PIRAGÜISMO

María Corbera y un entorno tóxico que le hizo odiar el piragüismo: "No fui capaz de decirles que no me contaran sus mierdas"

La subcampeona del mundo de C1-200 metros desvela en Relevo el episodio de cuatro meses que pudo terminar con su carrera.

María Corbera es una de las grandes opciones de medalla en París 2024./RFEP
María Corbera es una de las grandes opciones de medalla en París 2024. RFEP
José M. Amorós

José M. Amorós

María Corbera se proclamó subcampeona del mundo de C1-200 metros en el último Mundial de piragüismo de Halifax (Canadá) en agosto de 2022. Un gran éxito en la prueba olímpica más rápida del piragüismo que coronó una temporada inmejorable, que terminó redondeó con un oro europeo junto a Antía Jácome en el C2-200, además de un bronce mundial y un oro continental en el C1-5000. El palmarés anual de la madrileña le ha terminado valiendo para ser elegida como la mejor piragüista española del año, un reconocimiento que recogía entre lágrimas. Un imagen que impactó a los presentes en el auditorio del Comité Olímpico Español y provocó un gran aplauso de sus compañeros.

Las lágrimas de María son generadas por sentimientos encontrados, que mezclan recuerdos a olvidar y la capacidad de levantarse para recoger los frutos de un largo camino de esfuerzo. La emoción de una campeona que estuvo muy cerca de no serlo, de quedarse por el camino por culpa de un entorno tóxico que le hizo tomar la decisión de dejarlo. Hoy, la conocemos como una de las mejores canoístas del mundo, pero si nos retraemos al verano de 2016, Corbera era una de las mejores españolas en la modalidad de kayak, sí, de kayak: "Era rápida, era muy rápida, y estaba en las finales A en el campeonato de España, con nombres como Teresa Portela y con las actuales finalistas en campeonatos internacionales". Para los que no lo diferencien, nada tienen que ver en su mecánica: el kayak es la modalidad donde se compite sentado y paleando a ambos lados de la piragua, mientras que la canoa se va de rodillas y paleando por un solo lado. El cambio de modalidad fue la única prueba pública de que algo no había ido bien.

"La cabeza llegó a un límite"

María Corbera Piragüista española

Al terminar esa temporada, la cabeza de la de Alameda de Osuna había dicho basta: "Lo mandé todo al carajo cuando estaba arribísima en el kayak, estaba en la preparación del K4 para el Mundial. La cabeza llegó a un límite". Con el tiempo, se contó que había pasado por momentos complicados y se hablaba de un "colapso mental". Ahora, cinco años después y como una de las mejores opciones de medalla en París de todo el deporte español desvela en Relevo qué ocurrió.

"Me tiré cuatro meses sin querer saber nada de piragüismo", relata Corbera, que recuerda que sus entrenadores "lo definieron como una lesión mental; me decían que no me había lesionado del hombro o del pectoral, me había lesionado de la cabeza y había que recuperarla". Decidía dejar el piragüismo y la explicación de su problema no era otra que un ambiente dañino dentro del equipo: "Viví momentos en los entrenamientos que luego se exteriorizaban fuera del entrenamiento, criticando a compañeras... y, para mí, era una locura. Y un día, otro, otro, otro, otro... Se acercaban selectivos o preolímpicos y bum, bum, bum, bum, bum, bum". Corbera se había convertido en la elegida para tener que escuchar los comentarios, desahogos y críticas de unas compañeras a otras.

Una posición difícil que le fue minando y ensombreciendo su ilusión por el piragüismo, al que ya asimilaba con un círculo perjudicial: "Yo no era capaz de tolerar todo ese continuo comentario. No fui capaz, no tuve la valentía o la fuerza, o no fui capaz de decir a esas personas que no me hablaran de todo eso. Que me dejaran en paz, o sea, que no me contaran todas sus mierdas, que no me las contaran. Llegué a quemarme por entrenadores, compañeras de entrenamiento, conversaciones en el equipo nacional... no era por la competitividad hacia mí, sino entre el equipo y todo lo tóxico". María estaba envuelta en una situación de la que estaba harta, pero que no encontraba una salida.

"Quería ayudar sin saber cómo expresarle a esas personas que me estaban matando"

María Corbera Piragüista española

"Soy una persona que, aunque no lo creáis, solo hablo de la piragua cuando estoy en ella, en el club o en un 'territorio' de piragüismo", afirma María. "El resto del tiempo no quiero saber nada. Todo lo que sea un exceso de saturación del deporte o del piragüismo, a mí me va quemando". Lo que para algunos sería su mayor virtud, se había convertido en su peor pesadilla: "Sé escuchar mucho, me gusta ayudar a la gente. O sea, intento ayudar a todo el mundo. Quería ayudar sin saber cómo expresarle a esas personas que me estaban matando".

Y, en medio de esa situación, decidió salir del agua y dejarlo todo. "Llegó un momento que yo lloraba de la impotencia, de decir: ¿cómo algo que me hace tan feliz me está haciendo tanto daño?' Yo soy muy de mecha corta. Exploté y dejé de lado el Mundial, dejé de lado becas, dejé de lado todo. Me decían: 'Pero María, es que no vas a poder ir al mundial'. Es que me da igual, es que no podía, yo no podía". A pocos días antes del Mundial, se lo hizo oficial a su entrenador. "yo no puedo ir a un mundial, por mucho que quede una semana, yendo con un 10% o un 2% de mi nivel por mi mente, y saber que mis compañeras, mis otras tres compañeras, están al 120%. Yo no podía hacer eso. Le dije a mi entrenador que no iba, que fuera la quinta, que se monte ella, pero yo no pienso ir". Una noticia y un técnico que quedaba asombrado con la decisión. "Me decía 'te vas a quedar sin becas, no te van a llamar más'. Me daba igual, es que me daba igual, yo priorizaba en ese momento que no podía. No tuvo acceso a un psicólogo a tiempo que pudiera ayudarme. Estaba en un bucle todo. Necesitaba que alguien me orientara, me ensañara a gestionar todo eso... y exploté".

"Empecé a tontear con el rugby, empecé con el fútbol..."

María Corbera Piragüista española

Desde aquel momento, comenzaron cuatro largos meses donde Corbera no quiso volver a montarse en una embarcación e incluso empezó a pensar en otros deportes. "Ese día no quería saber nada de la piragua y, al día siguiente, ya quería hacer otra cosa. Empecé a tontear con el rugby, empecé a jugar al fútbol...". El piragüismo no quiso dejar escapar a María y consiguió su vuelta, aunque quedaba camino por delante para recuperar la ilusión. "Poquito a poco, sin presión, cuidándome mucho... cuidándome mucho. Estuve un año más en el kayak y, al final, recuperé esa ilusión con la canoa". Una metamorfosis de disciplina que le hizo recuperar las ganas por entrenar, por competir, que ahora le hace competir cuando le preguntas qué ha sido la canoa para ella: "Ese cambio, esa ilusión, esa nueva ilusión, esa nueva motivación". La piragüista tomó la decisión de cambiar de modalidad para volver a recuperar la felicidad.

Un cambio arriesgado y nada habitual que ha terminado siendo exitoso, y que le ha colocado como uno de los grandes nombres mundiales de la canoa internacional. Capaz de lograr medallas desde las pruebas más cortas y rápidas hasta en las más largas y con capacidad de resistencia. Unos logros que, por supuesto, han tenido su largo y duro camino de adaptación. "Han sido también muchos años y muchos meses de muchísimos dolores, de reeducar al cuerpo... Una transformación".

Hemos conocido muchas historias de deportistas que han llegado a ese colapso mental que ha podido con sus carreras deportivas. Testimonios relacionados con el estrés de la competición, la presión de los resultados o la exigencia al entrenar. La historia de María Corbera es diferente y muestra otra de estas vertientes desconocidas dentro del deporte de élite: "El motivo no fueron los resultados, ni la exigencia o la presión, todo vino por el entorno. Fue muy duro".

La ilusión olímpica junto a Antía Jácome

La gallega Antía Jácome es el otro gran nombre de la canoa española. Como contamos hace unas semanas en Relevo, ambas han decidido unir fuerzas para competir juntas en el C2-500m en París 2024. Una apuesta seguro que ya se pudo comprobar el pasado verano, cuando en el Europeo y sin entrenamientos juntas, compitieron en el C2-200m en Múnich y se colgaron una medalla de plata. "Se está apostando por barco que va muy, muy bien, y va cada vez mejor con trabajo, con entrenamientos", nos cuenta Corbera que nos relata cómo va la preparación: "Es algo muy, muy complejo y, además con Antía, siendo dos canoistas del mismo lado. Vamos buscando la mayor cantidad de tiempo para poder entrenar y sacar sesiones porque es importante que esa embarcación evolucione lo más rápido posible porque tampoco hay tiempo".

El rendimiento del C2-500 metros es clave porque podría abrir la puerta hasta a tres opciones de medalla olímpica para la delegación española: "En cuanto se clasifique ese C2, tenemos dos posibilidades en el C1. Dos embarcaciones que pueden competir y sabemos que estamos muy cerquita del oro en las dos. Podemos tener muy muy buenos resultados y... ¿por qué no un doblete? Eso ya sería una locura. Pero no es una locura inalcanzable, es una locura que lo vemos tan real que nos altera solamente pensarlo, pero es motivante".

María entrena en Aranjuez y Antía en Mallorca, una dificultad añadida que están intentando solventar con viajes cada pocos días para poder entrenar juntas. "Cuando viene ella a Aranjuez a entrenar, nos damos el 2000x2000. Cuando voy yo para allá, lo mismo, y creo que eso es muy bueno porque va a hacer que aumente nuestro nivel. Tenemos mucha ilusión que creo que es lo que nos caracteriza a las dos. Nos llevamos súper bien a pesar de la rivalidad y competitividad".

Unos entrenamientos que entran en su fase clave para poder llegar a lo que los expertos proyectan de esta unión. "Estamos en febrero, tenemos que empezar a hacer el cambio en el entrenamiento. Hasta ahora, ha sido todo mucha base, mucho aeróbico, que siempre se necesita para afrontar la temporada y cuando llegue el periodo competitivo. Ahora es el momento de transición, de conocer nuestro ritmo de paladas, ajustarlo y saber cuál es nuestro ritmo bueno, ritmo medio o el exigente. Conocernos y ver cómo afrontamos ese ritmo exigente con el cansancio y la fatiga, ese momento en el que al músculo le pasa factura. Ahora tenemos que saber tolerarlo y decir 'OK, Antía se mueve así, María se mueve así'. El objetivo es conocer cómo vamos a responder para que el barco rinda. Pulir muchos detalles e ir conociéndonos".