Cuando el dinero importa más que una llave de judo

Era una oportunidad única y había unanimidad. Aficionados de Real Madrid y Partizan, salvo contados casos, creían que la Euroliga debía ser ejemplar y sancionar con extrema dureza a Yabusele o a Punter. El reglamento permitía hasta cuatro años de sanción. En esa amplia horquilla, el Juez Disciplinario se ha quedado con el castigo más laxo: cinco partidos para el francés y dos para el jugador visitante. ¿Hubiera sido así si este lamentable incidente hubiera ocurrido en la jornada 3 de competición?
La Euroliga ha antepuesto el dinero a una llave de judo, una lesión o dos puñetazos. La Final Four se disputará en Kaunas del 19 al 21 de mayo. El único implicado en el bochorno que no estará si su equipo llega es Yabusele.Sanciones ejemplares, como correspondían por la magnitud de la acción, hubieran supuesto que Real Madrid o Partizan llegaran muy damnificados a la cita, comprometiendo la igualdad de la competición y enfadando a dos socios.
La Final Four es la gran fiesta del baloncesto europeo, no cabe duda, pero este año quedará manchada. Lo hará porque ahí estará Punter, Lessort o Deck. Jugadores con un comportamiento inaceptable cuyo castigo es testimonial. Y un peligroso precedente. ¿Hay barra libre para protagonizar una tangana que da la vuelta al mundo en cuestión de segundos? Parece que sí.
Resulta preocupante. La Euroliga es una de las mejores competiciones deportivas del mundo. Todos sus equipos esconden un nivel asombroso, técnica y tácticamente el baloncesto alcanza su punto más alto, no deja de crecer... La imagen internacional mostrada en la noche de este jueves en el WiZink Center mancha por completo el hasta ahora espíritu deportivo de un torneo casi perfecto.
Todo el mundo tiene derecho a equivocarse, por supuesto. Por ello, la tangana entre Real Madrid y Partizan no termina con la credibilidad de la Euroliga, que tampoco es responsable de llaves de judo, patadas y puñetazos. Donde sí es responsable es en el criterio sancionador, demasiado laxo. Aquí no ha pasado nada.
Ver en la NBA cómo Morant regresaba a las canchas poco después de pasear la pistola por clubes nocturnos. Y a Kyrie Irving sonreír moviendo la pelota tras dar publicidad a un documental de nazis y atreverse a contar que la vacuna es un "plan de Satanás". Ya no sorprende nada, es cierto.
Lo siento por ser un iluso. Ver escándalos pasar inadvertidos no me lleva a la indiferencia cuando vuelve a pasar uno delante de mis ojos. La Euroliga ha preferido el espectáculo de su Final Four y no hacer ruido con un golpe ejemplar que gritara al mundo que esto no puede ser. Otra más. La pelota pasa al tejado del Madrid y del Partizan, aún libres de imponer el castigo que consideren. Mientras tanto, pues eso. Aquí no ha pasado nada.