MOTOGP

El discurso de Pecco Bagnaia que evidencia su peor momento: "La fortuna y el infortunio no los reconozco, no existen"

El bicampeón del mundo atraviesa su inicio de temporada más difícil: sin puntos en Le Mans, sin confianza en su Ducati y con Marc Márquez como nuevo líder del equipo.

Pecco Bagnaia en Le Mans. /Ducati
Pecco Bagnaia en Le Mans. Ducati
Raquel Jiménez

Raquel Jiménez

Cuando un piloto de MotoGP se corona campeón del mundo dos veces consecutivas, como hizo Pecco Bagnaia en 2022 y 2023, lo normal sería pensar que su camino hacia la gloria está plenamente consolidado. Que ha alcanzado esa madurez competitiva, que convierte cada derrota en un aprendizaje y cada victoria en una confirmación. Sin embargo, el inicio de la temporada 2025 está dejando una imagen muy distinta del piloto turinés: inseguro, desorientado, sin confianza. Y, por momentos, solo.

Lo ocurrido en Le Mans fue un resumen demoledor del momento que atraviesa. No puntuó en ninguna de las dos carreras del fin de semana: se cayó en la Sprint del sábado y volvió a besar el asfalto en la larga del domingo. Pero más allá del resultado, lo más llamativo fueron sus palabras. Lejos del discurso calculado de un deportista de élite, Bagnaia dejó ver su lado más humano, más expuesto, con frases que difícilmente podrían ocultar su desconexión interna: "La fortuna y el infortunio no los reconozco, no existen", dijo. Y con esa afirmación, probablemente resumió mejor que nadie el momento emocional que vive.

Una Ducati que ya no habla su idioma

Desde hace meses, Bagnaia viene repitiendo una idea inquietante: no siente la moto. Lo repitió en Francia, y lo viene insinuando desde pretemporada. Que si los neumáticos, que si el tren delantero, que si la falta defeedback… El resumen es que la GP25, la moto más evolucionada y rápida de la parrilla, ha dejado de ser un instrumento que él domina, para convertirse en una máquina imprevisible y, a ratos, hostil.

No se trata solo de que no le responde como antes. Es que, en sus propias palabras, la Ducati ya no le avisa cuando se acerca al límite. Ya no hay avisos, no hay sensaciones previas. "Haga una vuelta rápida o vaya cinco segundos más lento, la moto me da las mismas sensaciones", explicaba tras la carrera de Le Mans.

Este es, posiblemente, el peor escenario posible para un piloto tan técnico, tan obsesivo y tan preciso como Bagnaia. Porque si algo ha caracterizado al campeón en sus mejores momentos ha sido su capacidad para controlar cada fase de la carrera, leer cada movimiento, modular la aceleración, dominar las frenadas. Pero sin confianza en el tren delantero —el punto clave para cualquier piloto en MotoGP—, esa virtud se evapora.

Su principal rival, su compañero de equipo

A este contexto interno se suma un factor externo que complica aún más su situación: Marc Márquez. Su nuevo compañero de equipo ha aterrizado en el box oficial de Ducati con la misma hambre de siempre y un talento intacto. Márquez ha ganado carreras, lidera el Mundial y, lo que es peor para Pecco, ha conquistado el relato mediático. Ya no es Bagnaia el rostro de Ducati. Es Marc. Y eso, en un deporte donde la psicología cuenta tanto como la técnica, pesa.

Eso sí, en lugar de escudarse en la mala suerte o buscar culpables, Bagnaia eligió un discurso valiente y autocrítico: "No me considero desafortunado. Nunca lo he hecho. No es un momento fácil, ya está."

Esas palabras no son solo una reflexión. Son una declaración de principios. Bagnaia no cree en la suerte. Cree en el trabajo, en el control y en el proceso. Pero ahora, cuando el proceso no funciona, cuando su método ya no da resultados, está obligado a reconstruirse desde lo más básico: recuperar el tacto, el control y, sobre todo, la confianza.

Nadie en Ducati duda de que Bagnaia pueda volver a ganar. Tiene el talento, la velocidad y la estructura necesaria. Como dijo Michele Pirro, piloto probador de la marca, "el feeling del piloto es lo único que aún no se puede medir con datos". Y eso es justo lo que ahora le falta. La temporada es larga. El margen para recuperar es real. Pero cuanto más tiempo pase, más se afianzará la narrativa de que Márquez es el nuevo rey del rojo. Y más difícil será para Pecco recuperar su lugar.