La anécdota que describe el camino inusual de Jordi Fernández a la NBA: "El trato era que si usaba mi coche, tenía que cuidar a mis hijos y todas esas cosas"
Mike Brown, el entrenador que le abrió la puerta de la NBA, habla sobre Jordi Fernández y su historia juntos.
Los Nets llegan a la primera jornada de descanso con un récord de 4-4 y siendo una de las grandes sorpresas positivas de la temporada. El equipo de Jordi Fernández tiene mejor récord que Philadelphia, Milwaukee, Indiana o Clippers y más victorias que Miami, New York Knicks o los Magic, todos ellos equipos de playoff el pasado año. Al ritmo de Dennis Schröder y con los puntos de Cam Thomas, Brooklyn tienen el octavo mejor ataque de la liga y el quinto mejor diferencial de la Conferencia Este. Creer que Jordi Fernández iba a aprovechar su primera oportunidad en la NBA era apostar por el caballo ganador, porque nadie trabaja tanto por un sueño para caer a las primeras de cambio. Y en horas trabajadas, poca gente le gana al técnico de Badalona.
Jordi llegó a Estados Unidos por el camino más largo. Su carrera como entrenador empezó con 15 años, en el CB Sant Josep de Badalona, antes de pasar por el CB Sant Boi y el Bàsquet l'Hospitalet. De ahí al resto del continente. Compaginaba su trabajo como entrenador con sus estudios en Ciencias del Deporte, y fue la educación lo le llevó a Ámsterdam. A Holanda llegó sin inglés y acabó lavando platos en un restaurante español, donde pasó pronto a ser camarero y acabó como manager. Para Jordi, en su primer año fuera de casa, la gente del restaurante fue su familia en una época previa a Skype o FaceTime. "Una vez pasé por eso, pensé que podía hacer lo que fuera" decía en 2016 al Canton Rep.
Y por eso se volvió a marchar. Un año más tarde hizo las maletas rumbo a Volda, en la costa oeste de Noruega, donde se puso a trabajar de profesor de didáctica del deporte en Volda University College. Y siempre como entrenador como segunda vida, por mantener viva la llama del baloncesto. Una que prendió al entrar a la Impact Basketball Academy, en 2007. Aunque su primera experiencia en Estados Unidos llegó en el verano de 2006, cuando entrenó en el campus de verano de Oklahoma Christian University. Ahora sí, la puerta de su sueño se había abierto y tenía un pie en EEUU. Y fue Rudy Fernández el puente definitivo.
En 2007, el entonces jugador del DKV Joventut, se preparaba para el draft de la NBA. La agencia de Rudy por aquel entonces, ASM Sports, contrató a Joe Abunassar para el entrenamiento en la primavera. Abunassar, fundador de IMPACT Basketball, es considerado uno de los mejores entrenadores de baloncesto y su presencia en Barcelona sería solo por dos semanas. Una vez creada la rutina, sería Jordi Fernández el encargado de seguir el plan cuando el entrenador individual volviera a Las Vegas. Solo había un problema: Abunassar le gusta competir en Ironman y necesitaba entrenar la parte de natación, pero no tenía una piscina de tamaño olímpico.
La labor de Jordi era encontrar una, y como siempre, cumplió. Por eso, cuando Jordi le pidió ahora a Abunassar la oportunidad de ayudar en IMPACT, este tuvo que aceptar. Su trabajo fue, otra vez, hacer todo: rebotear para los jugadores, limpiar el gimnasio, tener las pelotas preparadas para el próximo entrenamiento, pasando el verano en Las Vegas. Fueron tres seguidos, hasta 2009, repitiendo el ciclo. Durante ese tiempo trabajó también con Serge Ibaka, otro español preparándose para el draft de la NBA, y con un jugador que le cambió la carrera: Elijah Brown. Más conocido por ser el hijo de Mike Brown, entrenador de Cleveland Cavaliers.
Le pregunté a Mike Brown por Jordi Fernández. Me dio dos minutos que son oro (y por favor, no os perdáis el final). pic.twitter.com/77Y8zbxQHY
— Alejandro Gaitán (@alejandroggo) November 4, 2024
Mike Brown se deshace en elogios
Mike Brown fue la primera persona que le invitó a trabajar en la NBA. Y con él ha hablado Relevo esta semana en Toronto, para recordar una relación que empezó hace más de 15 años. Porque en el verano de 2009, Jordi tuvo que entrenar a su hijo, todavía en séptimo grado (12 o 13 años). "Jordi era becario en Impact Basketball y estaba estudiando en España. Trabajó con mi hijo durante una semana en la Summer League y nos enamoró a todos" decía Brown antes del duelo entre los Sacramento Kings y los Raptors el pasado viernes. "Lo trajimos a Cleveland y Danny Ferry (GM de los Cavaliers) nos permitió contratarlo" explicaba el mítico entrenador, que puso una condición.
"Le dije que su primera prioridad era el equipo AAU de mi hijo. Y Danny aceptó, así llegó a la liga", recuerda entre risas. Las ligas AAU son parte de una organización que promueve el deporte amateur en Estados Unidos, donde el baloncesto es el deporte rey. Las siglas responden a Amateur Athletic Union y prácticamente todos los jugadores americanos en la NBA han pasado por ella. Pero la relación entre Brown y Jordi pronto dejó de ser de compañeros, o de jefe y trabajador. Primero le invitó una semana a Cleveland, más adelante le abrió las puertas del training camp y finalmente le consiguió un trabajo en los Cavaliers. Y así, en septiembre de 2009 empezaba su camino.
Se unía como representante español en la liga a Pau Gasol, José Manuel Calderón, Sergio Rodríguez, Marc Gasol y dos que conocía muy bien: Rudy e Ibaka. Pero eran otros nombres los que marcaban su camino. Jugadores de la talla de Anderson Varejao, con quien pasó veranos en Brasil, o Danny Green, quien pasó de fondo de armario en Cleveland a ser tres veces campeón de la NBA, con tres equipos diferentes y siempre titular. Su mayor virtud siempre fue la capacidad de comunicar y de construir relaciones, con jugadores o con otros miembros del staff técnico de Brown. "Es una persona que sabe conectar con la gente como ningún otro" decía Mike, y se notó.
En Cleveland trabajó de la mano de tres entrenadores: Brown, Byron Scott y David Blatt, con quien ganó el anillo, además de compartir staff con Mike Malone, Ty Lue, Jamahl Mosley o Igor Kokoskov. Y muchos le han vuelto a llamar en algún punto de su carrera. Malone le fichó para Denver en 2016, tras el título en Cleveland; David Blatt, asesor de Canadá, convenció a la selección de traer al catalán antes del Mundial de 2023, y Brown le recuperó para los Kings en 2023, además de usarlo como asistente en los JJ.OO. de 2020 con la selección de Nigeria. Una auténtica pesadilla para el equipo, pero una experiencia inolvidable para la pareja. Para entonces la relación era para siempre.
"Es parte de mi familia. No solo trabajó para mí, sino que conducía mis coches, y el trato era que si usaba mi coche, tenía que cuidar a mis hijos y todas esas cosas, y lo hizo" explica Brown de sus inicios. Como encontrar una piscina para Abunassar o recoger los rebotes de los jugadores como becario. Como lavar platos en un restaurante en Ámsterdam, Jordi haría lo que hiciera falta. "Lo vemos como un miembro más de la familia que otra cosa", uno del que esperaba este nivel de éxito. "Verlo crecer de la forma que lo está haciendo no es una sorpresa, porque trabajando con él podías sentir su energía, ver su inteligencia", dos puntos clave en el inicio de los Nets.
"No es una sorpresa el éxito en su carrera, tanto con Canadá como con Brooklyn, en incluso antes" decía Brown, que dejaba una frase clave para definir el impacto de Jordi. "El aura a su alrededor es especial", una manera perfecta para resumir qué clase de persona es, y de la que espera "un futuro muy muy brillante". Confía tanto en Jordi que es su plan para cuando se quede en el paro. "Espero que cuando me haga mayor, y esté buscando un trabajo, Jordi, por favor, no te olvides de mí" decía mirando a la cámara para risas de la sala de prensa. Y si fue Brown quien le dio la primera oportunidad, ¿por qué no puede ser Jordi quien le devuelva el favor?