NATACIÓN

Jessica Vall se pone en la piel del último Rafa Nadal para ahondar en su retirada: "Lo veía en la pista con una piedra en la mochila"

La nadadora repasa en Relevo sus grandes éxitos y reflexiona sobre un duelo que debe vivir todo deportista y que es duro.

Alberto Martínez

Alberto Martínez

El martes Jessica Vall vivió una tarde de emociones fuertes y únicas, donde recogió todos los frutos de medallas y recuerdos que labró en su carrera deportiva. La nadadora del CN Sant Andreu dejó atrás 30 años vinculada al agua, primero como una niña que aprendió a nadar y demostró una sensibilidad innata por el agua, por la braza, y después de una deportista con hambre competitiva que rompió cualquier DNI en la natación. Vall brilló de los 24 a los 30, y después vivió cinco temporadas con dos Juegos Olímpicos, sin medallas internacionales, pero dejando huella en las nuevas generaciones.

Aún con las emociones a flor de piel, atiende a Relevo para hablar del proceso de la retirada que ha seguido de forma paralela con Rafa Nadal, y de sus mejores éxitos, de esos momentos en los que se sentía capaz de todo en la piscina. Y de esos Mundiales de Kazán en los que logró lo más difícil, una medalla en ese escaparate, algo que desde 2010 solo lograron Melani Costa, Mireia Belmonte y Hugo González.

¿Cómo se prepara un deportista para la retirada? ¿Cuánto tiempo maduraste esa idea?

Es una parte de la etapa deportiva, preparar la retirada. No tiene que haber timmings, cada deportista tiene los suyos. Hay muchas cosas que marcan la retirada, como lesiones, el futuro laboral… Todo eso puede atrasar o adelantar la decisión. Yo me encontré con la duda. Yo destaqué tarde. Se me preguntaba muy a menudo por la edad, pero realmente no pasaba por mi cabeza dejarlo porque estaba en mi momento álgido. Pero me hacía reflexionar, me preguntaba, ¿por qué me lo dicen? ¿Debo retirarme? Es cierto que una vez hablando con mi entrenador, decíamos que te sueles retirar cuando hay un bajón deportivo. En 2019 estaba con indicios de depresión y valoré retirarme porque mi nivel deportivo bajaba.

¿Y qué te aconsejó él?

Él me dijo que yo lo sentiría. Que no lo debía hacer por presión o por bajadas de rendimiento, sino cuando tuviera otras inquietudes. Me puse como alarma cuando me sonara el despertador y me costara levantar para afrontar el día. Después de Tokio, en septiembre de 2021, me empiezo a preparar. Son como las etapas del duelo, dejas a un lado una parte de tu identidad. Y lo vivirás así de crudo, lo hagas bien o no, pero el objetivo era poder canalizar esas emociones. Y eso me dio confianza. La incertidumbre ya lo llevo fatal. En ese momento, miro fechas para ver cómo lo hago. La idea era hacer ese ciclo olímpico, pero veía lejano París 2024. En diciembre de 2022 y enero de 2023 le digo a mi entrenador que mi cuerpo ha hecho un click y quiero probar ir a los Juegos. Y justo la semana después me lesionó en un pie… No era el escenario mejor.

¿Y ahí no pensaste qué no merecía ya la pena?

Al volver de la lesión fue difícil. Había dudas. La gente me decía, 'eres mayor, te has lesionado, encima el pie, no tendrás la misma patada nadando braza, no serás tan rápida'… Tuve este hándicap, y al empezar 2024 ya sabía que iba corta de preparación, pero quería retirarme sintiéndome luchadora, confiada y compitiendo. Y el escenario perfecto era París, pero eso dependía de unos resultados. Lo que podía controlar era cómo me tenía que sentir. Me sentí luchadora antes del Nacional, estuve en podios en el Mare Nostrum, y eso me ayudó. Y me cayó el regalo de los Juegos, fue espléndido. El broche fue ese, poder decir adiós en ese escenario. Pero el reto era cómo quería afrontar la parte final o cómo quería que me recordaran al final, porque las medallas forman parte del pasado… Los niños que nadan conmigo ni lo saben, creo.

Tu retirada llega apenas unas semanas después de la de Nadal. ¿Has seguido de cerca su proceso y has pensado muchas veces en cómo lo ha gestionado él?

Empaticé mucho con Nadal, era un referente. Salvando las distancias, claro, no le llego ni a la suela de los zapatos… pero me fijaba en cómo afrontaba las últimas ruedas de prensa. Yo pensaba, sé lo que pasa por su mente, es como si tu rendimiento está cuestionado por tu estado físico o por el DNI. Si alguien es menos relevante no será tan cuestionado, pero si estás en el top… Sí que le exigen. No sé si generar dudas es bueno para el rendimiento. Tú luchas para ganar, pero el entorno duda y las preguntas también te hacen dudar. Es como salir a la pista con una piedra en la mochila. Tenemos que tener cuidado con eso.

Echas la vista atrás, a esos Juegos de Londres 2012 que ves por la televisión con 23 años, y ¿te crees todo lo que has conseguido?

Si en 2012 me dicen que iba a vivir tres Juegos e iba a ganar medallas, a vivir experiencias… No se me pasa por la mente, pero era un sueño que tenía dentro. No me visualizaba haciendo esto, pero era parte de mi día a día. Es mi llegada al CN Sant Andreu, es encontrar a Jordi Jou, es formar parte del equipo nacional de 2013 para el Mundial de Barcelona... Ahí es cuando empiezo, al menos, a quererlo.

Club, entrenador y equipo. ¿Ese es tu mejor consejo a los jóvenes?

Mi receta del éxito sería esa. Primero, ser parte de un equipo. Y ese puede ser el Sant Andreu, mi familia, el barrio o la Selección. Es compartir los éxitos y ser parte de un equipo, porque ese poder es más grande. A veces no lo entendemos en los deportes individuales. Entrenamos en equipo. Luego, sí, la carrera es individual, pero el equipo es clave. Y también tener un entrenador que quiere crecer contigo y que te da sabiduría. Y que está contigo, y en ese sentido fue clave para tener una carrera larga, creer que no soy un número más; él ha entendido mis etapas. Sabía cuando necesitaba salir del foco, aunque él no quería, y cuando tenía que estar al cien por cien. Somos personas, no máquinas. Es clave que nos cuiden. Y, por último, que el club tenga los recursos y la maquinaria para acompañarte. Son las tres piezas clave.

Y le llevó a la medalla de bronce en los Mundiales de 2015. ¿Se cree aquello?

Lo que me pasó era algo imposible. En 2013 vi a Mireia Belmonte ganar muchas medallas, a Melani Costa, vi nadar la final del 200 braza a Marina García. Merche Peris y Aschwin compitieron por finales. Hasta Judith Ignacio. Y yo pensé, en dos años quiero nadar una final e intentar ganar medalla. Pero sabía que tenía mucho que recorrer, no estaba en la elite. Me presento al Mundial de Kazán de 2015 con el reto de estar en la final de los 100 y 200 braza. No quería ir a una prueba solo. Mireia ahí me inspiró, ella se repartía la presión en muchas pruebas. No quería poner todos los huevos en la misma cesta. Los dos eran importantes.

Y empezaste por los 100 braza...

Quedé la 16. Lo hice fatal. Las sensaciones fueron horribles, me vino la regla… Salí pensando que haría 2:35 en 200 braza, que no había opción, lloraba como una magdalena. Yo estaba en la grada, en lo alto del estadio del Rubin Kazán, hablando con Jordi Jou. Y él me decía que sí podía, que son cosas diferentes, que estaba preparada… Pero yo nada, erre que erre. Y llegó Casti (José Antonio del Castillo, exdirector técnico), me escuchó dos minutos y me dijo: 'se acabó, mañana lo nadarás, todo será diferente, volveremos a tener dos ranitas en semifinales y luego ya se verá'. Y me sacó de ese bucle. Jordi me decía, 'llevo aquí una hora aguantando tus llantos y este en un minuto te deja tranquila…

Y todo fue rodado.

Nadé las eliminatorias bien. Entramos Marina García y yo a semifinales. Jordi me dijo que tenía que engancharme a la de al lado, ella me iba a dar el pase a la final. Tenía que estar en su cadera. Lo hice y entré a la final por la calle 1. Estaba muy contenta. Por fin lo he conseguido. Estaba suavizando y llegaron Jordi y el biomecánico Andreu Roig. Y camino del hotel me dicen que hay cinco chicas en 2:22, que si bajamos la marca estaremos en medalla. Hay dos superiores, pero las otras estamos en un pañuelo. Aunque vayas por la 1, hay opciones. Recuerdo que la china por la 8 nadó desempate, y la descartaban porque ya era su cuarto 200 braza.

"Estaba suavizando y llegaron Jordi y el biomecánico... Podemos estar en medalla"

¿Y cómo viviste esa carrera?

Me hablaron de la calle 2, la canadiense, que salía fuerte, pero bajaba en los últimos 50. 'No verás a las demás, pero es clave que estés con ella e intentes pasarle en el último 50'. E hice eso. Pero cuando miré el marcador no entendía nada.

Fue histórico ese podio...

Veía mi calle iluminada, había ganado medalla, pero veía muchos 2:22 y 3. Y cuando lo pusieron en orden vi que habíamos conseguido tres nadadoras el bronce. Viví ese podio con Pedersen, mi referente, la mejor, ella con el bronce con una cara de haber perdido y yo con el bronce, contentísima. World Aquatics siempre recuerda que nunca había habido un podio con cinco medallistas. Si hay dos platas no hay bronce, pero si hay tres bronces, hay plata y oro. Solo tres se quedaron sin medalla.

¿Qué otros dos momentos recuerdas?

Hay dos momentos en los que me siento orgullosa. En Copenhague, el Europeo de piscina corta de 2017. Hay pocos momentos en los que un deportista siente que es imparable. Y eso son los que te llenan. Es momento de flow mental, de estado físico, de cómo lo afrontas. Y allí lo tuve. Aunque algunos deportistas parecen seguros, pero todos tenemos dudas y fantasmas. Para mí, mi entrenador era una parte importante en mi confianza, en dejar fuera las emociones… Recuerdo que él me acompañaba a la cámara de salida de la final, y siempre me daba instrucciones, y yo le dije, 'da igual', sube a la grada y disfruta'. Él me dice que se fue y se paró a llorar, que era la primera vez que lo decía… 'Joder, esta tía que va a hacer' (fue oro en los 200 braza). Y el segundo momento fue en un Open de Amsterdam de 2019, que es cuando he pasado mi peor año, de depresión, burn out, y luchas contra tu mente, intentando reencontrarte, sin hallar la salida… Y allí me da un click mental, que incluso hizo un post en Instagram luego. Me volví a encontrarme bien. Lo he recuperado.

¿Cómo quieres que te recuerden tus compañeros?

Para mí un valor que llevo arraigado es el de la justicia. Siempre quiso avalar por los derechos de los que más lo necesitan. Hay que proteger a los nadadores y utilizar mi altavoz para mejorar la natación y espero que se me recuerde así.

¿Algún mensaje más?

Un momento especial fue cuando no logré la mínima para París. Recibí más mensajes de ánimo que cuando gané medallas. Pocos lo puede decir. Si hubiera logrado la mínima, muchos no me hubieran escrito. Me sentí muy querida.