporada 2002 y lo hizo no exento de polémica. Hijo de Fengdi Fang, antigua capitana de la selección femenina de China, Ming tuvo que salvar no pocos obstáculos para llegar a Estados Unidos. Primero los físicos. Las continuas lesiones, especialmente en los pies, ponían un gran interrogante sobre su idoneidad para jugar en la NBA. De hecho se miraba más sus dolencias que sus números (38,9 puntos y 20 rebotes de media en su última temporada con los Shanghai Sharks) a la hora de escrutar su rendimiento.
A su historial médico hay que añadirle las connotaciones políticas de un fichaje de esa envergadura. A pesar de las experiencias de Zhizhi y de Bateer, con Ming China reclamaba algo más. Porque sí, en el fichaje de Yao entró un gobierno que reclamaba que Yao pudiera seguir vistiendo la camiseta de la selección nacional en todos los torneos y, sobre todo, que fuera elegido como número 1 del draft. Dicho y hecho.
David Stern, entonces comisionado de la NBA, no ignoraba el potencial comercial y de marketing de Yao y los Rockets terminaban escogiendo a Ming como número 1 del draft de 2002 por delante de Jay Williams y Mike Dunleavy y en el que figuraron nombres como Amare Stoudemire, Carlos Boozer o Juan Carlos Navarro. Una decisión extraña que atendía a implicaciones que iban más allá del deporte.
Yao había mostrado todo su potencial en la liga de su país y en los torneos internacionales en los que debutó dos años antes en los Juegos de Sidney. Sin embargo, ahora le tocaba hacerlo en las ligas mayores. Una NBA a la que no le importaba el pasaporte y que le iba a exigir desde el primer minuto. Por eso, cuando en sus primeros partidos Ming chocó de frente con la dureza de las defensas NBA, las críticas no tardaron en llegar.
Especialmente por parte de un Charles Barkley que se apostó un beso en el culo de un burro a que Yao no anotaría 20 puntos en toda en su carrera. Un órdago que la leyenda de la NBA tuvo que pagar apenas unas horas después, cuando el pívot chino arrasó a los Lakers con 20 tantos con un extraordinario 100% de acierto de cara al aro rival, defendido por un tal Shaquille O'Neal.

Ese partido puso a Ming en el radar del mundo, pero no de China que le conocía de sobra. Así lo demostraban las audiencias de sus partidos (otro duelo con Shaq congregó a más de 500 millones de personas frente al televisor) y sus votos para el All Star. Yao fue ocho veces 'all star' en sus nueve temporadas en la liga y en siete ocasiones estuvo en el quinteto titular, algo que se elige mediante votación popular y en lo que Yao tenía una ventaja importante.
Y Ming la aprovechó para convertirse en estrella en la NBA y en ídolo en su país, donde millones de niños crecían ansiando ser Yao: "En los últimos años sí que han empezado a jugar baloncesto, tenis, esquí, golf… Porque han salido deportistas chinos con influencia internacional. Por ejemplo, Yao Ming en baloncesto. Esto está pasando también en otros deportes porque están saliendo estrellas. Si hay un deporte que no salen estrellas, no llama la atención", explicaba a Relevo, Liria, una joven entrenadora y agente de jugadores de fútbol que lleva afincada 11 años en Madrid.
Pero Yao fue mucho más que un producto de marketing. Era un gran jugador de baloncesto y así lo muestran los números (19 puntos, 9,2 puntos y 1,9 tapones en 486 partidos en su carrera NBA) y los logros de unos Rockets en los que hizo pareja con Tracy McGrady. Una dupla que no pudo reverdecer los laureles de Olajuwon y compañía, pero que llevó a Houston a una final de conferencia, donde chocaron con los Lakers de Pau Gasol y Kobe Bryant.
Fue en la temporada 2008-2009 y Yao ya venía arrastrando numerosos problemas tanto de espalda como en sus pies. Después de pasar en blanco todo el curso siguiente, en 2011 apenas jugó cinco partidos antes de colgar las botas como el mayor ídolo del deporte chino. Al menos en el plano internacional. Su anuncio recibió más de 1,2 millones de comentarios en la red social china Sina Weibo y David Stern aseguraba que su figura había construido puentes entre los aficionados chinos y la NBA.

El abanderado chino en los Juegos de Pekín se despedía de las canchas, pero no del baloncesto. Primero como presidente de los Shanghai Sharks y desde 2017 como presidente de la federación de su país, cargo con el que ha dejado imágenes curiosas como la que se vio en los Juegos Olímpicos de París. Allí, en el primer partido del equipo femenino se vio a Ming en el banquillo, junto a jugadoras y entrenadores. Un lugar que podía ocupar como presidente del ente federativo porque en los torneos internacionales hay un número de plazas que ocupan quienes designen los equipos, aunque normalmente son entrenadores, fisios y médicos.
Fue su última 'aparición' en una cancha. El 1 de noviembre Ming dimitía como presidente de la CBA después de una "cuidadosa consideración y se basó en consideraciones y planes personales para el desarrollo de la carrera del baloncesto de China", según la CBA. "No importa en el pasado, presente o futuro, el baloncesto siempre ha sido una carrera que siempre he amado", declaró Yao, citado por la institución.
Yao ha sido mucho más que la mayor leyenda del baloncesto chino. Tras su retirada ha proliferado como hombre de negocios con inversiones como la creación de su propia bodega vinícola en el Valle de Napa, California o Glory, la asociación de kickboxing de la que es socio para intentar impulsar la popularidad de este deporte en Estados Unidos. Un mercado que él conoce bien y que ayudó a explotar en China.