¡Kyrie, deja de botar!
Es evidente que a la llegada de Kyrie Irving a Dallas y cuando se produzca el primer encuentro Doncic-Irving o en declaraciones tempranas (previas o posteriores a los primeros partidos) escucharemos del recién llegado que es la franquicia de Doncic, que él viene a aportar, que sabe dónde llega, etc…O no. Porque si alguien puede negar lo absolutamente axiomático ese es Kyrie Irving.
Irving lanza el 54% de sus tiros tras botar un mínimo 3 veces y un máximo por encima de 10, recordemos que sigue siendo (especialmente esta temporada) el mejor manejador underground de la NBA. Lo que le ha hecho un jugador grande en NBA es la capacidad para generar ventajas desde cambios muy bajos, muy eléctricos con paradas laterales en saltos hacia donde no hay nadie, así como una prodigiosa mano izquierda para un jugador diestro.
Por encima de esto, Luka Doncic,el amo y señor de la pelota ya sea en NBA o en los Campeonatos FIBA con Eslovenia (cambia muy poco su forma de jugar) son un total del 77,9% de sus tiros vienen también por encima de los 3 botesprevios. Y lo que es más definitorio, 47,5% tras más de 7 botes…Solamente se le acercan JA Morant o Devin Booker. El resto de grandes anotadores (Anteto, Embiid, LeBron) están muy lejos de ese uso de balón.
¿Esto quiere decir que botan demasiado y que no comparten la pelota? Para nada. Doncic es un pasador de élite con una capacidad innata para dar grandes pases doblados y otra asimilada en su enseñanza por sus entrenadores en el Real Madrid en cuanto al pase que cruza el eje imaginario de la cancha. No para todos los pases su estatura es definitoria, de hecho en las asistencias geniales frontales casi desde abajo se ven mejores espacios por debajo de los brazos de los pívots. Pero para los pases skip que encuentran a los tiradores en las esquinas, con salto o sin él, su más de 2,01 cm (como todos los grandes se quitan cm) es diferencial. El ex de Nets este año estaba en 5 rebotes y 5 asistencias de media.
El genio esloveno quiere ganar y sabe que, en el corto plazo, el que va de aquí a que Kyrie haga cosas de Kyrie fuera de la cancha, debe hacer el mejor de los esfuerzos integradores para que un jugador de 27 puntos por partido le ayude a ganar mucho más. Y Doncic es todo lo que queramos, pero antes de eso es un ganador que no quiere que sigan pasando temporadas sin jugar la final. Es ahora, en 2023. Su carrera está predestinada. O lo ha estado hasta ahora. Y ha ido cumpliendo.
Pero no todo es tan sencillo, tan categórico ni tan ideal. La plantilla de Dallas Mavericks adolece de verdaderos especialistas en aspectos determinantes. Tiradores de élite que puedan rebotear. Hardaway y Bertans nos parece poco para la presiónque se viene aunque van a tener más espacio y tiempo para lanzar. Es lo que tiene traer a un jugador de la capacidad de Irving de media y de cerca. El paso adelante en mejora de porcentajes.
Por eso quizás les hace falta más gente que sin botes (había pocos y parió el mercado de traspasos) sean capaces de aportar mucho. Los aficionados a las comparaciones buscan la plantilla del único título de Irving, en Cavaliers. Recordemos que en los momentos importantes Kyrie fue tan decisivo con el balón en la mano como LeBron James (y esto es decir mucho). Pero es imposible resistir más comparaciones.
Los bloqueos directos que James e Irving usaban tenían más sentido, Doncic no es pequeño y sabe postear como el que mejor en la liga pero es un juego diferente, menos directo menos aplastante. Eso deja a Kyrie Irving con muchos más segundos de juego sin balón. Lo cual lo ha vivido en Nets con James Harden como pareja generadora. Y la verdad, el resultado no ha sido satisfactorio. Podemos retorcer estadísticas de catch and shoot en favor del proyecto de Brooklyn y su tiempo juntos (Durant inclusive), la realidad es que dando por bueno que esta temporada van clasificados cuartos en el este, su paso por el otro equipo de NY ha sido decepcionante. Lesiones, polémicas, pandemias, adaptaciones de los unos a los otros y al final del día, tres jugadores de los 10 mejores de la última década si los consideramos por separado, cuando han convivido no ha sido una estancia que haya conseguido campeonatos.
Irving no va a tener que dejar de botar, pero seguramente por momentos si tendrá que reducir su gestión del bote y del tiempo. Irving sí ha jugado con grandes estrellas, Luka aún no. Pero para ganar algunas cosas de su carrera ha entiendido (nadie se lo va a tener que explicar) que Dragic o Llull son jugadores de carisma y talento ganador tras bote. Doncic no debería hacer la estatua en el juego sin balón, Irving le descargará de algunas responsabilidades, no muchas, pero en teoría eso te hace estar más fresco de piernas cuando no te toca definir a ti.
Cada vez más denostado en NBA el sistema largo que haga cansarse a los rivales (la fatiga sin tener la bola es mayor que al revés) y que les obligue a pensar dónde cambiar y dónde no. Es un buen momento para usar más conceptos por parte de Jason Kidd, que ve como la responsabilidad es suya para que esto funcione, de sus dos estrellas pero también de él.
Todas las grandes relaciones que han perdurado en el deporte profesional han mejorado rendimientos colectivos en base a una generosidad inteligente. Cada vez más hay ruido de los entornos, de los próximos contratos y de los números estadísticos o financieros. Pronto veremos si esta alianza construye un juego colectivo que se acerque a la excelencia o, sin embargo, que la proximidad de la agencia libre de Irving desate en poco tiempo el cordyceps de los rumores, la duda y el avance imparable de la toxicidad alrededor de la idea de un equipo que realmente puede ser ganador con dos de los mejores jugadores de la NBA.