El sueño de un actor cubano pasa por que un pueblo de Lugo de 4.000 habitantes empiece a jugar al béisbol: "No sé si vendrá alguien"
Liván Albelo quería ser músico, pero llegó a España como actor de teatro... y con un bate de béisbol bajo el brazo.
En béisbol hay dos formas de conseguir una carrera. Un batazo perfecto permite pasar por las cuatro bases en un solo recorrido. El soñado home run. Pero conectar un golpeo así es difícil y lo habitual es que el corredor tenga que ir base por base, eligiendo con cautela el momento adecuado para pasar de una a la siguiente. Liván Albelo empezó a reventar la bola en El Jíbaro, Cuba, y ha completado la carrera en Friol, Galicia. Dos pueblos de menos de 4.000 habitantes, separados por casi 7.000 kilómetros y unidos ahora por el entusiasmo de Liván, un cubano de 38 años que quiere formar un equipo de béisbol en el extremo occidental de la provincia de Lugo.
"No sé si vendrá alguien", confesaba el protagonista a Relevo en vísperas del primer entrenamiento, una suerte de piloto para medir la respuesta popular. A su llamada han respondido nueve aspirantes a peloteros, el número exacto de jugadores de campo que forma un equipo de béisbol. Llueve en Friol, pero el entrenamiento se celebra a cubierto, en el pabellón del colegio local. Se trata de ofrecer a los interesados un primer contacto amable con el guante y el bate. Aunque el béisbol es poco practicado en España, la selección se coronó campeona de Europa en 2023. Es el indiscutible deporte rey en países como Venezuela, Puerto Rico y Japón. Y por supuesto, Cuba.
🏆 CAMPEONES DE EUROPA 🏆
— RFE Béisbol y Sófbol (@RFEBS) October 1, 2023
La selección española vuelve a levantar el trofeo de campeona de #Europa 68 años después tras ganar la gran final del #EuroBaseball a #GranBretaña por 11 a 2 👏🏻
Tras un torneo impecable, #España vuelve a estar en lo más alto del béisbol continental 💪🏻 pic.twitter.com/zDrVeh8t4v
Allí, entre los arrozales de la provincia de Sancti Spiritus, empezó a jugar Liván. Como tantas veces ocurre, la suya es una pasión heredada. "Esto me viene de mi abuelo Horacio, que tenía en casa su propio equipo y muchos libros. Yo veía todos los partidos con él y me iba explicando regla tras regla", cuenta. Durante las dos horas que dura el entrenamiento, Liván no para de desgranar normas y corregir los movimientos de sus novatos. "¡Abre el guante! ¡El pie atrás!" Pide la misma actitud a los que lanzan y a los que tratan de golpear o atrapar: "siente la bola". Es otra parte del legado del abuelo Horacio.
"Una vez cogió una pelota de béisbol dura y me dio en el pecho así, me hizo pum, pum, pum. No le tengas miedo a la bola, me decía. No puedes tener miedo. Con él empecé a entender el béisbol", recuerda. Los guantes y los bates atesorados por Horacio rejuvenecieron para regresar a los campos de juego con Liván y sus amigos. Pero no basta con material: hacen falta fundamentos de juego. "Yo nunca fui bueno. Bateaba duro, pero no cogía una bola. Mi abuelo me dio las reglas, pero no tuve un maestro que me dijera, párate así si la bola viene acá, ponte así si la bola viene de allá", comenta, repitiendo —quizá sin darse cuenta— las mismas instrucciones que ha dedicado a los inexpertos frioleses durante la primera sesión preparatoria.
Un actor que quería ser músico
Con todo, la verdadera vocación de Liván Albelo nunca estuvo relacionada con el béisbol. Estudió música en el conservatorio Ernesto Lecuona de Sancti Spiritus y, como todos sus compañeros, soñaba con obtener plaza en la Escuela Nacional de La Habana. Hasta que alguien le comentó que se habían convocado pruebas para entrar en la escuela de teatro. "Yo ni sabía ni qué era un teatro. Me dijeron que había que llorar y reírse y yo dije perfecto, vamos para allá. Mi plan era entrar por teatro y cambiarme para música... ¡como si eso fuera posible!", dice entre risas.
Sobre las tablas descubrió que debutar con éxito en arte dramático es todavía más difícil que conectar un home run en el primer batazo. "El maestro me dijo: tú no sirves para esto. Pero como a mí no me importaba el teatro, porque lo que quería era cambiar a música, pues seguí yendo". Una semana después, al final de las pruebas, el maestro había cambiado de opinión. Liván ingresó en la Escuela Nacional por la rama de arte dramático y acabó dejando que su carrera fluyera en esa dirección. El teatro le permitió conocer a su actual esposa y, curiosamente, eso fue lo que trajo el béisbol de vuelta a su vida.
"Nos mudamos a Arizona. Allí, la compañía de mi esposa quiso entrar en una liga de sóftbol [derivación del béisbol en formato reducido] y nos invitó a participar. Ahí volví a retomar un poco. Encontré una persona que me enseñó, me corrigió y me explicó más en detalle", relata. En busca del lugar idóneo para la educación de sus hijos, la pareja se trasladó primero a Valencia y después a Friol, en Lugo. No es tan distinto del Caribe, según Liván. "Esto es muy verde, como Cuba. Y a mí me gusta el fresco. A veces siento que nací en un lugar que no era el que me correspondía. Mi esposa… que ella te cuente su versión", bromea. El caso es que la familia Albelo ha encontrado un hogar en Friol. Un hogar al que sólo le faltaba un detalle: el béisbol.
Cómo formar un equipo de béisbol en un pueblo de Lugo
Tal vez la historia estaba destinada a repetirse. Porque, una vez más, fue un abuelo quien despertó en su nieto el amor por su deporte favorito. "Mi suegro fue pelotero en Puerto Rico. El año pasado vinieron de visita y vio a mi hijo con el guante. Empezó a inculcarle el tema del béisbol… y me regresó a mí también", cuenta Liván. Viendo cómo entrena, no cabe duda de que hay algo que vibra bajo su piel cuando juega. Anima, señala, salta, corre. Exige a sus jugadores orden, disciplina y respeto por el material de trabajo. Celebra cada uno de sus aciertos como si el pabellón de Friol fuese el Fenway Park… o un terraplén en El Jíbaro.
"Es como estar en mi campo, jugando con mis compañeros. Me conecta inmediatamente con mi abuelo", explica. Seguro que, en unos cuantos años, a su hijo Antuán le sucederá lo mismo. "Empezamos a practicar juntos y le dije, vamos a buscar un equipo en Lugo. ¡Y resulta que lo había!". El Lume BC lleva casi 50 años luchando por mantener viva la pasión beisbolera en la ciudad amurallada. Pero de Friol a Lugo hay media hora en coche de ida y otro tanto de vuelta, así que Liván se lio la manta a la cabeza. Prometió a su hijo que, si quería seguir jugando, intentarían formar equipo en Friol. Y en eso están.
Porque, por encima de todo, Liván Albelo cree en los valores del béisbol. "Es una oportunidad diferente para los niños. En este deporte puedes ser muy bueno en algo, pero siempre vas a necesitar a cada uno de tus compañeros. Puedes ser muy bueno atrapando bolas, puedes batear duro… pero necesitas al primera base, al tercera base, a todos los jugadores". No muchos en España lo saben, pero en Friol ya han empezado a disfrutarlo.