Álvaro Folgueiras, el español que se ha convertido en el rey del rebote de la NCAA: "Me encantaría parecerme a Santi Aldama"
El ala-pívot malagueño es el líder de los Robert Morris Colonials de la NCAA y uno de los nombres de futuro del baloncesto nacional.
Su nombre no deja de acaparar titulares. Y no es para menos. Porque aunque está al otro lado del charco en busca de "mejorar su progresión y ser un jugador más completo", la realidad es que el haberse convertido en el rey del rebote defensivo de la NCAA -y el cuarto de la liga universitaria a nivel global- ya habla por sí solo. Pero su juego va mucho más allá. Tanto que este domingo firmó su sexto doble-doble en lo que va de campaña en el que ya es su mejor partido (27 puntos, 16 rebotes, 4 asistencias, 4 robos y 3 tapones). Aunque para él, las estadísticas no sirven de nada si su equipo no gana, según reconoce en una videollamada con Relevo. Esa es su filosofía, junto a la de seguir creciendo y mejorando. Y por ello, Álvaro Folgueiras (Málaga, 2005), decidió poner rumbo a Estados Unidos, donde, en el que está siendo su tercer curso, ya es el referente de los Robert Morris Colonials.
Con experiencia en las categorías inferiores de la Selección -fue plata mundial con la Sub-17 y también europea con la Sub-18-, el suyo es uno de los nombres que apunta alto de cara al futuro del baloncesto nacional. Y es que sabe lo que es compartir cancha desde los 12 años con Aday Mara, Hugo González, Sergio de Larrea o Mario Saint-Supery, lo que hace de la suya una generación a la que España mira con esperanzas de cara al futuro.
"Tenemos un grupo de mínimo 10 jugadores, excepto los que suben y los que han ido apareciendo, que no son muchos, que nos conocemos desde los 12 años. Vamos cada verano, nos juntamos, y en verano, si no hay Selección, vamos a otra ciudad y nos juntamos igual", cuenta Folgueiras desde las instalaciones de su universidad en Pensilvania, desde las que reconoce que su sueño, cómo no, es llegar a la Selección absoluta: "Mi sueño es jugar en la Selección, vamos a soñar lo más alto posible".
Por eso sigue al pie de la letra el consejo que el pasado verano, cuando defendió la elástica nacional con la Sub-20 y coincidió entrenando con la Selección absoluta, le dio Sergio Scariolo. "Nos decía a todos: 'los jóvenes no tenéis que estar centrados en por qué no se os dan oportunidades, qué injusto es el negocio del baloncesto con nosotros, por qué no me dan confianza'... No me gusta ser víctima de absolutamente nada y sólo me centro en cómo resolver y cómo conseguir las cosas que quiero conseguir", relata. Y eso lleva haciendo desde que tiene uso de razón.
Sus inicios en el mundo del baloncesto se remontan al colegio cuando apenas tenía cuatro años... ¡por una rabieta! Porque básicamente él veía a los niños jugar... y se iba a casa llorando, ya que todavía no tenía siquiera la edad para ello. "Cuando salía del colegio con cuatro años, veía que los niños se quedaban jugando en extraescolares y yo le decía a mi madre que quería hacer eso. Pero ella me decía que esos niños tenían seis años, y no había extraescolares para niños de cuatro. Me iba llorando a casa un día tras otro, y mi madre fue a hablar con la directora del colegio, y empecé con 4 años en mi colegio". A partir de ahí, se formó en la cantera del Palo, hasta que se marchó al Unicaja, el equipo del que se acabó enamorando y al que le gustaría defender en un futuro en la ACB.
Por eso, que sus referentes alguna vez hayan vestido la camiseta cajista no es casualidad. "A nivel de tirador, te diría que Kuzminskas, a nivel de pelea y líder te diría Carlos Suárez, a nivel de rebote, aunque todavía era muy pequeño, pero justo ayer vi unos highlights de Nik Caner-Medley jugando con Maryland, y decía: este tío no se me ha olvidado. Aunque tenía siete años. Son cosas que cuando vas creciendo se te quedan en la cabeza y me gusta recordar", confiesa.
Eso sí, en la actualidad, por el tipo de jugador que es, admite que le "encantaría parecerse a Santi Aldama", aunque también menciona el nombre de Juancho Hernangómez. Y es que lo que tiene claro es que "el baloncesto evoluciona a ser más completo. Todo el mundo tiene que hacer de todo, si no la metes de fuera, nadie te va a respetar. Es la evolución del baloncesto, cuantas menos carencias tengas, menos te van a poder atacar, más vas a poder ayudar al equipo y vas a poder hacer más cosas".
Aunque lo que tiene claro es que para conseguir lo que quiere, lo primero es tener los pies en el suelo y no pensar en lo que puede llegar a ser en el futuro. "Si algo he aprendido en el tiempo que llevo jugando es que el baloncesto te puede hacer humilde en cualquier momento, solo hay que pensar en el siguiente entrenamiento y con vistas al próximo partido, y no salir de ahí. Al final de temporada pensaré en lo que tenga que venir, que ahora no es de vital importancia", mantiene, y esto hace también que el lidiar con la presión de estar en el foco -forma parte del proyecto de los Golden Boys 2.0 de la FEB- sea más fácil.
"Si nos queremos hacer mayores dedicándonos a esto, hay que lidiar con la presión y con lo que se dice de nosotros, sin que te afecte mucho. Nos hace ilusión que nos comparen con los mejores jugadores de la historia de este país, creo que tenemos el descaro y la personalidad para hacernos valer por nosotros, llegar a la absoluta y decir 'soy Álvaro Folguerias, soy Aday Mara', y que no te sorprenda ni te vea superado", confiesa.
Su objetivo para la presente temporada lo tiene claro, llevar al equipo al March Madness. Se ve uno de los líderes de su equipo, como dice su rendimiento sobre la pista, y se pone deberes para cumplir cuando acabe la temporada: "Quiero mejorar físicamente de cara a ir creciendo y subiendo de nivel, y seguir aprendiendo. Al final tengo 19 años y no habiendo conseguido nada en el mundo del baloncesto, como me considero, tienes que mejorar todo, aprender de todo, y tener esa mentalidad de ambición, y no tener esa mentalidad de 'el otro día jugué muy bien', no va de esto", afirmó. En el horizonte queda el Eurobasket Sub-20 de 2025 que se disputará en Grecia, y la que supone la última bala para la generación nacida en 2005 de llevarse una medalla de oro en un campeonato internacional.