Ilia Topuria, el luchador perfecto, se enfrenta al "periodista perfecto": "Con McGregor me apetecía pelear, ahora ya no tengo ganas de subir al octógono con alguien así"
'El Matador' habla sobre su cinturón, el precio que ha tenido que pagar por llegar a lo más alto y fija sus objetivos para el futuro, mientras muestra su admiración por Sergio Ramos.
Ilia Topuria sigue gozando de un merecido descanso -aunque sigue entrenando todos los días- tras retener su título de campeón mundial al vencer a Max Holloway el pasado 26 de octubre. El luchado hispano-georgiano tumbó al estadounidense con un puñetazo que entró de pleno en el mentón de su rival, lo que le permitió volver a coronarse como el mejor en el peso pluma.
"Tienes que llegar a 65,7 o 65,8", apuntaba Josep Pedrerol en el diálogo que mantuvieron en El Cafelito. "Veo que te has preparado, me gusta", respondía entre risas un Topuria que minutos antes se había definido como el luchador perfecto. "Me lo he estudiado todo. Hay que ser el periodista perfecto", contestaba entre risas el presentador de El Chiringuito durante un diálogo de casi una hora en el que Topuria desveló sus planes de futuro.
Un camino que apunta hacia el Bernabéu como destino ("Sí hemos tenido conversaciones con el Madrid para traer la UFC aquí, aunque es complicado") y que tiene dos piedras en él. La primera era un viejo anhelo, que ahora espera que no se cumpla: "Con McGregor me apetecía, ya no me apetece. Ha tenido algunos problemas y no tengo ganas de compartir el octógono con alguien así".
La segunda es un Makhachev al que espera enfrentarse en un futuro cercano. Y más después de las últimas palabras del ruso, pocas horas antes de la entrevista de Topuria. "Si quieren verle perder, podemos hacer la pelea", espetaba el peleador de Malachkalá. Palabras ante las que 'El Matador' no se arruga: "A él ya le vimos perder. A mí no. Es aburrido enfrentarse a mí porque saben que van a perder. Estoy más cerca de hacer una pelea con Makhachev que con Volkanovski. Un rival lo que tiene que tener es algo por lo que luchar, algo que me motive. No entiendo una revancha con alguien al que ya he ganado. Lo que sí estoy pensando es en subir de categoría".
Son los siguientes desafíos de un deportista que ha hecho de la mentalidad su mejor arma y su mayor músculo. Una personalidad labrada en la adversidad: "No he tenido una vida fácil. Fue una etapa superdifícil cuando mis padres se van de Georgia hasta que vuelvo a verlos. Para los niños los héroes son sus padres. Se estaban yendo para conseguir un futuro mejor. Es difícil de asumir, pero es también esperanza para creer en un mañana mejor".
De esa etapa difícil en la vida del georgiano, en la que la guerra le tocó de cerca, le viene su mayor combate: superar sus propios miedos. "He tenido muchos. Hay situaciones en mi vida en la que me he tenido que enfrentar a diferentes miedos: el fracaso, lo desconocido (como cuando viajas a un país que no conoces), a la pobreza, que no te vaya bien. Cada vez que me ha tocado enfrentarme al miedo, he decidido estudiar el miedo. Para superarlo, el único camino que he encontrado es la preparación y la superación. Trabajo y cuando llega el día llego con la mentalidad de que me lo merezco".
Alemania, donde nació. Georgia, donde creció con sus hermanos mientras sus padres emigraban para buscar otra vida. Y Alicante, donde Topuria se hizo luchador: "En Georgia vivimos la guerra y lo que sufría la gente porque en todas las familias hubo desgracias. Había que superar el miedo o ahí te quedabas. Y ahí venir a Alicante donde todo es más positivo, más alegre… Yo trabajaba en la playa, alquilando hamacas y cuando volví con el campeonato del Mundo, vi a miles de personas en la plaza por donde yo pasaba con la bici cuando iba a trabajar. Fue una pasada que me hizo ver todo lo que había pasado".
Ese camino le llevó al gimnasio de los Climent ("No había muchos gimnasios ni eventos ni sponsors en este deporte en España cuando empecé") y de ahí a una competición en Madrid delante de Arnold Schwarzenegger: "Con 15 años Schwarzenegger me vio en Madrid en un campeonato en su nombre. Se decía que Arnold se iba a pasar en algún momento para saludar a todo el mundo. Iban a ser 10-15 minutos… y le tocó verme en mi combate. Me dijeron que iba a venir. Y apareció con todos sus escoltas y se paró delante del octógono para ver mi combate. Momentazo. Eran señales del universo. Por supuesto gané".
Ese verbo es el que más veces ha conjugado en su vida. Aunque también sabe lo que es perder. "No he perdido nunca en las artes marciales mixtas, pero cuando empecé en otras disciplinas siempre perdía. Sé muy bien lo que significa perder y como no me gusta nada me he dedicado a no volver a saborearlo. Las derrotas sirven, pero las victorias también. Las derrotas sirven para aprender de los errores".
Topuria, que dejó clara su admiración por Sergio Ramos ("Entreno con él, está entrenando boxeo. A tope. Mi primera camiseta de fútbol fue la de Ramos. Siempre fue mi ídolo") volvió a hacer gala de su personalidad y se definió a sí mismo como "el luchador perfecto. Yo represento a la nueva generación de las MMA. He cogido lo mejor de cada uno de los anteriores y he creado al peleador perfecto que yo deseaba. Lo que espero es que algún niño consiga mis habilidades y mejore mi estilo".
Para eso queda mucho. Ahora toca seguir disfrutando de su victoria ante Holloway. Una pelea que terminó con un KO incontestable, pero que comenzó con uno de los procesos más duros que recuerda el hispano-georgiano. "Lo peor es tener que adelgazar tanto antes de los combates. Es muy jodido. Lo peor es no beber. Son 24 horas, pero eso no es nada. Aguantas y no pasa nada. Ahora imagina que tras tres meses de preparación, limitándote y las últimas cuatro semanas vas reduciendo calorías (1.200) el nivel de entrenamiento se mantiene y luego llega un día en el que no tienes que comer ni beber y sigues entrenando dos veces. Tu pelea es contra la báscula. Imagínate, que ya estás en el peso la noche anterior. Sueñas cada segundo con que lleguen ya las 9 de la mañana para poder pasar el peso y beber y comer… y no duermes toda la noche. Si en ese momento me dices que me regalas cualquier isla o un vaso de agua, lo tengo claro".
"Luego ya vas recuperando con batidos y otros líquidos para reponer. Recupero 10 kilos en 30 horas. Sano no es. Es una de las partes que más le cuesta a cualquier atleta que tiene que cortar el peso. Pero después de dar el peso organizo una cena para todas las personas que me han apoyado en el proceso. Es el día antes del combate y la última fue para 150 personas. Y lo hago porque me siento tan preparado que lo puedo hacer. En ese momento lo difícil ya ha pasado y al día siguiente lo que haré es lo que he hecho todos los días de mi vida".
Y lo que ha hecho siempre es ganar, aunque sabe que no esa sensación puede no durar para siempre: "A lo mejor un día el peleador perfecto deja de serlo. No reinan los reyes, reinan los tiempos", concluyó un Topuria que antes de cerrar el diálogo lució una vez más su cinturón: "Pesa menos que la responsabilidad. Lo guardo en el salón de mi casa. Un par de kilos de oro. Es muy guapo".