JUEGOS PARALÍMPICOS

Oksana Masters, la bebé de Chernóbil que escapó de los abusos en el orfanato y colecciona medallas paralímpicas

La estrella estadounidense, ganadora de dos oros en París 2024, relata en sus memorias una infancia marcada por la miseria: "No creo que la gente tenga estómago para ello"

La doble campeona paralímpica de ciclismo en ruta Oksana Masters. /GETTY
La doble campeona paralímpica de ciclismo en ruta Oksana Masters. GETTY
Andrea Robles

Andrea Robles

París.- "Viví los primeros siete años y medio de mi vida en orfanatos, imaginando cómo sería alcanzar el éxito que siempre supe que podía alcanzar". Aquella niña que soñaba con un futuro mejor ha revalidado en París 2024 sendos títulos de campeona paralímpica en contrarreloj en ruta H4-4 y carretera H5. Lo que no cuenta Oksana Masters en esas líneas de su página web es si llegó a imaginar tanto como lo que ha logrado. Parece imposible, sobre todo sabiendo de qué punto partía.

Masters (Khmelnytskyi, Ucrania, 1989) fue una bebé de Chernóbil. Llegó al mundo tres años después de que se produjera la tragedia nuclear a 400 kilómetros de su ciudad. La exposición radiactiva le produjo hemimelia tibial, sus piernas eran de diferente tamaño, no tenían tibia. Además, los dedos de una de sus manos estaban unidos, le faltaba uno de los pulgares y un riñón y le sobraba un dedo en cada pie.

Aquella explosión detonó en problemas físicos que la acompañarán toda la vida… y también en el abandono de sus padres. Sus años de orfanato están reflejados en su autobiografía The Hard Parts.

No son memorias fáciles de digerir. En ellas habla de abusos, falta de afecto, hambre, frío… De cómo su mejor amiga fue golpeada hasta la muerte delante de ella ode que el quinto piso del orfanato eran un burdel… al que empezaron a subirla a los cinco años. Sin embargo, Masters no ha querido relatar toda la gravedad de lo vivido "porque no creo que la gente tenga estómago para ello ni necesiten saber todos los detalles para entender el panorama general", explicaba en una entrevista a The Guardian.

Oksana Masters de pequeña.  IG: oksanamasters
Oksana Masters de pequeña. IG: oksanamasters

Gay Masters la sacó de aquel horror a los siete años. Su madre adoptiva le ofreció una vida en EE.UU., tranquila, emocionalmente hablando ("lo que más deseaba en el mundo era una madre", decía). Pero las secuelas de aquel desastre de su Ucrania natal continuaron: a los 9 años le amputaron la pierna izquierda, a los 14, la derecha.

La falta de humanidad a la que se enfrentó en sus primeros años de vida también le pasó factura. Resulta que soñar una vida diferente mientras estás en la miseria no te prepara para lo bueno que pueda llegar.

"No sabía que tenía hambre, porque había aprendido a reprimir esos sentimientos. Mi madre tuvo que enseñarme lo que significaba la palabra "feliz" cuando le conté cuáles eran esos sentimientos extraños. No sabía cómo expresarlo con palabras", se sinceraba ante el medio británico.

Las palabras llegaron... y también las medallas

Cuando tenía 13 años, probó el remo adaptado. Todo cambió. Paleando era, por primera vez en su vida, dueña de su destino."En el agua comencé a sentir un nuevo sentido de libertad y de control que me habían sido arrebatados tantas veces en el pasado -explica en su web-. Descubrí muy rápido que ese control crecía cuanto más me empujaba a mí misma a ser más fuerte y más rápida. Mi cuerpo respondía al dolor con una fuerza siempre en aumento y un creciente sentimiento de propósito. Yo empujaba el agua y el agua me empujaba a mí".

No nació con su apellido, pero es una maestra del deporte. En Londres 2012 se colgó el bronce en remo. Después tuvo que cambiar de deporte cuando sus dolores de espalda se agravaron, pero no perdió la excelencia y acumula cuatro oros en ciclismo. Y para las estaciones frías escogió el esquí de fondo y el biatlón. También se subió al podio. En total suma 14 medallas paralímpicas en los Juegos de Invierno, más que ninguna otra atleta estadounidense en la historia.

El botín de medallas de Oksana Masters.  GETTY
El botín de medallas de Oksana Masters. GETTY

Su cuerpo está marcado por una ristra de cicatrices dolorosas que conviven con tatuajes que elige cuidadosamente. "No pude elegir mis cicatrices. Una cicatriz es una historia que te pasa. No tienes una cicatriz: sobrevives a una cicatriz. Quiero ser dueña de mi historia", contaba en un impactante especial de The Players Tribune.

Oksana Masters llegó a estos Juegos tras una rotura de uno de los dedos de su mano más fuerte y varias operaciones fallidas. Sin pulgares, ha tenido que reaprender lo más básico para utilizar su mano. Le ha pasado factura y ha tenido que cuidarse psicológicamente para afrontar otro revés en su vida, tal y como ha reconocido, pero no ha sido un impedimento para aquella niña de Chernóbil, que imaginó tanto una vida distinta, que acabó siendo la mejor en lo que se propuso.