'El renacido' Fabio Quartararo confirma el paso adelante de Yamaha: "Todo sale más natural"
El galo ha terminado segundo en la primera jornada de entrenamientos del Gran Premio de Francia.

Las cosas han cambiado dentro del muro de Yamaha. Lo que hace apenas un mes se percibía como un espejismo empieza a consolidarse como una tendencia real. La M1 ha dejado de ser una moto errática para convertirse, poco a poco, en una herramienta competitiva. Así lo demuestra Fabio Quartararo, que ha arrancado su Gran Premio de casa en Le Mans con una actuación ilusionante: segundo tras la primera jornada de entrenamientos, a tan solo una décima del mejor tiempo marcado por Marc Márquez. No es casualidad. Es evolución.
Y no es una cuestión únicamente de cronómetro. Es algo más profundo. Quartararo ha recuperado algo que llevaba tiempo buscando: la confianza. "Es un día positivo, porque el ritmo es bueno, tanto a una vuelta como en las tandas largas. Esperamos dar otro pasito adelante mañana", explicaba con una sonrisa al terminar la jornada. En sus palabras, en su lenguaje corporal, se nota que vuelve a sentirse competitivo, que ha dejado atrás la frustración y que vuelve a mirar a los de arriba de tú a tú.
Porque lo de Jerez, que acabó con una pole y un podio tras meses de sufrimiento, sorprendió incluso al campeón de 2021. "En Jerez no esperábamos ir tan deprisa, fue una sorpresa. Aquí todo sale más natural, tanto en las tandas largas como a una vuelta", explicaba ya con una actitud más serena, más consciente de que el rendimiento no es flor de un día. En Francia, en el trazado que mejor conoce y ante un público entregado, Quartararo se ha reencontrado con su mejor versión.
Y lo ha hecho en un momento clave, cuando Yamaha empieza a mostrar las primeras señales tangibles de su transformación. Tras el test posterior al Gran Premio de España, la fábrica de Iwata introdujo una nueva especificación de motor que ha sido un soplo de aire fresco. "El nuevo motor va bien, sobre todo al poner quinta y sexta. Ganamos un poco de tiempo en las rectas, que siempre está bien", afirmaba el campeón del mundo de 2021. En un Mundial donde las diferencias se miden en milésimas, cada metro ganado en aceleración es oro puro.
Un escenario ideal
El Diablo, sin embargo, no se deja llevar por el entusiasmo. Es consciente de que Le Mans, con su buen agarre natural y sus características favorables para la Yamaha, puede ser una excepción. "Hay que ser realistas y saber que cuando vayamos a circuitos con menos agarre no estaremos tan bien", advertía con madurez. Aun así, reconoce que por primera vez en mucho tiempo tiene una moto que le permite jugar a atacar. Y lo está aprovechando.
En esa línea, el objetivo para el sábado es ambicioso pero realista. "La pole es posible, especialmente porque puedo desconectar mi cerebro durante esa vuelta cuando tengo confianza en la moto. Hay que ver hasta qué punto puedo desconectarlo. Pero la meta realista es estar en la primera línea", explicaba entre sonrisas. Esa mezcla de ilusión y mesura define a un piloto que ha aprendido a convivir con la frustración y que ahora saborea cada progreso como una victoria.
El Gran Premio de Francia es siempre especial para Quartararo. Es el único momento del año en el que corre arropado por miles de aficionados que lo consideran un héroe nacional. Pero este 2025, la cita en Le Mans tiene un sabor diferente. Por primera vez en mucho tiempo, no sólo corre con la emoción de estar en casa, sino con la sensación de que puede ganar. De que vuelve a estar ahí.
Yamaha, por su parte, respira aliviada. Tras muchos meses de trabajo, cambios internos y apuestas técnicas arriesgadas, empieza a recoger frutos. La competitividad mostrada por Quartararo y también por Álex Rins, aunque más alejado en tiempos, confirma que el rumbo es el correcto. Queda mucho por recorrer, pero el punto de partida ya no es el mismo.