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Alfonso de Orleans y su aventura en el Rally Pekín-París 2025: un desafío de resistencia y camaradería

Se encuentra, junto a Christophe Bouchut, en una travesía de 14.500 kilómetros a través de doce países, desde la majestuosa Gran Muralla China hasta la emblemática Plaza Vendôme en París.

Christophe Bouchut y Afonso de Orleans, en la edición del año pasado./RELEVO
Christophe Bouchut y Afonso de Orleans, en la edición del año pasado. RELEVO
Equipo Relevo

Equipo Relevo

El 17 de mayo arrancó la novena edición del mítico rally Pekín-París, un evento de referencia mundial en el ámbito del automovilismo histórico, la aventura y la resistencia. Con una travesía de 14.500 kilómetros a través de doce países, desde la majestuosa Gran Muralla China hasta la emblemática Plaza Vendôme en París, esta carrera representa un desafío extremo tanto para los pilotos como para sus vehículos. Entre los participantes más destacados se encuentra Alfonso de Orleans-Borbón, duque de Galliera, un experimentado piloto español que, junto al reconocido piloto francés Christophe Bouchut, ganador de Le Mans y Daytona, se está embarcando en esta aventura a bordo de un icónico Peugeot 504 Coupé V6 de 1977.

La ruta de su aventura arrancó desde la Gran Muralla China. RELEVO
La ruta de su aventura arrancó desde la Gran Muralla China. RELEVO

Con un promedio diario de entre 400 y 800 kilómetros, los competidores se enfrentan a jornadas que combinan tramos de autopista relativamente sencillos con desafiantes etapas a través de caminos de tierra agrestes, poniendo a prueba la destreza y la resistencia tanto de los pilotos como de sus máquinas. A diferencia del Rally Dakar, donde las dunas son protagonistas, el Pekín-París destaca por la diversidad de terrenos, la longitud de la prueba y la ausencia total de asistencia externa.

La carrera se estructura en fases interconectadas, con entre cuatro y ocho pruebas especiales diarias que se disputan sin largas interrupciones. Los pilotos parten desde los vivacs para completar las etapas, con puntos de control continuos y un formato que evoca a los rallyes de carretera y al WRC, pero con la dificultad añadida deno contar con apoyo técnico externo ni piezas de repuesto en la ruta. Esta característica convierte a la prueba en un auténtico test de autosuficiencia, donde cada equipo debe ser capaz de reparar su vehículo con las herramientas y repuestos que lleva consigo.

Cada equipo repara su vehículo como puede, sin ayudas. RELEVO
Cada equipo repara su vehículo como puede, sin ayudas. RELEVO

Los vivacs nocturnos se alternan entre tiendas de campaña y hoteles, aunque la mayoría de las noches se pasan en condiciones muy básicas, compartiendo espacio con otros aventureros. La camaradería entre los participantes es uno de los valores más destacados del evento, donde se ayudan mutuamente en caso de averías, compartiendo herramientas y conocimientos, conscientes de que cualquier fallo puede afectar a todos.

Un Peugeot 504 Coupé V6 de 1977 como icono de resistencia y potencia

El Peugeot 504 Coupé que pilotan Alfonso y Bouchut no es un vehículo cualquiera. Se trata de un coche histórico que obtuvo la victoria en el Rally Safari de Kenia en 1977, con Jean-Pierre Nicolas al volante, una de las pruebas más exigentes del mundo. Equipado con un motor V6 de 2.7 litros que entrega alrededor de 240 caballos de potencia y un elevado par motor, este coche combina ligereza, estabilidad y potencia para afrontar terrenos extremos.

El 504 Coupé de competición es prácticamente un prototipo adaptado a la carrera. Su chasis ha sido reforzado y aligerado, y cuenta con un tanque de gasolina de hasta 150 litros instalado dentro del habitáculo, lo que reduce el espacio disponible para el piloto y el copiloto. Además, transportan consigo alrededor de 350 kilos de piezas de repuesto esenciales, desde discos de freno y amortiguadores hasta componentes del motor como segmentos, juntas y rodamientos del cigüeñal, que pueden ser reparados en ruta con herramientas específicas, muchas de ellas fabricadas en titanio para reducir peso.

Imagen de su aventura del año pasado. RELEVO
Imagen de su aventura del año pasado. RELEVO

Uno de los componentes más delicados es la caja de cambios, de la que solo existen tres unidades en el mundo, dos de ellas en museos, por lo que su conservación es vital para completar la carrera. El coche no fue diseñado originalmente para el Pekín-París, sino para el Rally Safari, lo que exige una conducción muy cuidadosa para evitar averías graves. Alfonso y Christophe son conscientes de que cuidar el coche es fundamental: "Los que van como locos no acaban", afirma Bouchut, piloto experto en carreras de larga distancia.

Una dupla experimentada y preparada

Alfonso de Orleans-Borbón cuenta con una amplia trayectoria en el mundo del motor, habiendo sido jefe del equipo Racing Engineering y participado en numerosas competiciones, incluyendo dos ediciones de las 24 Horas de Le Mans. Para él, esta será su segunda participación en el Pekín-París.

Su compañero de equipo, Christophe Bouchut, es un veterano del automovilismo con victorias en Le Mans, Daytona y Spa, y una valiosa experiencia en carreras de resistencia. Juntos forman un tándem sólido, con Alfonso como navegante y mecánico, y Bouchut al volante. Su amistad y confianza mutua se reflejan en la preparación y la estrategia para afrontar las duras condiciones del rally.

Los coches parten desde Inglaterra rumbo a China en barco para evitar un desgaste innecesario, y la salida se realiza junto a la Gran Muralla China, en las cercanías de Pekín, a primera hora de la mañana. La llegada a París se celebra en la emblemática Plaza Vendôme, con alojamiento en el prestigioso hotel Ritz.

La aventura atraviesa doce países y recorre entre 400 y 800 kilómetros diarios. RELEVO
La aventura atraviesa doce países y recorre entre 400 y 800 kilómetros diarios. RELEVO

El rally atraviesa zonas tan diversas y extremas como Mongolia Interior, el desierto del Gobi, Kazajistán, el Mar Caspio, Georgia, Turquía y varios países europeos. Las condiciones climáticas varían desde los 40 grados a primera hora en el desierto hasta temperaturas bajo cero durante la noche, con cambios bruscos que exigen una gran adaptación física y mental.

Alfonso recuerda que el desierto del Gobi es especialmente duro: "Mucho polvo, viento, no se ve el horizonte. Perdí más de diez kilos durante el viaje". Además, la humedad puede alcanzar el 90% en ciertas zonas, lo que añade dificultad al esfuerzo físico. Las fronteras también representan un desafío importante, con controles estrictos y largas esperas, especialmente entre China y Kazajistán y entre Georgia y Turquía. En algunos lugares, los trámites pueden ser un verdadero infierno, con colas de hasta 40 kilómetros y personal escaso, lo que pone a prueba la paciencia y la organización de los equipos.

Logística y vida en ruta

La logística del rally es compleja. Un equipo de apoyo con vehículos 4x4 Toyota Hilux y camiones de suministros acompaña a los participantes, adelantándose para preparar los vivacs y proveer comida y bebida básica: pasta, arroz, carne y pollo. Cada noche es diferente, y aunque a veces se duerme en hoteles de alto nivel, la mayoría de las noches se pasa en tiendas de campaña, en condiciones que recuerdan a las expediciones más duras.

Alfonso de Orleans-Borbón y Christophe Bouchut.  RELEVO
Alfonso de Orleans-Borbón y Christophe Bouchut. RELEVO

La alimentación es sencilla pero suficiente para mantener la energía necesaria para jornadas que pueden superar las 12 horas de conducción. Además, una vez a la semana hay un día libre para descansar y reparar los coches con más calma. El Pekín-París no es solo una carrera, sino una experiencia humana única. Los participantes provienen de todos los ámbitos, desde multimillonarios y empresarios hasta aventureros anónimos que buscan vivir una experiencia inolvidable.

La ayuda mutua es constante, y existe un pacto de caballeros que hace que, ante una avería, los equipos se detengan para ayudar, conscientes de que cualquier fallo puede afectar a cualquiera. Un coche escoba Toyota 4x4 con cabina trasera acompaña a los participantes, ofreciendo asistencia para que puedan continuar la carrera, pero la mayoría de las reparaciones deben ser realizadas por el propio equipo.

Un reto para la historia

El rally Pekín-París 2025 será una prueba de resistencia y aventura sin igual, donde Alfonso de Orleans y Christophe Bouchut buscarán no solo completar el recorrido, sino hacerlo de forma competitiva y cuidando un Peugeot 504 Coupé V6 que es una auténtica joya histórica y mecánica. Entre paisajes desérticos, pueblos ancestrales y ciudades modernas, esta carrera es un homenaje a la historia del automovilismo y al espíritu de superación humana.

Para Alfonso, esta aventura es mucho más que una carrera: "Es un proyecto apasionante, muy duro, que exige mucho esfuerzo físico y mental, pero también una oportunidad única para vivir una experiencia increíble y compartirla con grandes compañeros".