OPINIÓN

Nos están intentando colar otra fantasía alrededor de Novak Djokovic y esto ya lo vimos con Michael Jordan

Djokovic mira al público durante su último partido del Open de Australia/REUTERS
Djokovic mira al público durante su último partido del Open de Australia REUTERS

Seguro que se acuerdan de The Last Dance o al menos se acuerdan de Ibai Llanos haciendo la parodia de Michael Jordan en el documental. Todo ese rollo de "no me saludó y eso era todo lo que necesitaba para motivarme y meter 55 puntos". Me recuerda, en cierto modo, a cuando un equipo remonta una eliminatoria o gana un partido decisivo y alguien recuerda que colgaron en el vestuario los recortes de periódicos -cuando había periódicos- en los que se les criticaba o en los que un rival se reía de ellos. Una narrativa estupenda que nunca tiene "cara B": nadie habla de cuando el exceso de motivación llevó a la derrota.

A mí me gustaría que alguien con sentido del humor nos dijera "nos pasamos toda la semana recordando las declaraciones de ese tío y jurándonos que no íbamos a tolerar que se nos humillara… y perdimos el domingo 5-0". Lo digo porque ha tenido que pasar varias veces. O que uno de esos defensas aguerridos nos explique que, cuando el entrenador le dijo que tenía que marcar a la estrella rival, puso una foto suya en la pared para no separarse en ningún momento de él… y luego la estrella en cuestión le metió cuatro goles y le forzó una tarjeta roja.

Incluso, por qué no, que Michael Jordan nos cuente todas las veces que no sé quién no le saludó o le agravió de alguna manera y, lleno de furia, acabó el siguiente partido con una serie de siete aciertos en treinta y un lanzamientos, dieciocho puntos, y una derrota para la buchaca. No quiero decir con esto que la motivación no importe o que la manera psicológica de enfrentar una competición sea irrelevante. No llego a tanto. Pero hay fantasías en torno al poder de la mente que son algo triviales, como de libro "new age" que te explica "el secreto" para el triunfo: como si al equipo rival, lo de ganar, le diera absolutamente igual.

El festival de la ofensa

Esto viene a raíz de la última polémica de Novak Djokovic en Australia. Diez victorias y una detención preventiva en 2022 después, el serbio sigue ocupando portadas en las antípodas por cuestiones que nada tienen que ver con el tenis. Como probablemente ya sabrán, el comentarista de Channel Nine, Tony Jones, aprovechó una conexión en directo para hacer unas bromas sobre el tenista serbio y sus aficionados, que en Australia son verdadera legión. Jones estaba frente a una multitud de fans con sus banderas y se dispuso a traducir los cánticos. En clara ironía, dijo: "Novak está sobrevalorado", "Novak, echadlo de aquí", "Novak está acabado".

No hay nadie en el mundo que vea esa escena y piense que Jones lo estaba diciendo en serio. De hecho, la gracia estaba en que, obviamente, los aficionados estaban cantando justo lo contrario. En cualquier caso, a Djokovic le pareció "insultante" y "una burla" hacia él y hacia la comunidad serbia. La capacidad para ofenderse del ser humano no conoce límites y, en fin, cada uno tiene derecho a elegir sus batallas, faltaría más: Djokovic hizo público su desencuentro rechazando ser entrevistado en la cancha por Jim Courier tras su victoria de octavos de final contra Jiri Lehecka y colgando de sus redes un vídeo en el que explicaba el agravio. Todo el mundo le ha dado la razón, así que seguro que yo me estoy perdiendo algo.

Hasta tal punto ha llegado la cosa que Tony Jones se ha visto obligado a pedir disculpas en un tono algo lastimero, sin que probablemente sepa por qué está pidiendo disculpas ni en qué consistió la ofensa. Djokovic las ha aceptado. Capítulo cerrado. O casi. La cercanía de esta polémica con el partido de cuartos de final contra Carlos Alcaraz de este martes ha provocado que muchos analistas se hayan lanzado de nuevo al pensamiento mágico. "Ojo, que Djokovic está enfadado". "Ojo, que el máximo perjudicado de todo esto puede ser Carlos Alcaraz".

Por qué «Relámpago Eddy» gana al «Gordo de Minnesota»

Miren, yo no sé si el martes va a ganar Carlos Alcaraz o Novak Djokovic. Si lo supiera, me haría millonario. Lo que sé es que va a ganar el que juegue mejor y no el que llegue más ofendido. Pensar que alguien que ha sido número uno cuatrocientas veintiocho semanas, que ha ganado veinticuatro torneos del Grand Slam y que se ha impuesto en Melbourne diez veces necesita que un tipo de no sé qué canal diga algo para motivarse es llevar las cosas demasiado lejos. Ni siquiera voy a entrar en que, obviamente, uno no gana cuando quiere, sino cuando puede; simplemente voy a constatar que un partido contra Alcaraz, ni más ni menos, con quien ha tenido batallas legendarias en Roland Garros, Wimbledon y los Juegos Olímpicos, ya es de por sí un reto extraordinario.

Como mucho, se podría pensar que, de afectar al serbio, sería para mal. En otras palabras, que se haya descentrado un poco con esta historia, pero, qué demonios, el tipo lleva con una raqueta en la mano casi desde que nació y en la pista no existen polémicas ni agravios. Si consigue presionar el revés de Alcaraz y saca como sacó en la final olímpica, tendrá opciones de ganar. Si se deja comer el terreno y Carlos ajusta la derecha para cometer el mínimo posible de errores, lo más probable es que pierda.

Saliendo un poco del deporte -un poco, solo, no se asusten- todo esto me recuerda a cuando Paul Newman –"Relámpago Eddy"- desafiaba al "Gordo de Minnesota" en la maravillosa "El Buscavidas". Todo aquel "no puedo perder, Gordo, ¿cómo voy a perder?" después de la muerte de su amada -siento el spoiler, pero la peli es de hace más de 60 años, así que tiempo han tenido-, como si la pena fuera más poderosa que el deseo o el odio, como si Newman hubiera necesitado del horror para volver al billar y olvidarse de lo ajeno para triunfar de verdad.

"Juega, Eddy", le dice Minnesota Fats al locuaz Newman, ya harto de su palabrería. Pero en realidad lo de Newman no es más que un monólogo interno. Una justificación. Newman no gana por su esposa como Jordan no ganaba porque George Karl se olvidara de saludarle ni ningún equipo remontó una final porque "salieron como toros" tras la charla del entrenador. Simplemente, jugó mejor. De eso se trata y más en la élite absoluta, por muchas historias que se quieran contar ellos mismos y sus exégetas. Si Nole lo consigue, ya digo, ganará. De lo contrario, todo esto quedará en fuegos de artificio, nada más.