"Ten los pies en la tierra": así madura 'Tintín' Landaluce, la nueva joya del tenis español
El jugador de 17 años está muy arropado por su familia y cada vez mira menos las redes sociales. "No tengo vértigo, para nada", dice a Relevo el nº1 júnior del tenis mundial.
Martín Landaluce lo sabe. Su entorno lo sabe. Todos en el tenis español lo saben. ¿Qué es lo que saben? Que si esto del tenis fuera una receta, Martín Landaluce tendría todos los ingredientes para triunfar. Pero, claro, el deporte de la raqueta no es algo matemático. El proceso hasta la élite es largo y los despistes se pagan. "Tintín, ten los pies en la tierra", le recuerdan los que mejor le conocen.
Tintín es como le llaman cariñosamente a este jugador de pelo dorado y rizado, los ojos azules y casi dos metros de altura. En septiembre conquistó el US Open júnior, en diciembre fichó por la Rafa Nadal Academy y en febrero se convirtió en el número uno mundial del ranking junior. Demasiadas alegrías, demasiados estímulos, demasiados cambios. "No es fácil digerirlo. No nos damos cuenta, pero tiene sólo 17 años", cuenta su padre, Alejandro, durante otra semana llena de emociones para Landaluce.
El tenista, que nació en 2006, ganó el lunes su primer partido en un torneo ATP Challenger (la categoría justo inferior al circuito profesional) y lo hizo además en Madrid, su casa, rodeado de su familia y sus amigos. "Ha sido una semana fantástica. Estoy muy orgulloso porque estamos progresando bastante", afirmaba a Relevo el propio Landaluce tras despedirse el miércoles en la segunda ronda del II Open Comunidad de Madrid.
«Me estoy quitando las redes sociales»
Tanto Alejandro, su padre, como Óscar Burrieza, su entrenador, tratan estos días de que Martín entienda y comprenda la importancia del "proceso", de que los piropos no le nublen la vista. El objetivo ahora es mejorar día a día y crecer. "Me recuerdan mucho que mantenga los pies en la tierra porque al final es muy fácil, a través de las redes sociales, que se te puedan subir", explica Landaluce, cuyo mánager es Albert Molina, el mismo de Carlos Alcaraz.
Como cualquier niño que empieza a despuntar, Landaluce buscaba antes su nombre en Google y en las redes sociales. Quería saber qué decía la gente de él. Ahora ya no. "Cada vez uso menos las redes, me las estoy quitando porque tanto para halagos como para todo lo contrario no aportan mucho. Cuanto menos se usen, mejor", asegura.
Recientemente, Boris Becker admitió que cuando ganó Wimbledon con 17 años no lo supo gestionar. Que si pudiera elegir, habría conquistado la hierba londinense un poco más tarde, siendo más maduro. "Yo también creo que si te llega más tarde, lo puedes procesar mejor, pero al final son experiencias y si eres alguien con la cabeza estable, esos momentos los puedes pasar, tarde o temprano, con mediana facilidad", dice Tintín.
"Nunca he sido nadie que tuviera demasiado ego. Trabajamos de una forma humilde"
Landaluce está ahora en el tránsito hacia la vida adulta y en su casa están tratando de arroparle todo lo que pueden. Tras fichar por la Rafa Nadal Academy en diciembre, estuvo bastantes semanas seguidas en la isla de Mallorca lejos de los suyos. Sus padres notaron que Martín no lo estaba pasando bien del todo y ahora siempre hay al menos uno de los dos, Alejandro o Elena, acompañándole. Y Martín lo agradece: durante Semana Santa, en el challenger de Murcia, pasaba más tiempo en la habitación de hotel de sus padres que en la suya propia. "Que se vea en un entorno seguro ayuda", explica su padre.
Formado en el Club de Tenis Chamartín bajo el paraguas de la Federación Madrileña, Landaluce recela de esos titulares que acompañan siempre a cualquier tenista que ha despuntado en la última década. De El nuevo Nadal se ha pasado ahora también a El nuevo Alcaraz. "Yo esa presión no la siento, pero la gente tiene que tener claro que cada uno lleva su ritmo, su camino. No hay que comparar".
Burrieza insiste también en la palabra "proceso", en construir el camino, poco a poco, al ritmo adecuado. "No hay que correr. Esto va todo muy rápido de por sí, pero Martín es un chico que está muy tranquilo en ese sentido", comenta.
Y Tintín asiente. "Nunca he sido nadie que tuviera demasiado ego. Trabajamos de forma humilde y al final el trabajo diario es lo que más tenemos en cuenta. Yo lo veo como algo súperemocionante y sigo haciendo esto porque disfruto. Yo quiero disfrutar del proceso, del día a día y de seguir siendo feliz. Si voy en esa línea, vértigo no tengo para nada".