OPINIÓN

Gaby Deck y el mindfulness

Gabriel Deck, en el partido del pasado domingo ante Surne Bilbao. /EFE
Gabriel Deck, en el partido del pasado domingo ante Surne Bilbao. EFE

No parece que Gaby Deck practique ningún tipo de mindfulness o meditación moderna. Lo mismo sí. Nos decepcionaría. No parece que en un deporte contemporáneo atiborrado de perífrasis, circunloquios, metáforas y retóricas al jugador argentino del Real Madrid de baloncesto le importe otra cosa que no sea estar en la cancha y saber donde está el balón para ir a por él. Punto. Aquí podríamos acabar, pero entonces Relevo me llamaría la atención. Deck está jugando su mejor baloncesto. Aunque no te lo parezca durante muchos minutos de cada partido.

Defendí la temporada pasada, a la vuelta de Deck a Madrid tras su intento infructuoso en el páramo de Oklahoma, que su adaptación le estaba costando ritmo, fluidez y derrotas al Real Madrid. Su acomodo con Yabusele, sobre todo en Euroliga no es sencillo a nivel de espacios y velocidad de tiro exterior. Jugadores muy distintos físicamente, muy parecidos a la hora de ocupar algunos espacios, tampoco tiran rápido de fuera, a veces lo pueden hacer con acierto, otras veces, no. Los blancos en los 10 últimos partidos cayeron en 8 y ganaron solamente 2. Tras una Liga Regular excelente se juntaron varios asuntos tácticos, lesiones y de guinda el incidente disciplinario de Atenas. Conservaron el factor cancha in extermis. Con los equipos rusos ya expulsados, Maccabi esperaba en cuartos de final plenos de motivación en una 5ª posición que no merecían pero que celebraban.

El internacional con Argentina pasó el Covid ya en la época Omicron muy tarde, al inicio de los playoffs, no pudo jugar la serie. De repente un Real Madrid deprimido, en desplome, jugó con la energía genética de la Copa de Europa, desperezado de la Liga Regular y casualmente con un lanzamiento exterior irreconocible, se metía todo desde fuera, había espacios y acierto. Tiraban rápido y lejos, los defensores tenían que abrirse mucho.

La carga de la racha anterior no era de Deck, no parece ser un humano que viva afectado por lo que ya no tiene remedio. La situación era que Yabusele-Edy Tavares era la pareja titular y seguramente el fichaje de Deck le convertía en el tercer mejor jugador de la plantilla en términos de etapa vital y hambre. Los entrenadores prefieren tener a los buenos en cancha. Los tres jugaban juntos mucho tiempo. Aún lo hacen. Control del rebote, del poste bajo. Un 5 inmejorable y dos cuatros élite. Uno habrá de jugar al falso 3.

Llegados a la semifinal de Euroliga, Yabusele batió su récord de triples anotados en Europa en un partido 4/6. Una victoria ajustada con su puntería oportuna. Pero la final fue la caída de la anotación a niveles nunca vistos, por ambos equipos. La tensión del momento y la falta de espacios. Son dos jugadores, Deck y Yabu, que solo pueden tirar pegados a la línea de 3. No les verás hacerlo tras bote habitualmente o en Deep Three.

La victoria inapelable de Real Madrid en Liga Endesa levantando el título parece que destroza este argumento. Si solo cuenta la victoria, por supuesto. Si el análisis es llegar al tope de tus posibilidades colectivas para ganar la Euroliga como objetivo fundamental de la temporada, entonces sigamos pensando. La historia del Real Madrid, que no solo se entiende mirada hacia la sección de baloncesto, no se argumenta desde el número de F4 disputadas o desde el número de Ligas o Copas ganadas. Sino por el número de Copas de Europa que tienen en sus vitrinas. Así de contundente es su hábitat.

Y llega la temporada 22-23. Yabusele con más problemas físicos, menos regular, menos usado por Chus Mateo, baja puntos, rebotes y porcentajes. Gaby Deck, más asentado, más seguro de sí mismo (si eso es posible) juega más minutos, anota más, rebotea más y tiene más incidencia en las victorias. Curiosamente el equipo no necesariamente juega más para él. Si está el francés sano comparten pista igual que con Laso. Pero a la hora de la verdad, de las remontadas, de los partidos más grandes que se han jugado, es Gaby Deck el que ha aparecido casi siempre. En muchas ocasiones de la nada.

Y cantaban los Abuelos de la Nada el grupo argentino de finales de los 70 con Miguel Abuelo y Andrés Calamaro:

Nadie quiere dormirse aquí

algo debo hacer.

Tras haber cruzado la mar

te seduciré…

Gaby Deck parece casar con ese "Himno de mi Corazón" en su juego, aunque más aficionado a la cumbia santafecina, pero con el sentimiento de la prontitud del que dejó un tiempo poco disfrutado en Estados Unidos y lo que tiene es ganas de seducir a la victoria para ganar un trofeo importante. Cuando los demás no quieren dormirse pero se duermen, él está para despertar. La Copa del Rey no se dio, la clasificación a la Copa del Mundo tampoco y que no sea porque él lo está dando todo. Juego sin balón, desde las esquinas a la espalda del suyo, ataque salvaje al rebote ofensivo, rechace defensivo y carrera como un James Worthy contracultural de Colonia Dora, acelerando de una costa a la otra para acabar. En otro momento vivido en plenitud. Toda la energía en cada acción.

Si hablamos de "roles" de sentirse reconocido y reconocible en el juego de tu equipo. La normativa actual premia a jugadores duros de carácter, que dejan que la duda afecte al juego. No permitir que la diferencia de minutos que te usa tu entrenador condicione tu forma de emplearte en la cancha. Muy sencillo de escribir. Plantillas de equipos grandes con 17 jugadores y decenas de formatos, quintetos, convocatorias, distintas competiciones donde rendir sin tiempo para la confianza solo para la victoria que haga ganar tranquilidad.

En el Real Madrid, desde fuera, de los que más juegan solamente parecen estar seguros de lo que hacen en cada partido los mencionados Edy Tavares y Gabriel Deck. No piensan en el partido anterior, ni en el siguiente, no en los minutos que jugaron en la primera parte, ni los que jugarán en la segunda. Por término general en partidos normales serán más de 26, en partidos difíciles por encima de 30. Puro mindfulness en la pintura. No hay tiempo para meditar, ni para rumiar, solo para ejecutar la siguiente acción.