Un "voy a estar pensando en ese tiro toda la noche" mostró la decepción, pero también la garra de la 'nueva' generación del Real Madrid: "Estábamos para más"
La eliminación de los de Chus Mateo ante el Olympiacos (3-1) deja varias reflexiones dentro del equipo.

Cuando esa última bola salió de las manos de Alberto Abalde, todo pareció enmudecerse por un segundo hasta que el choque de la bola estrellándose con la parte frontal del aro acabó fundiéndose con el bocinazo final. El gallego se llevaba las manos a la cabeza y se tiraba de la camiseta lleno de frustración. Facundo Campazzo se había quedado clavado, agachado, como petrificado, justo frente a la línea de tres puntos. Dzanan Musa y Sergio Llull se echaban las manos a la cara... mientras Mario Hezonja, cabizbajo, se iba hacia el banquillo del Real Madrid. "Ahora evidentemente es un momento duro porque ha estado muy cerca, he tenido el último tiro y… sinceramente lo he visto dentro. Pero es que ahora voy a estar pensando en ese tiro probablemente toda la noche", se lamentaba Abalde, sin aún tiempo para digerirlo, en la zona mixta. Esa en la que también se paró Campazzo y por la que se vio desfilar a jugadores como Sergio Llull, que acabó dándole su camiseta a Papanikolaou.
Al Real Madrid se le acababa de escapar la victoria que hubiera igualado la eliminatoria ante el Olympiacos y hubiera encomendado a la tierra de los dioses dictar sentencia final. Pero, como dijo el entrenador del Real Madrid, Chus Mateo, "nosotros nos hemos dejado la vida, hemos vuelto al partido y hemos tenido la última y eso en baloncesto ya sabéis qué significa… Hoy no tuvimos la fortuna". Pero lo cierto es que se echa la vista atrás para ver desde un prisma más amplio lo que fue la temporada europea del equipo blanco, casi cuesta imaginar que el equipo había logrado ganar un partido y poner contra las cuerdas en este último al que ha sido el mejor (y es favorito a ganar) en la competición continental. Sin embargo, pese a lo convulso que fueron los inicios, en el seno del Real Madrid los jugadores siempre creyeron que se podía haber peleado por más.
"Los equipos tardan de encontrar el funcionamiento cuando hay tantos cambios, hemos cambiado el 50%. Ya no nos acordamos porque estamos a velocidad de crucero y seguramente el inicio de esta temporada nos ha marcado la posibilidad de tener que pelear todos los partidos de liga regular. Empezamos 6-9. Y hacer ese esfuerzo compatibilizando con la liga, nos hizo estar jugando finales, un playin que para nosotros era una novedad y añadir dos partidos más al calendario por no ser capaces de ser quintos (pese a estar empatados con el quinto y el sexto)... Ese inicio de temporada, haber perdido algún partido que nos hizo daño como el de ASVEL o Macabi en el último segundo, pues nos hizo daño", reconoció el técnico blanco.
Algo a lo que Campazzo fue un paso más allá: "Creo que estos últimos meses, este último mes y medio, estuvimos jugando un buen baloncesto, defendiendo duro. Dimos un salto adelante en la defensa. Empezamos mal, creo que nos costó mucho el arranque, los primeros cuatro meses nos costó agarrar ritmo y creo que eso, estar preparado porque cada equipo que juega contra vos quiere ganarte y se pone al 100% a nivel mental y eso también te tiene que hacer exigir a ti estarlo. Pensar en lo que hicimos bien en los últimos meses, también en lo que hicimos mal al principio y aprender de eso para lo que queda de temporada", dijo.
Y es que para el argentino, y así es en el seno del vestuario, uno de los errores capitales que acabaron cometiendo es haber tenido que claudicar y pelear (dos veces) en el playin para acabar obligados a emparejarse con el mejor equipo hasta la fecha. "Tenemos que ser exigentes con nuestro juego y nuestra temporada, no nos tenemos que convencer de que está bien quedar octavos, estábamos para más. Así que pensar en eso para el año que viene y juntarlo como fuerza y motivación para la próxima Euroliga y, ya que estamos, en dos meses termina la Liga y es un objetivo muy grande para nosotros también", mantuvo Campazzo.
Porque la realidad es que el Real Madrid -como también le pasó a sus fichajes- llegó tarde a la temporada en la competición continental. Y aunque lleve un mes y medio en modo crucero, como decía Chus Mateo, llegar a eso ha sido una travesía que le ha pasado factura. Y de aquellos barros, estos lodos ahora. Otro borrón en blanco, como el de 2021, año en el que tampoco lograron pelear entre los cuatro mejores de Europa.
Abalde se topa con el hierro y Olympiacos deja al Real Madrid sin Final Four.#Eurofighters pic.twitter.com/yJHkRTLtQC
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Si bien, más allá de la decepción que supone este revés -que no por ser lo que parecía más previsible se maquilla o digiere de otra forma-, si algo sí que pudo sacar en positivo el Real Madrid es que la garra y el carácter que habían quedado diluidos con la marcha de Rudy Fernández, el Chacho, y ese elenco de jugadores de peso que dejaron la entidad el pasado verano, ahora sí que parece tener herederos.
Porque el carácter de Alberto Abalde para, pese a la presión, lanzar ese tiro, o el descaro de Andrés Feliz para encarar el aro, de Campazzo y Tavares como anclas junto a Sergio Llull, y hasta del jovencísimo Hugo González, que firmó una primera parte excelsa, en la que no le tembló la muñeca ni tampoco le impresionó tener que asumir galones en un partido de ese calibre, y, en general, la lucha que mostró el equipo durante la serie denota que ese gen sigue existiendo.
Y tras el revés de no estar en la Final Four, ahora, como reconocía Abalde, "hay que cambiar el chip y enfocar la parte final de la temporada. Llevamos cuatro o tres semanas jugando casi cada dos días, ha sido una auténtica salvajada. Y ahora tenemos que recuperarnos físicamente también y cambiar el chip mentalmente para centrarnos en el objetivo que nos queda, que es la Liga y es superilusionante". Porque, como dijo Campazzo, "este equipo va a tomar revancha, tenemos una liga, el domingo un partido muy importante y terminar el año con un título tiene que ser el objetivo". Y así tendrán que demostrarlo.