El niño humilde que deseaba ser como Valentino Rossi pone la guinda a una vida de sacrificios: "Tiene más tornillos en el cuerpo que huesos"
El madrileño se ha convertido este domingo en el primer campeón con moto satélite en la era MotoGP.
Circuito de Barcelona-Cataluña-. "Por fin". Probablemente, si hubiese que contabilizar las palabras más repetidas por Jorge Martín y su entorno en la celebración de su título de MotoGP, "por fin" se llevaría la medalla de oro. Dos palabras con mucho sentido si tenemos en cuenta que el madrileño es uno de esos pilotos que tuvo que sacrificarse literalmente por un sueño. De familia humilde, una de esas historias de amor y pasión por el motociclismo que llevó a la familia Martín Almoguera a hipotecarse para ver cumplir el sueño de su hijo.
De hecho, se podría decir que el destino de Martín estaba escrito incluso antes de nacer. De padres aficionados al motociclismo, su hijo, como no podía ser de otra manera, tenía que ser piloto. Siguiendo con el sueño que años antes había comenzado su padre. "Corrió a nivel amateur, en el RACE, llegó a correr alguna con gente que estuvo en el Campeonato de España, pero era su hobby y su pasión. Yo lo heredé", dijo hace un tiempo el madrileño en una entrevista con Marca. De hecho, utiliza el número 88 en honor suyo porque era el mismo que usaba: "Lo llevo porque a mi padre en su segunda o tercera carrera le tocó el 88. Le gustó y ya lo dejó y cuando yo empecé lo heredé".
Cuando apenas levantaba un palmo del suelo y Valentino Rossi dominaba en MotoGP, Martinator -apodado así por su hermano-, ya soñaba con ser como el nueve veces Campeón del Mundo. Desde entonces, lo que comenzó como un sueño de dos acabó convirtiéndose en un proyecto de familia. "Proyecto" porque el camino, aunque suene a tópico, no ha sido fácil. Perteneciente a Madrid, una ciudad con poca cultura motera en comparación con Barcelona y Valencia, las ayudas para este tipo de casos eran escasas y la familia de Martinator solo tuvo la opción de sacrificarse, con todas las letras, por un sueño.
Con su equipo, con su familia 😍@88jorgemartin, EL TRIUNFO DE UN CHAVAL NORMAL QUE SE ATREVIÓ A SOÑAR MUY FUERTE#SolidarityGP #MotoGP 🏁 pic.twitter.com/iq5x0ITaXH
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El sacrificio de una familia
"Todos hemos sacrificado mucho por esto. Todo lo que ganábamos se iba a las motos. Nos olvidamos de las vacaciones para poder pagarle los neumáticos", confesaba su madre en el documental de DAZN sobre el ya Campeón del Mundo de MotoGP. "La cesta de la compra pasó a ser cerdo-pollo-macarrones y dejamos de hacer muchas cosas", rememora Susana, que incluso vendía pulseras para poder pagar los neumáticos de su hijo. "Cada carrera nos costaba 1.700 euros", recuerda Ángel, su padre. "Un equipo nos llamó para correr el campeonato de España, pero nos pedía 200.000 euros y ni los teníamos ni nos podíamos endeudar".
Desde los inicios, la suerte no ha terminado de jugar a favor del madrileño, aunque se podría decir que eso solo hace que sepa mejor la victoria. Su primera oportunidad llegó con su aceptación para correr la Red Bull Rookies Cup -una copa de promoción-, que le vio coronarse en 2014. Un año más tarde, el madrileño ya formaba parte de la extensa parrilla de la categoría pequeña, eso sí, con una moto inferior a la del resto. Con Pecco Bagnaia como compañero de equipo y el equipo humano de Aspar.
"No fueron fáciles los primeros dos años con Mahindra en el Mundial, porque obviamente a nivel mecánico no teníamos lo mismo que una Honda o una KTM, pero yo creo que esto le hizo muy fuerte y le hizo saber sufrir también", nos confesaba el jueves su mánager, Albert Valera, uno de los culpables de que el '89' sea hoy campeón del mundo de MotoGP.
El punto de inflexión
Lo de después tampoco fue un camino de rosas. En su trayectoria en Moto3 (donde consiguió su título en 2018), el madrileño tuvo varias lesiones que le complicaron la existencia. A pesar de eso consiguió su primer título, dio el salto a la categoría intermedia donde estuvo apenas un par de años y su talento hizo que el Pramac decidiese apostar por el que ha sido su diamante en bruto.
Su punto de inflexión llegó en el Gran Premio de Portugal en 2021. Entonces, Martín se fue al suelo en la tercera sesión de entrenamientos libres, el resultado fueron más de siete fracturas por todo el cuerpo y una carrera que, por momentos, se tambaleó. "Creo que pasó cuatro o cinco veces los 25G, que es el umbral del dolor humano", nos contaba hace algunos meses su hermano.
¡HISTORIA DEL MOTOCICLISMO ESPAÑOL! 🇪🇸@88jorgemartin completa la gesta y es el NUEVO CAMPEÓN DEL MUNDO DE #MotoGP
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¡Este tío no viene de un satélite, este tío viene DE OTRO PLANETA! 🥹👏🔥🪐 pic.twitter.com/bcSwuUrncj
Y como de todo lo malo sale algo bueno. De ese momento que probablemente pase a ser uno de los más complicados en la vida deportiva de Martín surgió el ya famoso Martinator. "Tiene más tornillos y placas en el cuerpo que huesos. Por eso el mote de Martinator: mitad hombre y mitad robot", desvelaba Javi, su hermano, y el culpable del ya tan conocido apodo.
El resto es una historia de amor-odio. Dos temporadas luchando por el título, una primera, la pasada, en la que todo se fue al traste más por un tema mental que de talento. Y una segunda en la que precisamente esa fuerza mental le ha llevado a ser más regular que su rival y a terminar ganando el título de campeón.
"Por fin, no tengo palabras", decía su madre. "Gracias", las que repetía su hermano constantemente. Hoy, el niño que no quería que su madre le leyera cuentos de pequeño ha acabado escribiendo su propia historia. A lomos de la Pramac con la que debutó allá por 2021 y que ha cerrado este domingo en Montmeló con un título, el más importante. En plena celebración, una de las señas de identidad del de San Sebastián de los Reyes, la bandera española con el toro de Osborne en honor a sus inicios. Y entonces, la historia cerró su capítulo.