La transversalidad del rugby: actores oscarizados, dictadores sátrapas, grandes literatos, famosos guerrilleros o futuros reyes
El deporte oval ha tenido jugadores bastante conocidos a lo largo de su historia.
De la gente famosa que ha jugado al rugby, pero que se ha ganado la vida lejos del deporte, se podría confeccionar un XV que incluye desde miembros de la realeza a guerrilleros pasando por presidentes de Estados Unidos, actores oscarizados, cocineros televisivos o dictadores sátrapas. No todo iban a ser hombres rudos con cara de malo y con su cuerpo lleno de cicatrices como recuerdo de las caricias de algún rival. El rugby, en sitios como Escocia, Argentina u otros países, se practica sobre todo en colegios de alto standing o en universidades repletas de cerebritos donde el acceso es muy limitado.
La sangre azul corre desde hace años por las venas del rugby. En Inglaterra, el príncipe Eduardo, hermano del rey Carlos III, fue un más que aceptable jugador en el muy elitista Jesus College de Oxford, y sus sobrinos William ―el heredero a la corona― y Henry siguieron su tradición en el prestigioso colegio de Eaton. Hasta la prensa del corazón se interesó por el rugby cuando persiguió a su madre, la princesa Diana, al rumorearse que mantenía una relación sentimental con el exinternacional del XV de la Rosa Will Carling, cuando ambos estaban casados. Algo parecido le ocurrió a la prima Zara Philips al saberse que mantenía un romance con otra estrella del rugby inglés como Mike Tindall.
Para el recuerdo está la figura de Alexander Obolensky, un oficial de caballería de la Guardia Imperial del zar perteneciente a la dinastía Ruríkida que consiguió huir de la ira de Lenin contra todo lo que tuviera vínculos con la realeza y exiliarse en Inglaterra. Llegó a debutar en 1936 con el XV de la Rosa derrotando a los All Blacks. La aventura del príncipe volador concluyó cuatro años más tarde de forma trágica cuando el avión que pilotaba como miembro de la Royal Air Force (RAF) fue abatido en la Batalla de Inglaterra. En España, un medio especializado en Casa Real como Monarquía Confidencial llegó a publicar que Felipe Juan Froilán de Marichalar y Borbón, el cuarto miembro en la línea de sucesión a la corona española tras sus primas Leonor y Sofía y su madre Elena, quiso intentarlo con el Cisneros, pero que aquella experiencia no fue de su agrado y lo abandonó para siempre.
En el mundo del cine hay actores y actrices que hicieron sus pinitos con el rugby. Ahora bien, solo uno obtuvo un Oscar. Fue el español Javier Bardem, que antes de ganar la estatuilla en 2008 por No es país para viejos, militó en el equipo de El Carmen hasta su desaparición y más tarde en el Liceo Francés. Le pusieron de pilier y no desentonó. Llegó a ser subcampeón de España con el colegio madrileño y campeón con la selección de Madrid. Hasta vistió la camiseta de España con la selección sub-16. Otros actores reputados como el galés Richard Burton o el inglés Peter O'Toole compartieron afición con Bardem; no así sus éxitos cinematográficos porque a pesar de estar ambos nominados en ocho ocasiones a los Oscar, nunca recibieron el galardón. En la lista de rugbiers oscarizados también aparece la figura del director y actor neozelandés Taika Waititi que recibió en 2020 el premio en el apartado de mejor guion adaptado por Jojo Rabbit. De joven militó en el club Poneke de Wellington.
Hay actores que jugaron a buen nivel, como el irlandés Richard Harris en el histórico Munster, el agente 007 Daniel Craig en el Hiylake RFCC, el neozelandés Russell Crowe o el estadounidense Matt Damon. Otros, sin embargo, abandonaron pronto el rugby, como Dwayne La Roca Johnson, el francés Gerard Depardieu o al hombre que se hizo famoso por sus películas de Frankestein y otras de terror, el inglés Boris Karloff, a quien se considera uno de los principales impulsores del rugby en Estados Unidos. Hay poca o ninguna información realmente veraz sobre la práctica de este deporte por parte de actores como David Niven, Sean Connery o Charles Chaplin. En Canadá, el fornido Daniel Cudmore llegó a jugar en el equipo de Vancouver aunque tuvo más éxito su hermano Jaime que estuvo enrolado en el Clermont del Top 14.
En España, aún se recuerdan las carreras por la banda de Antonio Resines con el balón en la mano. El cántabro llegó a jugar de ala en División de Honor con el desaparecido CAU de Madrid, equipo con el que perdió una final de Copa frente a la Santboiana. Otro actor español relacionado con el balón oval es Sergio Peris-Mencheta, que militó en las filas del Liceo Francés. La lista de artistas la completan algunos argentinos como Julián Weich (Alumni) o Chino Darín (San Isidro), el hijo de Ricardo Darín.
Pero, sin duda, el rugbier argentino del que más se ha hablado después de su etapa de jugador es Ernesto Che Guevara, conocido con el apodo de Fuser. No era un tipo fornido. Al contrario. Era bastante escuálido y padecía asma crónica, por lo que siempre vivió pegado a los inhaladores y obligado a realizar a diario ejercicios de respiración. De su etapa en Estudiantes de Córdoba se le recuerda como un medio de melé duro en el placaje. Ya en Buenos Aires firmó por el San Isidro, un club que ha ganado en 25 ocasiones el torneo de la URBA, y antes de retirarse jugó de tres cuartos en otros dos clubes: Ypora Rugby Club y el Atalaya Polo Club.
La afición por el rugby entre la clase política mundial responde a personajes variopintos como el dictador Benito Mussolini. Durante su mandato, Il Ducce encontró en los valores de este deporte una fórmula para su expansión a pesar de su marcado acento anglosajón en una época prebélica. Una disciplina enfocada en el verdadero juego de equipo, en la camaradería, en el crecimiento físico y en los valores del combate y la lealtad caló entre las juventudes fascistas en la década de los treinta. La caída del régimen Mussolini frenó, e incluso hizo que decreciera la afición del rugby en Italia. De hecho, pasó a ser un deporte relacionado estrechamente con el fascismo. Otro dictador que utilizó el rugby para fortalecer su régimen fue el rumano Nicolae Ceausescu, bajo cuyo mandato la selección consiguió derrotar a Francia. De esta forma, el rugby pasó a convertirse en un elemento de propaganda junto al fútbol o a la gimnasia para enorgullecer a sus habitantes y tratar de dar una imagen de normalidad de cara al exterior.
Estados Unidos cuenta con tres expresidentes que practicaron rugby. John F. Kennedy, en la universidad de Harvard; George W. Bush; en la de Yale; y Bill Clinton en Oxford. En Francia, el expresidente de la república Jacques Chirac jugó como segunda línea y también de número 8 en los juveniles del Brive. En Inglaterra, la lista ya es más extensa. Incluye a personajes como el carismático y antieuropeísta Boris Johnson en la Old Etonnian School o el exprimer ministro laborista Gordon Brown en la Kirkcaldy High School. Ya como excentricidad, se incluye la figura del sátrapa expresidente de Uganda Idi Amin. Este dictador, que quiso autoproclamarse emperador de África y bajo cuyo mandato de ocho años murieron o desaparecieron unas 300.000 personas, aprendió a jugar de segunda línea en Sandhurst (Inglaterra). Antes de dedicarse a la política militó en varios clubes de Kampala.
No ha habido en España ningún presidente del Gobierno que haya jugado a rugby, pero sí ministros. Mejor dicho, ministra. Se trata de Isabel García Tejerina, la exresponsable de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (2014-2016), que lo hizo en el equipo de Industriales de la Universidad Politécnica de Madrid. El ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, como buen vallisoletano, es aficionado, aunque nunca lo ha practicado. En cambio, sí hay presidentes y exvicepresidentes autonómicos con pasado rugbístico, como el canario Fernando Clavijo y el vallisoletano Francisco Igea.
En el Congreso está el portavoz del PNV, Aitor Esteban (Universitario Bilbao Rugby), quien durante su intervención en la última sesión de investidura de Pedro Sánchez utilizó gran cantidad de expresiones propias del rugby, lo que llamó la atención del resto de los diputados. Ya algo alejado de la política aparece en la lista el ex de Ciudadanos Toni Cantó, que vistió la camiseta del Tecnidex de Valencia, el equipo que se alzó con el campeonato liguero de División de Honor en 1983. Fuera de la política, ya es de sobra conocida la afición por el rugby del cocinero Alberto Chicote, que compartió convocatoria con Bardem en la selección madrileña.
Conan Doyle y Joyce, dos ilustres escritores encandilados por el rugby
De la literatura sobresalen los nombres del escocés Arthur Conan Doyle y del irlandés James Joyce. El autor de los libros de la saga de Sherlock Holmes, que jugó como delantero en el la Universidad de Medicina de Edimburgo durante varios años a partir de 1870, califica el rugby en su autobiografía Memories and Adventures como "el mejor deporte colectivo donde la fuerza, el coraje, la velocidad y los recursos son grandes cualidades para incluir en un solo juego". En El regreso de Sherlock Holmes narra la desaparición de un jugador de rugby de la Universidad de Cambridge la noche anterior a la celebración de un partido frente a la Universidad de Oxford. Y en La aventura del vampiro de Sussex desvela que el famoso doctor Watson jugó de ala en Blackheath, uno de los mejores clubes ingleses del momento.
Respecto a Joyce, ya desde sus años mozos se definía como un fanático del rugby al igual que Samuel Beckett. Para quienes han investigado su vida, el autor de Ulises quedó prendado del rugby el 14 de abril de 1923 cuando asistió en el estadio de Colombres (Francia) a un partido entre los locales e Irlanda. Perdieron los suyos y Joyce, enfadado, decidió memorizar el nombre de todos los jugadores que habían saltado al campo. Incluso tiró de ironía para justificar su presencia en el partido. "Tenía que ir a ver a los chicos de camiseta verde", dijo el célebre escritor. Aquella derrota de Irlanda en suelo francés escoció y mucho porque la isla se hallaba en medio de una crisis política para lograr independizarse de Reino Unido. De hecho fue la última vez que perdieron en Francia durante la década de los veinte. Como cualquier aficionado al rugby que se precie, Joyce también quedó encandilado tras ver en 1925 a los All Blacks con su haka, un hecho que relató en su novela cómica Finnegans wake.
A nivel artístico e internacional, y en lo que a rugby femenino se refiere, sobresale la figura de Candice Orsini, conocida por su participación en películas como Cocoon, de Don Howard, o Secuestradores de cuerpos, y que llegó a disputar tres ediciones de la Copa del Mundo representando a Estados Unidos. En la lista de actrices con pasado en el rugby se encuentra también Jessica L. Harbeck, que ha intervenido en obras como True Blood o American Horror Story después de haber jugado durante varios años como zaguera en la universidad de Colorado. La canadiense Miranda Kwok, conocida en España por su papel de médico en la exitosa serie Urgencias, fue jugadora en su ciudad natal en los Toronto Saracens y más tarde en los Toronto Barbarians. Otra actriz con pasado en el mundo del rugby es la estadounidense Rebeka Choudhury, que hizo sus pinitos en el deporte del balón ovalado como actividad extraescolar.