MOTOGP

Viaje por los fichajes más recordados que ha dejado la historia de MotoGP

Repasamos grandes movimientos en el mercado de MotoGP/500cc en la semana en la que ha estallado la parrilla para 2025.

Viaje por los fichajes más recordados que ha dejado la historia de MotoGP
Borja González

Borja González

El mercado de fichajes de la clase reina ha cambiado mucho con los tiempos, una historia en la que ha dejado movimientos sonados. Si nos remontamos a la famosa época de las 500cc, los aficionados más curtidos recordarán pasos históricos de estrellas de las dos ruedas, como el de Geoff Duke de Norton, con la que había ganado un título del medio litro, a Gilera, una vez que entendió que su marca de toda la vida empezaba a dejar de ser competitiva; el británico ganaría tres títulos seguidos de 1953 a 1955 con los italianos. También, el más laureado de la historia, Giacomo Agostini, dio el paso y dejó su clásica relación con MV Agusta para recalar en Yamaha en 1974.

Agostini estaba incómodo tras la llegada de Phil Read, y se sentía en cierta medida maltratado (incluso traicionado) con el trato a su compañero de marca, así que aceptó la oferta de los japoneses, que por entonces se valoró en unos 15 millones de las antiguas pesetas (unos 90.000 euros), siendo capaz de sumar una corona más a su tremendo palmarés: se llevó todos los títulos de 500cc de 1966 a 1972, ambos incluidos, Read se hizo con los de 1973 y 1974, este segundo con el italiano ya en Yamaha, y Ago se llevó el de 1975.

Otros dos movimientos de aquella época fueron los de Randy Mamola de Honda (a la que había llegado desde Suzuki) a Yamaha para correr en el equipo de Kenny Roberts patrocinado por Lucky Strike; o el de Eddie Lawson de Yamaha a Honda, este con polémica alrededor del anuncio. El norteamericano llevaba un tiempo intentando dejar a los primeros, y a finales de 1988, antes de correr una prueba en Japón, en Fuji, se fue a Estados Unidos a rodar un anuncio para Marlboro en Laguna Seca. Durante su vuelo hacia Asia se conoció que se marchaba a Honda, y al aterrizar en Tokio se encontró a la comitiva de Yamaha tan enfadada que tuvo que buscarse la vida para llegar solo a Fuji. En 1989 sería campeón con Honda.

Y entremos ahora ya en la era moderna, en MotoGP. Había una tradición no escrita por la que el mercado no solía activarse hasta el verano, más o menos en agosto, cuando se corría la prueba de la República Checa, y podía mantenerse abierto hasta la última carrera; eso se fue dinamitando con el tiempo y ahora pueden verse movimientos ya desde antes de que empiecen las temporadas, y hasta con contratos firmados por periodos largos, cuatro años, como el último que firmó Marc Márquez con Honda (que debería de haber terminado al final de esta campaña), o el vigente hasta 2026 de Brad Binder con KTM.

En estos años hemos vivido movimientos como el que llevó al campeón Nicky Hayden al equipo oficial Ducati desde Honda, idéntico al que hizo Sete Gibernau tras 2005, después de haber estado enrolado en la escudería Gresini (logró dos subcampeonatos), por entonces con material Honda. Pero los más sonados son los que han tenido como protagonistas a las grandes estrellas de esta era. Por supuesto, el penúltimo que removió los cimientos del Mundial y que marcó 2023, la desvinculación de Márquez con Honda para irse a una escuadra satélite con Ducati (Gresini), y que ha terminado siendo el paso previo a lo que hemos vivido esta semana. Sin olvidar el anuncio de este lunes de Jorge Martín, uno de los valores jóvenes de MotoGP, de que se va a marchar a Aprilia.

Antes vivimos la decisión de Casey Stoner de dejar el equipo oficial Ducati, con el que había sido campeón en 2007, para vestir los colores del Repsol Honda, en un momento en que estos últimos tenían la moto más competitiva de la parrilla. Para ese 2011, los japoneses ya contaban con dos pilotos firmados, Dani Pedrosa y Andrea Dovizioso, y este último hizo valer su contrato para forzarles a hacer una tercera moto para el australiano, que ese año se llevó su segundo título de MotoGP. Y en 2016, Jorge Lorenzo decidió aceptar una jugosa oferta de Ducati para correr con ellos los dos años siguientes, una aventura que no terminó como ambos querían, y que incluso hizo que los italianos se arrepintiesen de no continuar con el mallorquín, porque justo firmaron a Danilo Petrucci cuando este empezó a volar con su Desmosedici.

Aunque si hay alguien que ha hecho ruido en la historia reciente con sus movimientos, ese ha sido Valentino Rossi. Con uno segundo y fracasado, de Yamaha a Ducati (incómodo con la línea ascendente de Lorenzo), y que terminó haciendo detonar la estructura técnica de los boloñeses. Por cierto, fiel a su estilo, Rossi comunicó su marcha de Yamaha a través de una carta de amor manuscrita, con tachones incluidos, dedicada a la casa que abandonaba. Y, por encima de todos, su paso de Honda a Yamaha, el que más páginas llenó. Porque supuso el tirar de orgullo para dejar el mejor equipo del mundo, el Repsol Honda, con el que había ganado los dos primeros títulos de la historia de MotoGP en 2002 y 2003, una fábrica que consideraba que lo que ganaba ahí era su moto, para fichar por una deprimida Yamaha.

Y aquella larga negociación estuvo repleta de escenas memorables, como se desveló después, un proceso en el que, incluso, intervinieron algunos periodistas, todo en medio de un gran secretismo: una reunión secreta a altas horas de la noche en una carpa del paddock de Brno, la de la clínica donde se trataban los pilotos, con los negociadores de Yamaha teniendo que esconderse debajo de una mesa al notar unos ruidos fuera; o la visita en Donington Park, también con nocturnidad y alevosía, de Rossi al box de Yamaha, oculto bajo una capucha, para subirse a la M1 y tomar las primeras medidas. Un fichaje que fue una bomba en aquel momento, en una aventura que comenzó con una victoria a la primera, en Sudáfrica 2004, y con el italiano parado tras la carrera con la moto apoyada en un muro mientras este le propinaba un beso. Puro estilo Rossi.