NATACIÓN

La confesión por la adicción al móvil de un triple campeón olímpico: "Hubiera preferido nacer 50 años antes..."

Grant Hackett, uno de los mejores fondistas de la historia, se sincera en el 'Courier Mail' de Australia y repasa su vida.

Grant Hackett, con todas las medallas olímpicas al cuello, en septiembre de 2020 en Melbourne. /GETTY
Grant Hackett, con todas las medallas olímpicas al cuello, en septiembre de 2020 en Melbourne. GETTY
Alberto Martínez

Alberto Martínez

Seguramente eclipsado a nivel mundial y mediático por Ian Thorpe, el icono de la natación que logró ganar entre Sidney 2000 y Atenas 2004 nueve medallas olímpicas (cinco oros), Grant Hackett no ha logrado la trascendencia que sus logros merecen. No así en Australia, donde es el gran fondista, el triple campeón olímpico de carácter en ocasiones melancólico como ha confesado en una de sus últimas entrevistas, la que ha concedido esta misma semana al Courier Mail. Tan mecánico era en el agua como inconformista y adictivo seguramente al éxito y la conectividad, una tendencia que se generaliza en muchos nadadores durante su actividad o después. No hace falta que vaya lejos para buscar un ejemplo exagerado, como el de Thorpe y su depresión.

Hackett, en primer lugar, confiesa la tristeza que sentía pese a la alegría generalizada cuando conseguía una plata olímpica. Él quería trascender, ganar todo, pero en ocasiones por detalles o décimas se le escapaba ese oro. Y no lo digería. Su sonrisa era en parte postiza. "Hay un elemento de insatisfacción eterna: llegas a la competición con metas muy, muy altas. Como en los Juegos Olímpicos de Atenas, donde quería ganar tres medallas de oro. Gané dos de plata y una de oro y todo el mundo lo vio como un éxito, porque volví a ganar los 1500", se arranca el nadador entrenado por el ahora polémico gurú de la natación china Denis Cotterell.

"Pero cuando volví a casa, pensé mucho en las medallas de plata. Solía ser muy duro conmigo mismo en ese aspecto. Siempre pensé que algún día lo dejaría pasar, pero no lo haces, porque en realidad estás hecho de una determinada manera. Y cuanto antes aceptes que estás hecho de esa manera y te sentirás decepcionado cuando la gente vea el éxito, creo que está bien. Simplemente te hace ser quien eres. Hace que probablemente hagas lo que haces tan bien", reflexiona. Seguramente, sus reflexiones se pueden prolongar a otros nadadores que para ellos solo la victoria era el objetivo. La plata era un triste consuelo.

Hecho de la misma pasta que Phelps, Ledecky... Y su teléfono móvil

Lo mismo le hubiera ocurrido a Michael Phelps en los Juegos de Pekín 2008, cuando logró ganar ocho oros y establecer el récord de más títulos en una edición dejando en la cuneta a Mark Spitz. Una plata hubiera sido una derrota. Igual sentimiento le despertó a Katie Ledecky, imbatible en los 1.500, 800 y 400 libre durante siete años, quien después vio como otras nadadoras, especialmente la australiana Ariarte Titmus, la relegaba del primer cajón. "A veces, en esos grandes momentos, por mucho que ganes una medalla de plata o llegues a una final o hagas algo que el 0,1 por ciento de las personas podrían tener la oportunidad de ver en algún momento de su vida, casi tienes que aceptar que un atleta o un individuo en ese nivel de éxito tiene enormes expectativas sobre sí mismo", prosigue. Y concluye: "Todavía miro esas medallas de plata y siento una sensación de tristeza".

Ese pensamiento lo refleja Hackett en otros aspectos de su vida. Uno de ellos es el uso de las nuevas tecnologías, que él empezó a compaginar, con los primeros móviles inteligentes, al final de su etapa deportiva. Hoy en día reconoce que se ha visto superado e, incluso, hubiera preferido vivir en otra etapa: "Siento que debería haber nacido hace 50 años o algo así, solo para bajar un poco el ritmo, porque ahora nunca te desconectas. A veces, cuando usas tus dispositivos, miras cosas en mitad de la noche, y yo soy culpable de hacer eso... simplemente veo que nada se detiene", reflexiona. Y eso le incomoda.

Según la Uco, en España el 25% de los ciudadanos entre 18 y 64 años muestra síntomas de estar enganchado a internet y un 26% reconoce que su vida personal depende del móvil, con un uso de más de 22 horas semanales. Para los deportistas de alto nivel, muchos entrenadores están intentando incluir su uso en las normativas y códigos disciplinarios. E, incluso, en la Eurocopa de Alemania de fútbol el seleccionador italiano, Spalletti, racionalizó el uso de los videojuegos.

Una vida con altibajos que se trasladaron a la vida familiar

Hackett es un 'coco'. Era un nadador con inquietudes con un ritmo de vida frenético: tiene una doble titulación en comercio y derecho, y un MBA ejecutivo de la Bond University. Tiene dos hijos, Jagger Emilio y Charlize Alley con su primera esposa, la cantante australiana Candice Alley, y dos hijos más, Edward y Olympia, que nació en 2023, con su segunda esposa Sharlene Fletcher. Y reconoce que toda la presión que sufrió de nadador la canalizó en su matrimonio: "Por mucho que haya tenido que lidiar con el lado difícil de tener un perfil, es como decir, bueno, ¿sabes qué? No puedes tener todo lo bueno y luego esperar no tener algo de lo malo. A veces atraviesas períodos difíciles en la vida. Así es como funciona". Se sinceró un súperclase en el agua.