MOTOGP | GP SOLIDARIO

La celebración de Jorge Martín: humo, disfraces y mucho Terminator

El final de carrera hizo que el piloto diese una gran vuelta de honor coronada por una pequeña obra de teatro y un guiño a un patrocinador.

Jorge Martín dispara al cubículo de hielo para recoger su casco dorado. /DAZN
Jorge Martín dispara al cubículo de hielo para recoger su casco dorado. DAZN
Gonzalo Cabeza

Gonzalo Cabeza

Cada vez es más difícil celebrar un título si uno quiere ser original. Jorge Martín sabía que este día en Barcelona iba a ser especial, porque al fin y al cabo no hay ninguna como la primera, y menos aún si es el primer campeonato del mundo, así que hizo todo lo posible por hacer que el evento fuese recordado.

Puede ser que no guste a los paladares más clásicos. Martín tuvo humo, disfraces, efectos especiales, cambio de casco, de moto... en fin, muchas cosas en poco tiempo, una manera de dejar muy claro que era él, Martinator, el campeón del mundo. No Bagnaia, ni Márquez: Martinator.

La cosa empezó con toda la familia en el box. Numerosísima compañía la de Jorge Martín, que repartía abrazos y sonrisas mientras el piloto, en la pista, quemaba rueda y enseñaba una humareda a su alrededor. Él mientras se puso de pie en la moto y dio así la vuelta de honor mientras la multitud que se aunaba en Montmeló le aplaudía como al héroe que es.

El espectáculo de verdad todavía estaba por llegar. Mientras Martín hacía el clásico, que es la vuelta como campeón, unos operarios iban montando una performance en una curva. Se veían banderolas y camisetas que conmemoraban al campeón, de esas que hubiesen ido al punto limpio de haber fallado en Barcelona.

"World Champion Martinator" decía una colorida pancarta en el lugar en el que le esperaba. Los primeros abrazos a su gente y, después, Martín hace la croqueta para llegar a una pequeña instalación.

"Hasta la vista baby" se leían en una especie de salita recubierta de toldos. Junto a la frase, una cara de Martín con una máscara de Terminator. Igual había algo de exceso en la performance, pero sin ninguna duda era coherente con el mote.

Pasaba el tiempo y Martín no salía de su reducto. En DAZN aprovecharon para hablar con la madre del artista. Enfrente del biombo en el que se había metido Martín había algo parecido a una caja con colores blancos y azules. Digamos que era un intento de parecer hielo. En ambas cajas el número 89, porque en los deportes de motor el tema de la numerología no es cosa menor. Un dorsal es un dorsal.

No fue una transición rápida, en el circuito sonaba a todo trapo la banda sonora de Terminator mientras Martín no terminaba de salir del probador, en el que se veía un número 1.

Por fin salió Martín del cubículo, precedido de un poco de humo. De ahí iba a salir el campeón, de una patada y recién vestido con un mono nuevo y, por supuesto, con una careta de Terminator.

¿Qué había en el otro cubo? Pronto iba a saberse, colocó las manos como si fuese a disparar y la cubierta salió por los aires. Debajo un casco dorado, con el logo de Red Bull ahí puesto. La bebida energética tenía también su parte, pues antes de ponerse el casco aprovechó para abrir una lata y darle un trago. La publicidad es la publicidad y un buen posicionamiento nunca sobra.

Y de ahí, a la moto, andando como un robot, como Terminator, y llegando a la máquina que ya tenía puesto un número 1 dorado en el frontal. Martín el año que viene no estará en Ducati, así que su moto no será esa, pero para siempre será campeón con esta y por eso ella se merece también un buen número 1, el de los que consiguen ser mejores que todos los demás.