El pionero de la crítica televisiva da otra visión en la pelea entre Broncano y Pablo Motos: "Hay que interpretarla en términos políticos"
Ferran Monegal, periodista catalán, lleva más de 30 años analizando contenido televisivo.
Pocas personas saben más de la televisión en España que el periodista barcelonés Ferran Monegal (Barcelona, 1947), que lleva más de 30 años analizando la caja tonta. Le avalan 10.000 columnas en El Periódico, 17 años en Onda Cero y una década "haciendo crítica de tele desde la tele" con su programa Telemonegal de Barcelona Televisió, que fue pionero en este género.
Con su fina ironía, su humor ácido y un vocabulario propio muy característico, Monegal marcó tendencia a inicios de siglo a través de un producto independiente, emitido desde una pequeña televisión local, que hasta la fecha nadie ha podido replicar. De hecho, de una de las cosas de las que más orgulloso se siente el presentador de aquel programa es de "no haber escrito ni dicho nunca una sola palabra pensando en su provecho personal".
En una charla larga y reposada con Relevo, repasa toda su trayectoria desde que comenzó a estudiar náutica hasta el día de hoy. También analiza la toxicidad de la televisión, el conflicto entre La Revuelta y el Hormiguero, el fútbol visto a través de la pantalla y el fenómeno Ilia Topuria. Y es que las artes marciales son una de las grandes pasiones de un Ferran Monegal que es cinturón negro de karate shōtōkan y que desde hace 15 años practica kickboxing.
Se licencia en periodismo en 1973.
Sí. En la escuela de periodismo, todavía no existían las facultades.
Antes, había estudiado Náutica y fue mozo de cubierta.
Sí. Para ingresar a periodismo se necesitaba el preuniversitario y mientras lo preparaba me matriculé en la escuela náutica, donde estuve un par o tres de años. Y en verano, me sacaba un sueldo trabajando como mozo de cubierta.
¿Por qué decide hacerse periodista?
Esto empezó mucho antes, cuando yo estudiaba dirección teatral en el instituto del teatro. Me interesó mucho el periodismo y, de hecho, mis primeras incursiones periodísticas fueron críticas de teatro. Las hice durante diez años.
¿Encuentra trabajo enseguida?
Sí, sí, incluso antes de terminar la carrera ya escribía reportajes y hacía artículos para distintas revistas; la Bocaccio, por ejemplo. Ha cambiado mucho la cosa. En esa época había trabajo.
Fue entrevistador de 'La Vanguardia'.
Sí, cuando terminó la carrera me fichan en La Vanguardia para hacer una entrevista diaria.
Suele decir que en una entrevista, el entrevistado casi nunca acaba contento cuando se publica.
Exacto. Yo lo que hacía es que, aparte de grabar la entrevista, escribía a mano las respuestas y, una vez terminábamos, le hacía firmar al entrevistado en el margen del folio para que no hubiera malentendidos.
Fue director del periódico 'Claro', un proyecto efímero.
Esto fue una joint venture hispanoalemana. Se puso en contacto conmigo Axel Springer, que entre otros periódicos tenía el Bild, que en aquella época era el diario con más tirada en todo Occidente. Vendía cinco millones de ejemplares al día y solo era superado en ventas por los tabloides chinos. Creamos un Bild a la española que se llamó Claro. Pero no funcionó. Estuve dos años montando varias rotativas, cuatro redacciones en España… pero de director hice apenas un mes. Prescindieron de mí porque creyeron que la línea no era la adecuada. No tuvieron demasiada paciencia. Tras mi marcha, el diario duró dos meses más.
"Creamos un 'Bild' a la española que se llamó 'Claro'. Pero no funcionó. Estuve dos años montando varias rotativas, cuatro redacciones... no tuvieron demasiada paciencia"
¿Era imposible establecer en España un diario sensacionalista? ¿Cuál fue el problema?
En aquella época, el índice de lectura de diarios en España era de un 60% en la población mayor de edad. Y nosotros íbamos a buscar ese 40% que no los leía. En lo personal, para mí, fue una experiencia extraordinaria porque no solo se trató de montar redacciones; aprendí sobre rotativas, distribución… fue una inmersión total en cómo se monta un periódico. Lamentablemente, no fue bien. También afectó que en el 90 cayó el Muro de Berlín y el grupo Axel Springer tenía que abastecer de periódicos a toda la Alemania del Este, pues hasta entonces no tenían permisos gubernamentales para distribuir en esa zona porque era territorio soviético. Les obligó a hacer una gran inversión de rotativas y redacciones en Alemania del Este. Esto también influyó en la decisión de los alemanes de detener y abandonar el proyecto del Bild en España… bueno, era un proyecto destinado a España, Italia y Portugal.
¿Cuándo empieza a dedicarse a la crítica televisiva?
Tras la experiencia del Claro, a principios del 93, el fundador y entonces director de El Periódico, Antonio Franco, me propuso hacer análisis televisivo. Y ahí empecé.
Era algo novedoso.
Ya había algunos analistas de televisión, pero eran pocos. Tras diez años haciendo crítica de teatro, me di cuenta de que la atención y la gran influencia vendría a través de la televisión. Y que el teatro, en este aspecto, perdía tirón… en aquella época decíamos que el teatro era un arma social, pero la verdadera arma social, de información y de intoxicación era la televisión. Es un aparato que tienes en casa montado, que lo enciendes apretando un botón y que lo puedes ver con calzoncillos o pijama sin tener que salir por la puerta.
¿Una arma de intoxicación?
Sí, de información, cultura e intoxicación. Es lo que he aprendido tras 31 años viendo durante ocho horas diarias la tele.
¿En qué sentido intoxica?
Por intereses empresariales y políticos. Es un instrumento que se mete dentro de tu casa, prácticamente sin pedir permiso. Hay 15 o 20 botones en el mando de la televisión para cambiar de canal, pero solo uno para apagar la tele.
Ha dicho en alguna ocasión que el impacto de ver la tele ocho horas al día es brutal.
Sí, porque es un martillo pilón y tú estás indefenso. Un crítico de televisión norteamericano muy bueno decía que la tele es un instrumento a través del cual tú dejas entrar en tu casa a una serie de personas que si tocasen el timbre no les abrirías en la vida. Por la pantalla entran en tu sala de estar una serie de criaturas con las que tienes que estar muy alerta.
¿Cómo llega uno a ser crítico televisivo? No existe una asignatura en la carrera.
No lo sé, en mi época seguro que no. Después de cuatro años en La Vanguardia haciendo una entrevista diaria, habiendo sido también enviado especial en distintos países y tras diez años de análisis de teatro, viajando a los grandes festivales para hacer crítica, creo que ya tenía un buen bagaje. Y el paso a analizar la televisión fue bastante normal. En realidad, la tele se puede entender como una gran representación teatral diaria.
"A través de la televisión tú dejas entrar a tu casa a una serie de personas que si tocasen el timbre no les abrirías en la vida. Hay que estar alerta con estas criaturas que se te meten en el salón"
¿Qué era Telemonegal?
Era la crítica de tele desde la tele. Esto sí que no se había hecho nunca. Transgredíamos una de las máximas de la endogamia del oficio periodístico que es que 'entre bomberos no nos pisamos la manguera'. Y tuvimos un cierto éxito.
Fueron diez años en antena. Eso es una eternidad en televisión.
Sí, sí. Ahora los hay que aguantan mucho, ¿eh? El Hormiguero, El Intermedio… Saber y Ganar; sobre todo concursos y algunos programas de entretenimiento empiezan a acumular años. Pero en esa época era bastante insólito que un programa durara diez años. Y con ese éxito.
Y se hacía desde una televisión local.
Empezamos en Barcelona Televisió en el año 2003, siendo un programa de 28-30 minutos. Y a causa del éxito que tuvo enseguida, me pidieron que ampliáramos el programa. Al final, duraba una hora y veinte minutos.
¿Cuál era el secreto de Telemonegal?
Que no dependíamos de ninguna de las grandes industrias de la maquinaria televisiva o periodística y eso nos lo permitía el hecho de que se hiciera desde una tele local. En una televisión grande, arraigada… una televisión autonómica o de abasto estatal, no nos lo habrían tolerado.
¿Se puede ser independiente en la crítica televisiva?
Sí, si tienes a alguien detrás que pare los golpes. Y si tienes ganas de ejercer la profesión, no para hacer amigos, sino para hacer un análisis equitativo; repartir bien los golpes, no focalizar siempre en los mismos, no estar sometido a una consigna política y no formar parte de un grupo de presión editorial, periodístico, empresarial o político. Repito, en una tele local o pequeña se podía hacer. En ningún otro sitio se ha podido repetir este tipo de programa. Todas las cadenas obedecen a unas directrices y que haya alguien que cuestione o lo analice, no gusta. Nosotros hacíamos los informativos comparados, es decir, comparábamos como cada cadena tocaba de un modo u otro la misma noticia… es que parecían noticias distintas en función de quién lo explicaba.
Tratábamos de enseñar a la gente a ver la tele, a ponerse delante de la bestia en casa; a tratar de encontrar una chispa de equilibrio entre las diferentes maneras de explicar o de enfocar la noticia. Es absolutamente necesario, si no estaríamos viviendo en un cementerio, que es lo que algunos pretenden.
🎂 betevé fa 30 anys i una de les cares més visibles ha estat la de Ferran Monegal.
— bàsics (@basicsbtv) November 4, 2024
Durant una dècada va capitanejar el 'Telemonegal', el programa que va crear escola de crítica televisiva
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En cierto modo, hacían pedagogía de cómo ver la tele desde la propia tele.
Sí. A ver, no pretendíamos dar ninguna lección, pero sí explicar al espectador que la cámara es un instrumento que según cómo se utiliza puede ser muy perverso. No solo en el verbo, en la explicación; si no en relación con esto que ahora lo llaman el relato, la construcción del relato según interesa. Es que te cuentan una historia que no tiene nada que ver con la realidad, pero te la construyen. Hay verdaderos expertos en eso, en construir relatos concretos ante un hecho noticiable que obedece a una consigna. Lo vemos cada día en tele, prensa y radio. Y sí, explicar todo esto implica un cierto grado de pedagogía.
Es que lo de construir un relato es muy antiguo, mucho más que la tele. Esto lo explica muy bien la historiadora Mary Beard, que fue premio Princesa de Asturias; ella tiene un libro que se llama SPQR donde explica que ya en la época de los romanos, los emperadores tenían dos o tres historiadores instalados a cuerpo de rey en unas villas con todo tipo de comodidades, y que su cometido era escribir el relato de la historia a gusto del emperador, que era el que les pagaba. Mary Beard analiza a todos los grandes historiadores de la antigüedad y les saca las vergüenzas. La construcción del falso relato es antiquísimo y ha llegado hasta nuestros días, impulsado por los medios de comunicación. Ya lo decía Berlusconi, 'dadme una cadena de televisión y seré presidente y dominaré Italia'. Y así fue. Por eso le llamaban Sua Emittenza.
Antes lo citaba, el informativo comparado era una sección fija del programa.
Sí. En Telemonegal, en mis análisis críticos en El Periódico o en el programa de Julia Otero en Onda Cero, en el cual he estado 17 años, muchos días empezaba a analizar como se trataba un hecho determinado por parte de distintas cadenas. Ahora, por ejemplo, podríamos analizar la visita de los reyes, Pedro Sánchez y Mazón a Paiporta; como lo enfocaron las distintas maneras de verlo. O dicho de otro modo, las distintas maneras de desenfocar, en función del canal que sintonices.
En Telemonegal, ¿qué era la ratomaquia?
La ratomaquia es una apelación de Pigres de Halicarnaso, un clásico de la literatura grecolatina que hizo la Batracomiomaquia. Con mis lecturas, me di cuenta de que el fenómeno Gran Germano, este reality que empezó en Telecinco, tenía mucho que ver con lo que escribía Pigres de Halicarnaso. Y me inventé la expresión ratomaquia porque es una especie de teatro de guerra entre el presentador que hacía el papel de flautista de Hamelín y todo el séquito de concursantes que, para mí, eran como ratoncitos que iban siguiendo al flautista.
¿Se ha ganado muchos enemigos en la tele?
No sé si me he ganado muchos enemigos, pero amigos he hecho muy pocos. Tampoco los buscaba. No he escrito nunca una sola línea ni he hablado nunca en radio o tele pensando en mi provecho personal. Nunca. Esta es una de las cosas que más me enorgullecen. Me puedo haber equivocado en mis análisis, pero nunca los he hecho pensando en que eso me favorecería a mí de algún modo: buscar un grupo amigo, servirlo bien, hacerles masajes a determinados políticos o empresarios para tener una puerta abierta en el futuro… nunca lo he hecho.
¿Ha recibido amenazas o presiones?
Bueno, te hacen el apartheid. Es muy habitual. Hay personas a las que publicitan continuamente en los medios, de un lado o el otro, porque hoy en día esta profesión está dividida en trincheras. Se citan entre ellos, se ayudan, se montan digitales que no sabes como se sustentan. Y si eres un crítico que no estás en un lado ni en el otro y que repartes golpes a derecha e izquierda, te hacen el apartheid. Amenazas directas se producen a instancias superiores. Es decir, entre los directores de los medios en los que trabajas; se dicen 'que este señor hable de la actriz de esta serie o de si el presentador presenta bien, pero que es esto de analizar cómo se canaliza dinero público a través de un programa y que en realidad ese dinero no va a ese programa sino a un partido político'. Y hay que hacerlo, también hay que analizar el continente. Esto no gusta nada y provoca que se den presiones. Pero por fortuna siempre he tenido directores con buenas espaldas y nunca me han llegado a mí estas amenazas.
Tampoco ha hecho obituarios.
No, tampoco. Es un arte muy bonito el de la necrológica, pero no lo he tocado.
Se lo decía porque recientemente en un programa de TV3 hablaba sobre los obituarios, de que narrar las bondades de según qué muertos, especialmente si son poderosos, puede ser muy provechoso.
Hoy en día el mundo del periodismo está plagado de obituarios en vida.
¿En vida?
Sí, sí. Ahora se hacen obituarios en vida.
Aquí explicación de lo que ha pasado hoy. pic.twitter.com/tQc2S2iAhL
— La Revuelta (@LaRevuelta_TVE) November 21, 2024
Como experto en la materia, ¿Qué le pareció lo que ocurrió hace unos días en La Revuelta?
Lo de pactar exclusivas con grandes grupos deportivos o de representación se viene haciendo desde hace tiempo. Lo que pasa es que aquí se ha instalado una dicotomía. Con muy buen trabajo de marketing, a La Revuelta se la ha envuelto desde su lanzamiento de una especia de pátina progresista. De modo que, se ha instalado o se intentó instalar, la idea de que el que veía La Revuelta era progre y el que veía El Hormiguero no lo era tanto. Incluso ha habido advertencias de que La Revuelta podría haber estado inspirada en alguna reunión en La Moncloa… todo esto ha enmascarado de tal modo esta pelea entra La Revuelta y El Hormiguero, que hay que interpretarla en términos políticos, más que televisivos.
Y esto que ha pasado es algo que pasa habitualmente. En Telemonegal, como éramos un tele pública y pequeña, y además no pagábamos a los invitados, algunos de ellos nos dejaron colgados por temas económicos o contractuales. Esto es bastante habitual. Pero, claro, de esto se ha hecho una instrumentación que desde el punto de vista del espectáculo televisivo ha sido muy interesante.
¿Hizo bien Broncano en denunciarlo y emitir durante un rato imágenes de animales?
Creo que no hacía falta emitir imágenes de animales durante el rato que lo hizo porque tiene suficientes elementos en su plató… tiene dos ganchos entre el público, normalmente tiene otra persona al lado del plató, también una serie de humoristas en nómina que pueden entrar. Pero fue muy inteligente haciendo esta ceremonia de victimización respecto la potencia de El Hormiguero. No hacía falta poner ese rato de animales, pero estuvo muy bien pensado como espectáculo. Forman parte tanto El Hormiguero como La Revuelta de esta especie de intoxicación de la que antes hablábamos.
En términos de audiencia, ambos programas son un éxito.
Los dos, sí. Aunque yo no estoy tan seguro de que la gente que no miraba la tele ahora se haya puesto a verla. Pero, la verdad es que los números son los que son. El Hormiguero sigue siendo un éxito imparable y La Revuelta ha conseguido muchos días superarlo por décimas. Lo que no sé es si hay un público nuevo o el que había se ha dividido. No lo sé.
La confrontación entre Broncano y Pablo Motos se ha comparado con la rivalidad que tenían en la radio De la Morena y José María García. ¿Compra esa comparación?
No. Aquello fue un fenómeno radiofónico y se movía por otros parámetros. Había una competencia feroz, pero nunca le vi este vector político tan acentuado como lo hay en El Hormiguero y La Revuelta. Por cierto, se hizo una serie de televisión… que no gustó ni a García ni a De la Morena.
Pablo Motos responde a la polémica #KiraSalvaEH pic.twitter.com/3VFL8kkWaZ
— El Hormiguero (@El_Hormiguero) November 25, 2024
Tengo entendido que es un amante de las artes marciales.
Sí, sí. Comencé a interesarme por las artes marciales cuando estudiaba periodismo, a principios de los 70. En aquella época venían los viejos profesores del Japón y de Alemania, y comenzaron a proliferar las escuelas de karate. Se enseñaban diferentes ramas del karate: el shōtōkan, que era una especialidad muy potente; el kyokushin kaikan, el shitō-ryū… eran distintas escuelas de karate. A mí me apasionó aquel mundo y he estado metido en él desde entonces. Actualmente, continuo practicando artes marciales.
Le interesa mucho el tema.
Sí. Las artes marciales entran en Europa con mucha fuerza. Sucede que algunos viejos profesores japoneses y franceses, como Dominique Valera, se dan cuenta de que era mucho más espectacular y efectivo intentar fusionar oriente y occidente. Y se fueron a Estados Unidos y comenzaron a crear y a promocionar las escuelas de full-contact, que después se llamó kickboxing. Y esta es una trayectoria muy interesante. Desde un punto de vista técnico, y esto se aprecia en el éxito de las artes marciales mixtas, la MMA, el karate tradicional siempre es derrotado ante un practicante que haya realizado la fusión del boxeo, la lucha grecorromana, el karate, el judo y el jiu-jitsu. Es decir, esta fusión transforma al practicante con una técnica muy superior a la que pueda tener uno que haga karate shōtōkan o shitō-ryū.
Es cinturón negro de karate, ¿verdad?
Sí. Llegué a cinturón negro de shōtōkan. Hace unos 15 años que me pasé al kickboxing. Es muy completo porque trabajas la proyección de piernas, como en el taekwondo y el muay thai. También se trabaja la esgrima de boxeo, como se hace con el boxeo con las reglas del marqués de Queensberry, el boxeo tradicional quiero decir. Se trabajan los movimientos sobre todo de cadera del karate tradicional. Y en esta fusión, durante el calentamiento, trabajas todo el cuerpo desde los tobillos hasta la clavícula. Y, además, esos ejercicios se pueden hacer a todas las edades. Evidentemente, ahora que tengo 77 años no levanto la pierna como hace 30 años, pero me sigo manteniendo en forma.
¿Y lo ve por la tele?
Sí, claro. El otro día Ilia Topuria trabajó mucho el boxeo, fue un ko de boxeo, pero él es muy experto en suelo también. Domina el karate, el jiu-jitsu y la lucha grecorromana. En las artes marciales mixtas tú puedes empezar con golpes de boxeo y, en un momento dado, agarrarte al contrario y tirarlo al suelo; y ahí entra el judo y, una vez en el suelo, la lucha grecorromana. Y esta fusión ha creado un espectáculo deportivo con una riqueza de golpes brutal. En el kickboxing tienes un gran abanico, pero hay reglas, ¿eh? No puedes hacer movimientos que puedan lesionar los ojos, como en el vale tudo, por ejemplo.
En España se está siguiendo más que nunca.
Claro. Tal como está montado el mundo de la comunicación, se necesita un ídolo para que un deporte sea seguido masivamente. Pasó con Seve Ballesteros en el golf, con Alonso en la Fórmula 1, y con Santana, Nadal y Alcaraz en tenis. Se necesita siempre un ícono que arrastre audiencia, y Topuria lo es. Pero antes ya se seguían los combates de boxeo en Canal + durante la madrugada. Decayó un poco, pero ahora hay una gran efervescencia. Mucha gente, además, practica kickboxing. Muchas mujeres, también.
¿Qué tipo de arte marcial consume en la tele?
Me gusta la MMA, porque el kickboxing es una práctica de escuela.
¿Qué relación tiene con el fútbol?
Poca. Soy un gran aficionado al fútbol como espectador. Cuando ataca uno, voy con el que ataca; y cuando ataca el otro, voy con el otro. Me gusta el fútbol, pero no tengo sentimiento por ningún club.
"No está bien explotado el VAR. Deberían emitir en directo las conversaciones y los análisis de los árbitros en la sala VOR. Que como mínimo nos den espectáculo, si no es muy aburrido"
Televisivamente, ¿el VAR rompe el ritmo del espectáculo?
Yo creo que rompe más el ritmo de los jugadores. No está bien explotado el VAR. Puestos a hacer espectáculo, deberían emitir en directo las conversaciones y análisis de los árbitros de la sala VOR. Que como mínimo nos den espectáculo, si no es muy aburrido.
¿Hay algún programa de fútbol en la tele que suela ver?
Como analista de televisión, el fútbol lo he tocado más por el continente que por el contenido. Es decir, de los clubs me interesa mucho más el trabajo que hacen ciertas cadenas para dar apoyo a una determinada estructura directiva de un club. O como les tapan el comisionismo o la desviación de partidas monetarias. Y como el socio, que en teoría debería ser el propietario del club y partícipe de todo esto, cada vez más se ha convertido en un convidado de piedra. ¿Qué pasa en los palcos? ¿Qué pasa en los despachos? Hay jugadores que han fichado por un club y nunca han llegado a ese club… y se han terminado vendiendo por menos de lo que costaron. El socio y el club han perdido, pero los que están en el entorno del club todos han ganado algo. Hay una ingeniería financiera totalmente corrupta detrás del fútbol que a menudo me da pie a hacer algunos artículos. Esto me ha interesado mucho más que no lo que pasa durante 90 minutos en el césped.
Ramon Besa defiende que ir al campo es mejor porque te permite decidir qué ver y dónde poner la mirada. Y que desde la tele el espectador ve lo que quiere el realizador del partido que vea.
Tiene toda la razón. Si solo te fías de la mirada de la cámara y lo ves desde la tele, naturalmente solo vas a ver aquello que interesa que veas y desde el ángulo que la cámara quiere que lo veas. Cuando hay una manifestación y hay muy poca afluencia de público, la cámara graba desde abajo y hace primeros planos para que parezca que son muchos más de los que realmente son.
Con plataformas como Netflix, Movistar Plus... ¿Cree que la tele sigue viva?
Sí. Pero más que por Netflix y Movistar Plus, el tema son las nuevas pantallas. El móvil y el iPad. Esto le está haciendo mucho daño a la tele. De hecho, la central de medios Kantar Media nos explica con estadísticas que el consumo de tele va bajando año a año. No sabemos si tocará fondo o no. Se dice que la mediana de edad de ver la tele está entre los 35 y los 75. De los 15 a los 35, el consumo de tele es escaso. Por eso decía antes, cuando me refería a La Revuelta, que me cuesta creer que todos estos chavales de 18 o 20 años que no veían tele, ahora sí que lo hagan.
¿Qué me dice del sistema de medir las audiencias?
Es imperfecto. El sistema de medición que sigue la central de mediciones de audiencias en España, que solo hay una, no tiene competencia, tiene unos aparatos en las casas… no sé sabe si hay 3.000, 4.000 ni quién los tiene. Tampoco cuanta gente está viendo cierta cosa o si el que lo está viendo se está cagando en la madre del que está en la tele; si hay empatía o rechazo. Es un sistema imperfecto, pero es que el sistema del clic en el ordenador o el móvil también es tramposo. Hay algoritmos o sistemas para generar clics de manera masiva. Siempre estamos metidos en una trampa.
Después de 31 años, dejo El Periódico. A todos los que me habéis seguido durante tanto tiempo, infinita gratitud. No salgo de El Periódico por causa de jubilación, como han intentado informar falsamente. Aquí os adjunto la verdad de lo sucedido.
— Ferran Monegal (@MonegalFerran) July 28, 2024
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¿Está jubilado? Se lo digo porque no hace mucho 'El Periódico' lo anunció y usted lo negó.
No, no, no estoy jubilado. De hecho, estoy preparando un programa de televisión.
¿Qué pasó?
Después de 31 años escribiendo en El Periódico se produjo un desencuentro final porque llevaba años haciendo unas reclamaciones que no atendían y hubo una rotura. Y después de 31 años fue muy triste para mí. Acabamos en los tribunales y el juez del Juzgado número 25 de lo social de Barcelona dictó a favor mío.
Así pues, está actualmente involucrado en un proyecto de televisión.
Sí, sí. Parece el más rápido, pero la tele es el medio de comunicación más lento. Para construir un programa de tele tienen que alinearse una serie de elementos para que al final pueda ver la luz en alguna cadena o plataforma. Ahora estoy empezando a construir la Biblia de lo que será el programa con una productora. Faltan seis o siete meses para que vea la luz.