La revolución silenciosa del snooker en España o por qué Ronnie O'Sullivan también se llama Antonio
Esta semana, se proclamará un nuevo campeón del mundo de un deporte en alza en nuestro país.

Hay en España unos cuantos miles de personas, cada vez más, para las que el número mágico no es el 33, sino el casi inalcanzable 147; personas, hombres y mujeres, que quieren seguir la dieta de adelgazamiento que Mark Allen se impuso el pasado verano; que saben quién es el granjero furioso; que se preguntan por qué el segundo nombre del dios Ronnie O'Sullivan es el españolísimo Antonio y que son plenamente conscientes de que las faltas son mucho más que esos gritos, muchas veces fingidos, de los futbolistas.
Hay en España, en fin, unos cuantos miles de personas apasionadas por el snooker. Apasionadas, sí, han leído bien, porque el enganche que provoca esta modalidad del billar que comenzaron a jugar oficiales del ejército británico a finales del siglo XIX en la India está fuera de toda duda.
Lo habitual es que, quien más, quien menos, aficionado al deporte, eso sí, haya tropezado alguna vez con un plano de una mesa de billar, bastante poco estético, hay que decirlo, mientras hace zapping en la televisión. Lo normal es que después de cambiar varias veces, cientos incluso, de canal, el día que se te ocurre pensar qué demonios está pasando ahí, sobre una enorme mesa de billar, tanto tiempo, con esos tipos tan elegantemente vestidos, bajo la atenta mirada de un señor mayor o una señora jovencita, que, ¡horror!, repone en la mesa unas bolas sí y otras no… Cuando todo esto te lo has preguntado, ya no hay vuelta atrás, no hay solución, estás atrapado por el snooker.
Este enganche sucede, básicamente, por dos razones: en primer lugar, porque hay contestaciones exactas, casi litúrgicas, para todas las dudas de antes y eso siempre gusta. También porque cualquiera piensa que eso que hacen esos tipos, británicos la inmensa mayoría, con importante condimento chino y con brillantísimas excepciones australianas, iraníes, belgas o tailandesas, lo podría hacer uno mismo. Y eso gusta todavía más.
"Estoy más enganchado que nunca a este deporte". Quien así habla es el joven y brillante abogado catalán Aleix Meliá, campeón de España de snooker 2023. "Empecé a jugar al pool con mi padre y mi abuelo a los 8 años y a los 14, tras probar por primera vez una mesa de snooker, me enamoré completamente". Meliá destaca la importancia que tiene la mente en este juego que concita millonarias audiencias televisivas en todo el Reino Unido. "Suena paradójico, pero el snooker requiere de un nivel tan alto de trabajo técnico y de concentración que te permite desconectar totalmente del resto de problemas y preocupaciones que puedas tener en tu vida".
Apunta el campeón español sobre la situación actual del snooker en España que "el primer objetivo, que sería conseguir que crezca la atención a un deporte como este, se ha conseguido", pero lamenta que en nuestro país "no exista actualmente una infraestructura que ayude a que empiecen a salir grandes jugadores. Lo poco que existe es gracias al esfuerzo, tanto económico como de trabajo, de personas que han dedicado su tiempo y su dinero para intentar que el snooker crezca".
"En Madrid, no había ninguna mesa donde poder jugar"
Profesor de snookerEs aquí donde aparece en escena Ángel García, mediana edad, alto, delgado y que se dobla como pocos para descender hasta la mesa y así apuntar con la destreza precisa a la bola objetivo. Ángel no se lo queda para él, sino que lo que sabe, lo enseña. La suya es una vida ligada al snooker, que comenzó en Bélgica. "Yo viví en Bélgica y allí, desde los años 80, se veían los grandes torneos de snooker a través de la BBC", cuenta. Poco le costó engancharse a un deporte que lleva practicando 30 años, desde los 20 hasta ahora, con algunos años forzadamente sabáticos, curiosamente los de su regreso a España. "Volví y en Madrid no había ninguna mesa donde poder seguir jugando, por lo que tuve que parar". Con unos amigos abrió una pequeña sala para consumo propio, pero pronto la idea de crear una academia se fue entrometiendo en su cabeza.
Ángel habla ahora desde Snooker Madrid, la escuela que abrió en un polígono industrial entre Madrid y Alcobendas en 2018 y que no para de crecer. "Tenemos 70 alumnos y lista de espera. En los dos últimos años hay un goteo constante de gente que quiere aprender a jugar este maravilloso deporte; prácticamente todas las semanas recibo alguna llamada de gente interesándose", reconoce.
Si en estos próximos días quieren quedar con alguno de esos 70 alumnos, gente de entre 20 y 60 años y muy pocas mujeres entre ellos, no se extrañen al recibir una negativa rotunda. Es evidente que queda raro rechazar una cita por estar viendo snooker. Admitimos hacerlo sin mayor problema si la excusa tiene que ver con un partido cualquiera de nuestro equipo de fútbol. Incluso seríamos mejor comprendidos si el motivo es una moción de censura, incluida la de un señor muy mayor, o por seguir el pactómetro de Ferreras después de la jornada electoral del próximo 28 de mayo. Pero por una partida de snooker…
El Mundial de snooker más importante para O'Sullivan
Desde el sábado 15 de abril hasta el próximo 1 de mayo, 32 jugadores se disputan en el mítico Crucible de Sheffield (Yorkshire del Sur, Inglaterra) el Campeonato del Mundo de snooker. Y eso son palabras mayores. Sesiones tan eternas como apasionantes, a prueba de las cabezas más resistentes y los cráneos más privilegiados, con jugadores que hacen verdaderas barbaridades con 22 bolas sensiblemente más pequeñas que las del billar americano y que se sitúan en una enorme mesa de casi cuatro metros de largo por otros casi dos de ancho. Y que las hacen con un talento desmedido que, sin haber jugado jamás, ya parece inalcanzable y que, habiendo golpeado alguna que otra vez una bola, parece algo absolutamente mágico.
En el Crucible estaba, claro, Ronnie O'Sullivan; para la mayoría, el mejor jugador de la historia de este deporte. Un icono absoluto del deporte británico que, a sus 47 años, optaba a su octavo título del Mundo, y hablamos en pasado porque, contra todo pronóstico, ha perdido en cuartos de final tras una sesión aciaga que recordará durante meses (ganaba por 10-6 juegos y ha terminado perdiendo por 10-13). O'Sullivan, con un pasado marcado por las drogas, por un asesinato cometido por su padre y por la estancia en la cárcel de su madre evasora de impuestos; el mismo al que su hija mayor prohíbe ver a su nieta, es una auténtica celebridad en el Reino Unido, hasta el punto de que en 2016 le fue concedida la Excelentísima Orden del Imperio Británico.
Además de todo lo anterior, pese a ello o precisamente por ello, es un auténtico portento, un absoluto fuera de serie, el mejor en un deporte de completos elegidos. Su trayectoria, la personal y la trayectoria, daría para un libro, ya hay varios, de hecho, pero baste un dato para explicar esta última afirmación tan atrevida. Después de ganar el título mundial en 2012, Ronnie decidió tomarse un año sabático y no jugó ningún torneo. Volvió en el Mundial de 2013 y, ¿saben qué? efectivamente, repitió victoria.
Con O'Sullivan fuera de juego, otros gigantes buscan sucederle en 2023. Está el bonachón escocés John Higgins, compañero, junto a O'Sullivan y al brillantísimo galés Mark Williams de eso que se ha dado en llamar "la clase del 92", la generación más brillante de la historia del snooker. Tres tipos, amigos a ratos, enemigos en ocasiones, que 30 años después de aparecer en escena, y más cerca del medio siglo que de cualquier otro lugar, siguen partiendo como favoritos en cualquier torneo que se juegue en cualquier lugar del mundo.
"Es un éxito silencioso"
Comentarista de snookerJugadores absolutamente geniales como Mark Selby, Mark Allen o Luca Brecel, uno ya campeón mundial, los otros no, completan el muestrario de candidatos (este último, verdugo de O'Sullivan. Ding Junhui, el mejor chino de siempre, Shaun Murphy; Neil Robertson, Kyren Wilson o Trump (el bueno) cayeron a las primeras de cambio en un Mundial que, en sus primeros días, ha tenido espacio anecdótico en los medios de comunicación por la última ocurrencia de unos activistas climáticos que profanaron el Crucible llenando de polvo naranja una de sus inmaculadas mesas.
El boom del snooker en España
Muchas palabras escritas, quizá demasiadas, y aún no ha aparecido una absolutamente clave para entender el boom, llamémoslo así, no nos cortemos, del snooker en España. Y esa no es otra que Eurosport. Sin el canal televisivo de deportes propiedad de Warner Bros nada de esto hubiera sido posible. La retransmisión más vista de la historia del snooker en España, a través de Eurosport, por supuesto, superó los 70.000 espectadores de media, un auténtico exitazo para una televisión de pago. Pero es que casi cualquier día y casi a cualquier hora, se registra una media de dos docenas de miles de espectadores en retransmisiones que rara vez bajan de las cuatro horas de duración.
"Yo diría que estamos ante un éxito en toda regla", confiesa Sergio Gutiérrez, narrador, desde 2015, del snooker en Eurosport y compañero en esas lides de los ya clásicos Arturo Pérez y Martín Díaz. "Pero es un éxito eminentemente televisivo y silencioso, que se ha producido por la agregación de muchas personas que, sin saberlo, se sentaban en casa a la misma hora para ver la misma cosa. Estoy seguro de que muchas lo vivían como una especie de placer no del todo confesable. Ahora es distinto, ahora hay grupos de espectadores que se retroalimentan entre sí y comparten sus respectivas experiencias".
Interrogado por los motivos de este crecimiento superlativo de la afición al snooker en España, Gutiérrez ofrece su particular versión. "A la gente le gustan las voces de los comentaristas, el sosiego del hogar tranquilo y seguro, el sonido reconocible de las bolitas chocando entre sí o entrando en las troneras... Mira, otro día te diría otra cosa, pero hoy te voy a decir que la clave del éxito está en los técnicos de sonido de Eurosport".
Pero no solo de televisión vive el hombre y tampoco los aficionados a este hipnótico deporte. Cada vez son más los lugares en España en los que se puede intentar imitar; en realidad, admirar cada día más, a los ídolos que hacen esas virguerías en la pequeña pantalla. En Madrid, por ejemplo, hay tres clubes, con una apasionante liga de tres categorías entre sus miembros, y mesas de snooker se pueden encontrar, sin ir más lejos, o mucho mejor, yendo, en lugares como Barcelona, Palma, Málaga, Las Palmas, Pamplona o la localidad murciana de Mula, donde a principios de mayo se darán cita los veteranos Joe Perry y Mark Davis para jugar una exhibición absolutamente histórica.
"Mi sueño sería llegar a ser profesional"
Jugador español de snookerEl nivel de los jugadores españoles va en consonancia con el impacto del snooker en nuestro país: relativo, pero en constante crecimiento. Así, David Alcaide y Fran Sánchez, campeones del Mundo de casi todo en la modalidad del pool, fueron los únicos españoles que llegaron a disputar un torneo de ranking, los más importantes del circuito profesional de snooker. Fue en 2019, en el Open de Gibraltar. Alcaide cayó en primera ronda contra David Gilbert, el granjero furioso de antes, y Sánchez superó a Ken Doherty, campeón del Mundo a finales del pasado siglo, y cedió frente a Martin O'Donnell. Solo como curiosidad, David Alcaide puede presumir de ser el único español que una vez ganó al todopoderoso Ronnie O'Sullivan… aunque fuera en una partida de pool allá por 2006.
Hablando de jugadores, Aleix Melià regresa a estas líneas. "Mi sueño sería llegar a ser profesional y, claro, ganar el Campeonato del Mundo algún día y ser el número 1 del ranking de World Snooker. Pero desde una perspectiva realista, diría que me conformaría con llegar a conseguir la tarjeta para ser profesional. Meliá reconoce ser plenamente consciente de su nivel, pero también de que "en los últimos años he notado una gran mejoría en mi nivel, aunque no pueda prácticamente entrenar, creo más en mí mismo y en las opciones que tendría de entrar al main tour si me dedicara plenamente a ello".
"Lo fantástico del snooker", comenta Sergio Gutiérrez, "lo único, lo que lo hace verdaderamente apasionante es que se trata de un reflejo de la vida: cada jugador tiene su personalidad propia y por tanto cada uno de ellos resuelve el problema geométrico que le plantea la distribución de bolitas en la mesa de un modo propio, único".
Y luego está, claro, la identificación con ese señor al que muchas veces ves pasarlo fatal al otro lado de la pantalla. "Tú puedes admirar a Michael Jordan, pero no te sientes Michael Jordan. Puedes querer ser como Serena Williams, pero no harías las cosas que hace Serena. Sin embargo, en el snooker sí eres o podrías ser igual que Higgins o que Trump, hacer las cosas que hacen ellos, si tuvieras su habilidad. Te identificas con sus dudas y sus zozobras, con sus instantes de inspiración, con las soluciones que plantean. Eres ellos desde el sofá".
El próximo 1 de mayo se sabrá quién es el campeón del Mundo de snooker. "Si le preguntas a una inteligencia artificial, es posible que te diga que este año toca sorpresa", dice Gutiérrez. "Mi favorito no puede ser otro que Ronnie O'Sullivan, es el primer jugador que me enganchó y me gustaría que se retirara con más Mundiales que nadie. Y si no es él, me gustaría que hubiera una sorpresa como Jack Lisowski o Luca Brecel", apunta Melià. Angel García, maravillado por el altísimo nivel de todos los que están en el Crucible, prefiere no mojarse.
Lo que es seguro es que, al día siguiente de la conclusión del Mundial, quizás con ojeras que muy probablemente lleguen al suelo, unos cuantos miles de españoles recién llegados a esto del snooker preguntarán por cuándo es el siguiente torneo, buscarán un sitio donde poder practicar este maravilloso deporte y querrán saber por qué demonios el segundo nombre del dios Ronnie O'Sullivan es el españolísimo Antonio.