La intrahistoria del oro mundial de Fran Garrigós: "Después de Tokio, dudé si era el momento de dejar de competir"
El nuevo campeón del mundo visita Relevo para desvelar lo vivido en los últimos años.
La carrera deportiva de un deportista es un sin parar de subes y bajas, de buenos y malos momentos, de triunfos y duras derrotas. Muy pocos se libran de las dudas de si merece la pena el esfuerzo o si tienen el hambre suficiente para seguir entregando su vida a la competición. Son esas historias donde la superación termina en final feliz y siendo capaz de llegar a lo más alto tras superar las dudas. Un episodio similar es el que ha vivido el judoka madrileño Fran Garrigós en los últimos meses y que ha terminado con una medalla de oro mundial colgando en su cuello.
Solo unas horas después de aterrizar en Doha, el nuevo campeón del mundo de -60kg ha visitado Relevo, aún con las heridas en su cara, para contar la intrahistoria de unos meses donde ha pasado de caer en su primer combate en los Juegos Olímpicos de Tokio, donde llegaba como campeón europeo y bronce mundial solo un mes antes, y su asalto a los cielos a solo un año de París 2024 el pasado domingo.
"Todavía no soy consciente, no he tenido tiempo para asimilarlo ni celebrarlo", responde Garrigós cuando se le pregunta cómo se siente con un oro mundial en, todavía, los inicios de esta temporada preolímpica. "He empezado muy bien, fui a dos competiciones y en las dos conseguí la plata [Grand Prix de Portugal y Grand Slam de Tel Aviv]. Después iba a ir a otro Grand Slam en Turquía, pero me puse malo una semana antes y decidí no ir para preparar mejor el Mundial".
"No sabía si iba a tener hambre para seguir compitiendo"
JudokaUn inicio de temporada soñado que deja atrás los tiempos de dudas, los días donde Garrigós pensó en dejarlo después del duro golpe en Tokio. Era su segunda cita olímpica con 26 años y señalado como uno de los grandes favoritos: "Esperaba intentar pelear por las medallas. Ese era el objetivo. Tuve bajón después llegar en tan buena forma y no poder hacer un buen papel. En los dos Juegos que he ido, he caído en los primeros combates". Las horas de después no alcanzar el objetivo por el que has trabajado durante cuatro años no son fáciles. "Es muy difícil llegar a ese día, haber entrenado, haberte clasificado, intentar llegar a las mejores condiciones y que no sea tu día",
"Después de Tokio, decidí estudiar y tomarme el judo más tranquilo", recuerda el madrileño, que señala el que sería un momento clave para su continuidad: "A primeros de 2022, sabía que no estaba preparado pero quería saber si todavía tenía ganas de seguir compitiendo. Comprobar que, sabiendo que no estaba en forma, si me picaba perder y quería seguir siendo el mejor".
En aquella competición, el GP de Portugal de 2022, Garrigós terminó séptimo cayendo en cuartos. "Antes de la competición, no sabía si iba a seguir teniendo hambre de seguir compitiendo. Si en esa primera competición que hice, no hubiese tenido ganas, no me hubiese molestado perder, creo que era el momento perfecto de haber dejado la competición porque si no tienes ganas de seguir compitiendo es mejor terminarlo". Una derrota contra el japonés Taiki Nakamura fue la semilla de un oro mundial: "Fue por lo que seguí entrenando y dando mi 100%".
Los deportistas suelen comentar que los malos resultados les hacen mejores y el nuevo campeón del mundo lo ha vivido en primera persona: "He madurado bastante, ya no pienso solo en el color de la medalla o la medalla, sino pienso en lo que realmente tengo que hacer, aunque al final no todo lo que depende de mí. Vamos a olvidar, a quitar presión de encima con el tema de las medallas o de quedar campeón olímpico".
Una técnica improvisada para el oro
El primer oro mundial de su palmarés llegó de una manera diferente a lo imaginado. No porque no fuera esperado o trabajo, sino por el movimiento que le dio la victoria: Un wazari durante el punto de oro que nunca había practicado en entrenamientos ni puesto en práctica en competición. "No lo quise celebrar al principio porque era un movimiento que no había hecho nunca", desvela. "Llegó la decisión de los árbitros y yo seguía pensando en el combate porque si había que seguir. Cuando me dieron la victoria, estaba muy feliz y me abracé a mi entrenador: lo habíamos conseguido".
Viaje a la cuna del Judo para preparar el Mundial
"Este año quería salir a entrenar fuera", detalla Garrigós sobre la preparación elegida previa al Mundial. Un viaje a Japón junto a su amigo y también compañero de tatami Álvaro Ríos que buscaba un nuevo entorno para ser capaz de hacer frente a los mejores: "En mi categoría, tienen a ocho judokas muy buenos que luchan por ser campeones del país. Nos gusta ir una vez al año, son los mejores de nuestro deporte y tienen un entrenamiento distinto".
El país nipón tiene hoy el mayor porcentaje de practicantes de judo a nivel nacional de todo el planeta. "Son muchísimos, en todos los lugares hacen judo y la técnica que tienen es increíble", cuenta el judoka del Club. "Entrenar allí, poder ver qué hacen y ver que también se caen, que son como el resto que estamos en la competición y que también cometen errores, como todos". Confianza, aprendizaje e inspección que sumó a la hora de competir en Doha.
La factoría de Quino
Fran Garrigós es una de las grandes joyas del DojoQuino, el gimnasio de judo de Quino Ruíz. En sus tatamis, se han criado los dos únicos españoles que han conseguido proclamarse como campeones del mundo. Con las órdenes del que fuera también plata mundial, forman parte de uno de los rincones más importantes del deporte español. "Quino es una persona increíble, es capaz de ver y de sacar lo mejor de cada deportista. Te hace creer, porque él confía tanto en ti, te da tanta seguridad, que te hace creer que puedes lograr cualquier cosa, cualquier sueño".
Será allí, en Brunete, donde ya se preparan los siguientes objetivos. Hace unos días, el otro campeón mundial español Niko Sherazadishvili visitaba Relevo y rechazaba la opción de ser el primer oro olímpico del judo español porque prefería que fuera su compañero Fran, que compite el primer día de París 2024. Una muestra de que el judo es un deporte individual, pero también puede ser de equipo.