Sofía Goggia tocó fondo en un helicóptero mientras su pierna quebraba por enésima vez: "Tuve que pedir ayuda a Roberto Baggio"
La deportista olímpica italiana atiende a Relevo para explicar su preparación mental y el repasar la actualidad del esquí.
En febrero de 2024 sufrió una caída en Ponte di Legno mientras entrenaba en la pista Casola. Se fracturó la tibia y el maléolo tibial. Tuvieron que llevársela en helicóptero urgentemente. Fue operada en Milán y después llevada a casa, donde se pasó casi un mes -día y noche- en el sofá de su casa. Suponía la séptima lesión en la prolífica carrera de Sofia Goggia (Bergamo, 1992). Pero esta era diferente a todas las demás, porque tuvo mucho miedo… Miedo a no volver jamás. Pánico a tener que despedirse de la nieve con una placa de siete tornillos que sujetaba su maltrecho pie derecho. "Me ayudaron psiquiatras y psicólogos. Lo hacen desde hace mucho tiempo. Soy la primera deportista italiana que habló de esto públicamente", llegó a decir a la Gazzetta dello Sport.
Relevo habla por teléfono con una de las mejores esquiadoras italianas del momento y, junto a Federica Brignone, la más laureada de la historia. Fue campeona olímpica en descenso libre (PyeongChang 2018), ganó cuatro Copas del mundo y dos medallas mundiales. La última gesta de esta leyenda tuvo lugar esta semana, cuando volvía a esquiar 313 días después del accidente.
Sofia, en el SuperG de la Copa del mundo -en Beaver Creek (Colorado)-, voló como un Ave Fénix. Llegó, vio y ganó. Supone la 25º victoria de calibre mundial, una gesta que le permite superar al tótem Gustav Thoeni y situarse sólo por debajo de dos monumentos: su compañera Brignone (28) y un tal Alberto Tomba, con cincuenta. Sí, evidentemente su performance - 1'03"90, delante de la rival suiza, vigente campeona- es algo que escapa de lo terrenal para adquirir mimbres mitológicas. "Llamé a Lindsey Vonn. Ella hizo de apripista", reconoció poco después. Como si hubiera sido un traspaso de poderes entre dos fuoriclasse.
Profundicemos en el camino hasta llegar aquí. ¿Es verdad que en estos meses parados fuiste a casa de Roberto Baggio?
Sí, porque cuando estás perdida y no encuentras salida te agarras a cualquier cosa. Fui allí, porque Baggio fue mi ídolo, una leyenda.
¿Qué buscabas?
Respuestas. Le pregunté cómo mantuvo siempre el equilibrio mental en una carrera masacrada por las lesiones. Tanto sufrimiento físico en ocasiones, si no siempre, incide negativamente en el trabajo. Claro.
¿Qué te respondió?
Hablamos mucho de budismo. Me contó que esto le dio una dimensión humana, un saber estar en la tierra con equilibrio y serenidad pese a las vicisitudes. ¿Sabes? Estoy convencida de que el ser humano es un compendio de cuerpo, psique y espíritu. Unos antes, otros después terminan por descubrir esto. También digo que no a todos les sirve la misma receta para curarse. Cada uno tiene que encontrar su camino: el budismo, la meditación… Lo que sea. Yo medito, y eso me ayuda muchísimo a nivel deportivo y personal. Sí, mi crecimiento ha sido, en parte, gracias a la meditación.
Alberto Tomba, el más grande, dice que el esquí femenino tiene un presente y un futuro increíble. Estáis Marta Bassino, Brignone y tú por encima de todas, aunque emerge Giorgia Collomb. El masculino, de momento, está en horas bajas. ¿Por qué todo esto?
Es verdad lo que dice. No sé… Alberto no se puede comparar a nadie. Su personalidad, su carisma, la capacidad para empatizar con el público. Era un líder, un mito, un ídolo de masas. Italia es un país pequeño que ama los líderes de grupo, los campeones que ganan medallas y también los que hacen escuadra. El team femenino italiano (magnífica la labor del director deportivo Gianluca Rulfi) aúna estas tres características. Ahí radica la explicación del éxito.
Tú creciste viéndole por televisión. A Tomba, me refiero.
Sí. Tanto a él como a Deborah Compagnoni. También te digo que la historia está llena de protagonistas que han conquistado más corazones respecto a otros que incluso han ganado mucho más. Más medallas.
Perteneces al cuerpo de Fiamme Gialle, como el ya veterano Christof Innerhofer, uno de los herederos de Tomba. Tras este reciente éxito en Colorado, ¿cómo se presenta el Mundial de esquí alpino? El calendario marca febrero 2025, en Austria. Gran prueba para volver a mostrar tu infinito repertorio y versatilidad en descenso libre, SuperG, slalom gigante...
No me lo planteo aún, mucho menos los Juegos invernales de Milano-Cortina 2026, pero todo el mundo sabe que para completar el elenco de victorias me falta el oro mundial. Es pronto aún.
¿Cambiarías esta medalla por…?
La cambiaría por tener lo que siempre me hace sentir vivía, que es alzar el pectoral, el pecho en cada salida. Eso es que estoy bien, y es mucho, todo para mí. En ese instante el esquí se convierte en la prolongación de mi pierna. Todo es uno. Es una sensación única, lo más bonito de la vida.
Roberto Baggio y la ayuda de los profesionales te han ayudado a domar tu mente, y por ende de tu cuerpo. Imagino que también está tu carácter, que te ha llevado a correr 184 veces en trece años de Copa del Mundo.
Si fuera dueña de mi mente y mi cuerpo no me habría lesionado tanto (la primera vez con quince años; ligamento cruzado y menisco). Uno es dueño de su destino, y las cosas no suceden por casualidad. Me quedo con eso.
En abril de 2024, poco después de lesionarte, leí tu entrevista en la revista Sette (Corriere della Sera). Decías que tenías miedo todos los días… Y que tu frase de cabecera era esta: only the brave. ¿Qué has aprendido hasta aquí?
Que he vuelto a superarlo. Una vez más. Sí, soy fuerte.