Ganó a Nadal en tierra, cayó en una espiral de ansiedad, desapareció y ahora vuelve a sonreír
Schwartzman, el tenista más bajito del circuito, encadena tres triunfos seguidos por primera vez en más de un año.
El año 2020 fue una absoluta locura para Diego Schwartzman a pesar de que no ganó ningún título. En aquella temporada trepó hasta el número ocho del ranking ATP, alcanzó la final del Masters 1000 de Roma y las semifinales de Roland Garros, jugó el torneo de Maestros y miró de tú a tú a los mejores. Incluso ganó en dos sets a Rafael Nadal en una pista de tierra batida.
En la temporada siguiente, El Peque se mantuvo prácticamente todo el año entre los 15 mejores del ranking, pero en 2022 las cosas se empezaron a torcer: llegaron derrotas inesperadas, aparecieron los fantasmas y entró en una espiral de "ansiedad y miedo" que no pudo controlar. "Tuve bastantes ataques de ansiedad", admitió en octubre de 2022 en una entrevista con la radio Urbana Play. "Este año arranqué 14º del mundo, me pasaron cosas y ahora estoy varios puestos más atrás. Y digo 'qué año de mierda, qué me pasa, pero pará, sentate, analizalo".
"Por primera vez arranqué un proceso en el que sentí que necesitaba ayuda exterior, que necesitaba otras herramientas. Tienes que parar la pelota, analizar y agarrar una nueva autopista que tenga el mismo rumbo y con los mismos objetivos, pero distinta, que te mantenga con esa frescura que yo necesito a la hora de competir", abundó el argentino en aquella entrevista.
El renacer en Shanghai
Pero esa nueva autopista ha tardado en aparecer en su horizonte. El bonaerense acabó el año 2022 con siete derrotas consecutivas y en el primer trimestre de 2023 apenas celebró dos triunfos en 11 partidos. Pegó un bajón en el ranking y desapareció del top 100, algo que no le ocurría desde 2014, cuando irrumpió en la élite.
Sin ver la luz al final del túnel, en septiembre puso fin a su etapa con Juan Ignacio Chela, su entrenador durante siete años. Las cosas seguían sin salir y llegó a la gira asiática siendo el 136º del ranking ATP. Tan lejos de los mejores, negoció con el Masters 1000 de Shanghai una invitación para el cuadro principal.
Y de repente, cuando nadie lo esperaba, 'El Peque' ha vuelto a sonreír. Derrotó en su debut a la joven estrella francesa Luca Van Assche, eliminó al checo Jiri Lehecka en segunda ronda y el lunes logró su mejor victoria en un año y medio: tumbó a Taylor Fritz, número ocho del ranking, por 6-4, 3-6 y 7-6 (7-5). Es la primera vez que encadena tres victorias seguidas y que derrota a un top ten en año y medio.
El grito que pegó en Shanghai tras derrotar a Fritz lo decía todo. "Mi año no viene siendo bueno. Quizás tuve momentos en los que jugué bien, pero las victorias no venían y tuve muchos momentos malos. Es la realidad y el ranking no miente nunca", comentó después. "Sé que no lo estaba haciendo bien. Tengo 31 años, tengo que encontrar el camino y lo voy a intentar".
La dificultad de ser bajito en el tenis
Si algo no se le puede achacar a Schwartzman es lo de intentarlo. Porque lo suyo tiene un mérito descomunal. Para el que no le conozca, es fácil saber el porqué de su apodo. El argentino no mide ni 1,70 metros, un hándicap tremendo en un mundo en el que los tenistas son cada vez más altos y más fuertes. En el baloncesto, en el fútbol e incluso en el rugby, hay lugar para los bajitos. En el tenis, sin embargo, no conlleva ningún tipo de ventaja. Al revés: todo son inconvenientes.
Desde que se estableció el ranking ATP en 1973, sólo 27 tenistas han desfilado por el número uno y apenas tres de ellos medían menos de 1,80 metros. La explicación es lógica: a más altura, más potencia de bola, mejor saque, brazos más largos, más impulso... "Para aspirar a ser un tenista súper top, con su estatura es más complicado porque al final tienes un hándicap que es el saque", dijo en 2018 Nadal, un tenista que sufrió de lo lindo con Schwartzman en los cuartos de Roma 2020.
Aquel día, el argentino venció por 6-2 y 7-5 a Nadal, entonces segundo del ranking y que ya era mejor jugador de la historia en tierra. Fue una de las victorias más dulces en la carrera de Schwartzman. Hoy todo es diferente. Para Nadal y para Schwartzman. Pero los dos están viendo ya la luz al final del túnel.