El anuncio de galletas con el que Rafa Nadal se estrenó como hombre anuncio: "Si tiene que repetir, repite"
Entre los primeros anuncios del español destaca uno de galletas Rosdor y una serie hecha para promocionar las Islas Baleares.
Todavía no era una gran estrella, pero estaba a punto de empezar a serlo. El 31 de enero de 2005 Nadal aparecía en las oficinas de Globalia en Mallorca para grabar un anuncio. Galletas Rosdor, un producto local, le ha escogido como imagen unas semanas antes. Es una de las primeras veces que Rafa se va a enfrentar a la tediosa tarea de poner buena cara y grabar un anuncio.
Alberto Verges era el director creativo del spot ideado en la agencia Clave de publicidad: "Cuando lo hicimos no había ganado todavía nada, y por eso cuando ganó el primer Roland Garros las únicas imágenes que tenían eran las de ese anuncio. Ahora ya las galletas Rosdor ni siquiera existen, pero en aquella época tuvo mucha trascendencia".
Es cierto que su carrera estaba por arrancar, aunque unos meses antes había sido clave para la victoria en la Davis. Solo con eso, y con las cosas que se van diciendo en los mentideros del deporte, ya daba para que empezase a tener un nombre en la isla.
Tanto que algún medio se desplazó allí para cubrir el evento. "El carácter afable de Nadal pudo comprobarse en los descansos del rodaje: atendió amablemente a los medios de comunicación y firmó numerosos autógrafos para los extras y los curiosos que se habían acercado a ver a su ídolo en persona", comentaba al día siguiente el Diario de Mallorca, en un texto breve pero significativo.
También se acuerda de esos días Nando Esteva, que fotografió esta y otras muchas campañas de Nadal. "Yo empecé a trabajar con él con varias campañas y de repente cayó esta y era como el inicio de la publicidad para un deportista. Era muy potente pero ya estaba con el tema de producto local", explica. Él recuerda que lo de Rosdor fue breve, tiempo más tarde volvería a tener otro acuerdo con otras galletas mallorquinas, Quely, que habían absorbido a Rosdor.
"Había mogollón de galletas y de packagings aquí en el estudio, todavía no había despuntado como lo conocemos, pero no fue un día más, porque trabajar para Nadal ya era alucinante, por todo lo que movía y todo lo que supone trabajar con él", añade el fotógrafo.
El anuncio es sencillo. Una caja de galletas que cae en una máquina de bolas, las galletas van saliendo disparadas una a una y Rafa Nadal —jovencísimo, con el pelo largo— las recoge con la boca primero y luego las utiliza como pelota para seguir jugando al tenis un rato más.
"Al fin y al cabo, buscas cosas que te relacionen las características del deportista con el tipo de producto: una galleta, una pelota, casi lo más simple que se podía hacer en aquel momento", explica Verges sobre la creatividad.
Como es lógico Nadal todavía era solo un tenista, no un icono. Su personalidad, que luego tanto ha gustado a las marcas a las que se ha asociado, estaba todavía por conocerse.
"La producción, si te fijas, no es que sea muy elaborada, contábamos un presupuesto bastante limitado", añade Verges. En todo caso, en aquel momento lo que se podía vender da Nadal era un gran tenista local. Lo que vino después fue otra cosa.
Imagen de Baleares
El caso es que lo que se encontraron quienes trabajaron con él fue, como siempre ocurrió después, un dechado de profesionalidad. "Es muy dispuesto, siempre tiene muy buena predisposición, si hay que repetir, se repite. Además, la gente tiene una falsa impresión de que rodar un anuncio de televisión es cosa fácil, y la verdad es que muchas veces es engorroso, es pesado, tienes que hacer 50 tomas de lo mismo, porque siempre hay un detalle que no sale bien. Siempre estuvo muy dispuesto, fue muy atento y hacía que las cosas fueran muy fáciles. En el caso de Rosdor fue menos complicado, pero cuando hicimos el de promoción turística del Govern Balear, que tenía que tirarse un par de paraguayos, le hicimos tirarlos como 20 veces, igual estaba harto, pero no protestó ni una sola vez. Él es muy profesional en todo lo que hace, no solo en la práctica deportiva", recuerda Verges.
"Como gran defensor y embajador de las Islas Baleares empezó a trabajar con ello. Era un chaval súper joven, y ya decían que iba a ser una pasada jugando. No era en mi estudio, tenía el pelo súper largo y ya en ese entonces veías que se entrenaba muy duro, al pasar más de una hora agachado decía 'las rodillas' cuidaba mucho las posiciones. A partir de ahí vinieron años buenísimos en los que tuve la suerte de estar cerca de su equipo", explica Esteva, el fotógrafo, que también pareticipó en aquella campaña.
"Cuando trabajas con él ves que está súper centrado, se lo tomaba siempre muy en serio y era muy humilde, viene de una familia en la que le han sabido inculcar esos valores. Cuando ha estado en mi casa, en mi estudio, siempre ha ayudado, si había que mover un trípode, o había que colaborar, o hacer una fotografía más, siempre lo hacía", añade Esteva.
En aquella primera gran producción, se generó un ambiente casi familiar: "Nosotros lo que hacemos en estos casos es arroparlo todo lo posible y ponerle un entorno cómodo. No dejábamos de ser todos mallorquines, que somos una especie de endogamia protectora. En seguida se encontró bien, cuando empezó a hacer cosas a nivel nacional estaba un poco más cohibido"
"Yo he hecho con ellos cinco o seis campañas y cada una que hemos hecho, como él iba creciendo, nosotros seguíamos siendo los mismos. Cada vez que lo veía era alucinante, porque iba cogiendo más tablas en el mundo de la publicidad. Su profesionalidad en el plató y en el rodaje te permitía aprovechar su tiempo. Luego es verdad que a medida que iba haciéndose famoso el tiempo de producción era cada vez más limitado, porque iba desbordado el chico, era una locura", remarca el fotógrafo.
Nadal, que siempre ha sido muy constante y poco dado a los cambios, ya acudía a aquellas grabaciones con el equipo que le acompañó toda su carrera. La parte comercial era cosa de Carlos Costa.
"Costa es un facilitador, tiene mucho background y ya en aquella época ponía todos los recursos necesarios para hacerlo fácil. Con Rosdor aún tenía más tiempo, pero cuando hicimos los del Govern Balear su disponibilidad era muy limitada, teníamos que planificar al milímetro todo lo que íbamos a hacer porque sabíamos que no nos iba a dar tiempo de repetir. Carlos Costa, en ese sentido, nos fue de una enorme utilidad, porque con él hacíamos toda la planificación previa y teníamos casi el minutaje de todo lo que debía hacer de plano a plano. En ese sentido, yo creo que no han podido ni mejorar, porque ya lo hacían muy bien desde el principio", recuerda Verges.
Rosdor ya no existe, pero todo el mundo allí quedó muy satisfecho con asociarse con Nadal. "Es un caramelo para cualquier promoción, y además en ambas campañas eran productos de marcado carácter local. Nadie puede representar mejor lo que quieres enseñar del carácter mallorquín que una persona de estas características. Aunque es cursi decirlo, no encuentras un embajador mejor que Rafa Nadal. Ahora creo que ya estaría fuera de las posibilidades de la empresa", zanja Verges.