"Me gusta hacer llorar a mi padre, porque cuando llora, es de verdad"
El piloto madrileño reflexiona acerca del camino que le ha llevado hasta el título, y lanza palabras de cariño a Ducati y Bagnaia.
Circuito de Barcelona-Cataluña-. Jorge Martín ha madurado mucho en este 2024, sobre todo con ese trabajo psicológico que tanto él como su entorno consideran como la clave del salto que ha dado de un curso para otro. Porque, aunque en las dos temporadas haya sido capaz de llevar la pelea por la corona hasta el último día, con éxito a la segunda este domingo, en esta ocasión lo ha hecho de una manera muy sólida, casi perfecta, como se atrevió a conceder uno de sus rivales, Enea Bastianini. Perfecta por vencer a un rival colosal como Pecco Bagnaia, que en Montmeló sumó su décima victoria de la temporada. Pero ese nuevo Martín mantiene mucho de la versión anterior.
Porque sigue siendo un manojo de nervios, con un toque de hiperactividad, y a más avanzaba en su agenda de compromisos post coronación (ceremonia en la pista, parque cerrado, podio, entrevistas con todas las televisiones, rueda de prensa en inglés…), más le aparecía esa ansiedad de pasar a la siguiente fase, la de volverse loco en su box con los suyos. "Ha sido una carrera muy larga, pero estaba preparado para una carrera larga, e incluso he disfrutado. Me he acordado de mi familia en estas últimas seis o siete vueltas, pero gracias al trabajo mental que he realizado he podido reenfocarme y ser competitivo".
Martín cumplía con la prensa española, sobre todo con esos a lo que ha estado viendo año tras año, con los que coincidía en esos viajes ajustados (económicamente hablando) desde Madrid para disputar la Red Bull Rookies Cup, el trampolín que le llevó al Mundial. Viajes a los que siempre iba acompañado de Ángel, su padre, como ahora, el hombre del que heredó el dorsal, la persona que le bautizó como 'Martinator', y la que tiene siempre al lado en su garaje. "Hemos llorado juntos, y mi padre no es alguien que llore mucho, y me gusta hacerle llorar, la verdad, porque cuando le hago llorar es cuando es de verdad", respondía a la pregunta de Relevo el madrileño.
"Es la figura principal, pero igualmente mi madre, lo han sufrido ambos a la par, los dos son los que han estado sufriendo para hacerme seguir cuando no tenía ni idea de lo que era una crisis, cuando no tenía ni idea de lo que era estar en el paro. Seguir luchando, peleando, mi familia, mi tío, mis abuelos… Mi familia más cercana". De esas personas de las que ha estado acompañado en las últimas carreras. De su madre Susana Almoguera y de su hermano Javier en Malasia y aquí, por supuesto, de su novia María. Y en Valencia, también, de sus abuelas, del tío que le ayudó, de sus tías. "Podría estar diciendo nombres toda la tarde. Gracias a toda la gente que me ha apoyado, y que se sienta identificada cuando doy las gracias. Toda esa gente es para la que de verdad va el título".
Con mención especial a su abuelo Ángel, que no pudo estar en el circuito, y a su abuelo Rafa, que le vio ganar desde el cielo. "Pero luego está mi equipo, Pramac, se lo merecen más que nadie. Estoy agradecido de no haberme ido a ningún sitio porque al final lo he ganado con ellos, y son los que se lo merecen, y esto se lo van a llevar para toda la vida". Unos agradecimientos que Martín extendió a su marca, Ducati, la que le ha decepcionado dos veces en su carrera deportiva, la primera al elegir a Enea Bastianini para su equipo oficial, la segunda al elegir a Marc Márquez para acompañar a Pecco Bagnaia, una decisión que va a hacer que desde el martes se suba a una Aprilia.
"Obviamente, he tenido dudas", reconocía a Relevo sobre una posible intervención de la marca en la pelea por el título. "Pero, al final, Ducati nunca me ha defraudado. Vale, han hecho otra elección, y esto no lo puedo controlar, así que me centro en lo que puedo controlar, que es en pilotar la moto. Pero a nivel técnico siempre me han dado el apoyo. Incluso hoy, cuando antes de la carrera le he dicho a Gigi (NdR: Dall'Igna): 'Gigi, no sé qué hacer con la rueda de atrás. Por favor, ayúdame'. Ha venido al box y hemos estado hablando un rato. O sea, hasta en el momento más crítico en el que dirías 'Igual ni me responde y me deja en visto', ha venido a ayudarme. Nunca me han defraudado. Ducati ha confiado en mí, me han puesto en la mesa contratos increíbles. Es una pena no haber cerrado este ciclo, pero la vida es así, y estoy muy feliz por lo que viene".
Esto tras un año en el que ha protagonizado una rivalidad excelsa con un piloto que fue su compañero cuando debutó en el Mundial, Bagnaia, con el que compartía habitación cuando los dos corrían para Jorge Martínez Aspar en Moto3. "Pecco es una persona increíble. Dentro del paddock creo que es de admirar el respeto que nos tenemos ambos. Me hace mejor cada día, porque que haya conseguido once victorias, que vaya tan rápido, me hace llevarme a mi límite. Y espero yo a él también llevarle a su límite. Creo que es una historia bonita que ambos compartiéramos habitación, que fuéramos niños, y que ahora estemos ganando mundiales". Los dos que se han jugado los dos últimos de MotoGP, la clase reina.
¿Y qué le diría este Jorge Martín a aquel que debutó en el Mundial cuando casi estuvo a punto de no encontrar una moto para hacerlo? "Nada, que al final lo ha hecho perfecto. Ese chaval era más fuerte mentalmente de lo que pensaba, luego con los años vas cogiendo miedos, vas teniendo mucha información y esto es muy difícil de gestionar. Llegamos a la élite muy jóvenes, y es como una caja de bombas, puede explotar por cualquier lado. Así que teniendo esa cabeza gracias a la educación que me han dado mis padres he podido saber dónde trabajar, para poder llegar aquí". A ser el quinto español campeón del mundo de la clase reina, uniendo su nombre a los de Alex Crivillé, Jorge Lorenzo, Marc Márquez y Joan Mir.