Casper Ruud, el tenista del que te puedes fiar, se cuela en la final del torneo de Madrid
El tenista noruego se impone a Cerundolo con un doble 6-4 y jugará el domingo por el título.

A mitad del primer set se cerró el techo, porque el cielo de Madrid está un poco como su torneo: imprevisible, inestable, no en sus días más plenos. En pista estaban Francisco Cerundolo y Casper Ruud, que si no suenan a los nombres más atractivos del universo tenístico es porque no lo son. Pero, aunque la venta de entradas y la expectación funcionen en otras coordenadas, aquí solo hay tenis, si son ellos dos los que se desafían a raquetazos en la pista Manolo Santana es, simple y llanamente, porque han sido mejores que el resto.
Y ser mejor es muchas cosas, significa estar en un buen momento, sobrevivir a las simas del juego, entender tus capacidades y aprovechar las opciones que te da el rival. También estar físicamente bien, porque de nada sirve ser mejor que los otros si el cuerpo no puede confirmar esa sensación.
Ruud tiene fama de que le cuesta ganar y Cerundolo de jornalero del tenis, dos buenos jugadores sin más, pero en la Caja Mágica se reunían en una tarde especial, sobre todo para el argentino, que tiene un historial más discreto que su oponente. Solo había estado previamente en una semifinal de un torneo Master 1000, en Miami 2022, una ocasión en la que fue derrotado por el propio Ruud. Esta, en el Mutua Madrid Open es, consecuentemente, una más en su historial.
Y es que el noruego igual no derrocha carisma, pero tiene perfectamente claro cuál es el camino para sacar los resultados. Es de una estabilidad personal absoluta, no tiene un despliegue de grandes golpes ganadores, pero sí un buen motor que le permite siempre alargar el punto un poco más. Al principio del partido sufrió un poco, llegó a pedir una asistencia médica por un problema en la espalda y tuvo un break en contra, pero poco a poco se rehizo como él sabe, con constancia, sin correr riesgos innecesarios. Es uno de esos jugadores que más que echar a su rival de la pista a raquetazos parece indicarle la salida con educación e insistencia.
En el segundo parcial, más de lo mismo, Cerundolo se adelantó, rompió el servicio de Ruud, pensó que la tarde era propicia para alargarse, porque al final un sábado es un sábado, pero el noruego se clavó en la pista y tirando del oficio que indudablemente tiene encendió el motor y estabilizó la contienda.
El argentino está en el mejor momento de su carrera, va encadenando buenos resultados allá donde va, pero dar el último paso, el que te lleva arriba de verdad en el ranking o te permite pelear por los títulos más importantes del calendario, todavía no está en su rango tenístico. Como Ruud, no es un jugador avasallador, pero tiene muchos recursos, capacidad para arrinconar a un buen jugador y mantenerse en pie en batallas largas.
Tuvo en diversas ocasiones la opción de subirse al servicio de Ruud, pero casi todas terminaron desperdiciadas. Si tienes dieciocho bolas de break pero solo eres capaz de convertir tres quiere decir que has perdido un partido que bien podrías haber ganado cambiando solo el sentido de unos pocos puntos. La cosa es peor cuando, una vez logras subir esa montaña, te encuentras en el siguiente servicio con una rotura de vuelta, dejando en equilibrio todo el esfuerzo previo.
La frialdad de Ruud, que existe, se demuestra en esos lances. Sabe que perder el saque no es un drama, que después de un revés siempre hay una posibilidad de crecimiento más adelante. Cerundolo, por lo menos en este partido, no contó con esa visión estratégica, y aunque a racha pareció jugar mejor, terminó estropeándolo en ese ramillete de momento especiales.
El noruego se planta en una final, aunque tiene una merecida fama de no ser capaz de dar ese pasito más. Ha perdido tres veces el último partido en torneos de grand slam, una final del trofeo de maestros y dos de Master 1000. Una china en su zapato, sin duda, pero no es menos cierto decir que en casi todas esas ocasiones tenía enfrente jugadores de mayor nivel que el suyo, Djokovic, Nadal o Alcaraz. Pase lo que pase el domingo, su mérito está ahí, es un jugador del que te puedes fiar.