A Polina Berezina se le cayó el mundo en París cuando las cámaras cambiaron de objetivo: "Me sentía sola"
La gimnasta de la Selección española abre su corazón en Relevo tras disputar sus primeros Juegos Olímpicos.
"Toda esta temporada ha sido una lucha conmigo misma para salir del pozo en el que me había metido. De repente tenía miedos, bloqueos… no podía moverme. Se me bloqueaba tanto la muñeca que cualquier movimiento que hacía con el aparato, lanzaba a no sé dónde".
Cumplir un sueño a veces no es tan fácil como parece. El testimonio de Polina Berezina muestra cómo lograr el mayor objetivo de un deportista puede acabar rompiéndote en pedazos. Llorar por las noches, insomnio, ansiedad, constantes dolores de cabeza… La cara y la cruz de estar en tus primeros Juegos Olímpicos. Además, en un deporte tan poco justo como la gimnasia rítmica.
La historia de Polina con los Juegos comenzó, como muchas otras, como una meta de vida. Hasta Tokio 2020, la posibilidad de ser olímpica no llegó a sus punteras y por poco, por un puesto únicamente, casi viaja al país nipón. Aun teniéndolo muy difícil, en ese momento contaba con unas condiciones de entrenamiento precarias.
"Si se hubiese conseguido la clasificación para Tokio hubiese sido un milagro. No tiene nada que ver con la preparación para París"
Gimnasta de la selección españolaTocaba resetear. El ciclo de París no comenzó con el mejor pie, Polina continuaba sin tener un lugar de entrenamiento y acabó pasando sus días en un gimnasio de un club. En 2022, todo cambió y la apuesta por ella también. Por fin, se trasladó de nuevo al CAR de Madrid.
«Me sentía como una gimnasta adoptada»
Su lucha continuaba. No solo tenía que luchar por estar en París, también asegurar su lugar dentro de la Selección y tener la posibilidad de estar en el Mundial clasificatorio, encima en casa, en Valencia. "En ese momento me sentía muy sola por problemas que han pasado años atrás. Por dentro me estaban destrozando". Al final, pasó lo que tenía que pasar. Con unas mejores condiciones de entrenamiento, Polina compitió en la capital valenciana y logró la ansiada plaza olímpica. Con ella, cayó al llamado pozo.
"El día que me clasifiqué en Valencia, me quedé sin emoción. No sabía ni lo que sentía, no sabía si estaba feliz, si estaba triste", recuerda. El esfuerzo físico y la presión pasaron factura. Polina, vacía, solo podía pensar en los siguientes pasos. "A medida que van pasando los meses ya era más consciente, pero pensaba: 'hay que estar en forma para los Juegos Olímpicos, en la mejor forma'".
El camino a París no fue sencillo. Años y años peleando contra corriente. Y ahora también, contra sí misma y la exigencia de preparar una cita olímpica. "Esta temporada ha habido días que no podía con mi vida. No sabía cómo tirar el trabajo, no sabía cómo recuperar mi cuerpo. Me iba a dormir, me despertaba y seguía igual de cansada y llegaba a algunas competiciones que yo decía 'no sé cómo voy a hacerlo".
Entrenaba durante nueve horas diarias antes del Europeo previo a los Juegos Olímpicos. Luego menguó la carga. Aun así, la presión sumada al sentimiento de soledad pasado, no fue sencillo de gestionar. "Hoy en día sigo teniendo secuelas de esa sensación, de esa tremenda soledad. Me voy a dormir y digo: 'no quiero estar sola, no quiero dormir sola'. Es difícil notar la falta de apoyo". La siguiente parada, París 2024.
«Empiezo a llorar, me echo las manos a la cabeza y digo '¿cómo ha pasado esto?»
La ilusión de unos primeros Juegos es tal que la mezcla entre nervios y emoción hace que sea una experiencia inigualable en la vida. Para Polina, así fue. "Solo estaba pensando 'por favor, que llegue ya el día porque quiero disfrutarlo, quiero competir, quiero mostrar mi trabajo'. No dormí mucho realmente la noche anterior, es lo típico que te despiertas antes de que te suene el despertador".
Aunque ese nerviosismo le acompañó por la noche, desapareció en cuanto pisó el tapiz olímpico. Admite que "estaba tranquila", pero la competición es la competición. Después de todo. Un lanzamiento, calculas mal la distancia y acabas con un gran fallo. Salida de tapiz en el primer ejercicio. "Vi rodar el aro y digo 'esto va a rodar mucho tiempo'. Lo que me sorprendió es lo rápido que reaccioné, cogí directamente el de reemplazo y seguí el entero como si nada".
Dejó de sonar la música y el mundo se vino abajo para Polina. "No me lo creía. Salgo de la pista, estoy procesando lo que ocurrió, veo a las entrenadoras, me siento en el Kiss & Cry y empiezo a llorar. Me echo las manos a la cabeza y digo '¿cómo ha pasado esto? No me lo merezco'. Me dio hasta ataque de ansiedad. No sé si en ese momento las cámaras me han captado".
El shock del fallo se trasladó rápidamente al equipo técnico y los aficionados e igual de rápido Polina quiso ponerle fin. "Me fui al baño y dije 'ni se te ocurra tirar todo tu trabajo a la basura, ni se te ocurra'. Sabía que no tenía: uno, margen de error para luchar por una final olímpica, y dos, me quería quedar tranquila con mi trabajo y con todo el esfuerzo. Me cambié el maillot, cambié el chip por completo y a salir otra persona. Dije 'empieza de cero'".
"Ese aro me sale con los ojos cerrados. Era el ejercicio que a lo mejor menos he trabajado en toda la temporada"
Gimnasta de la selección españolaTras el fallo, tras la lucha interna… Polina volvió al tapiz para hacer sus últimos tres ejercicios y para sorpresa, no tuvo ningún fallo más. Supo reponerse, continuar luchando, un poco más, y cerró su competición olímpica con una sonrisa.
"A nivel resultado, obviamente, no es lo que yo me esperaba, yo confiaba hasta el último momento que podía estar en la final, pero sí que he visto a una Polina diferente en esta competición. Creo que he sacado todas las herramientas que he trabajado y lo he mostrado ahí. Estoy contenta, estoy feliz de que pude remontar y sacar ese lado que ni conocía, de luchadora, de guerrera". Una historia de las que llega e inspira. Gracias Polina por seguir demostrando todo tu potencial como deportista y persona.