Mikel y la frustración de un campeón mundial al no acudir a unos Juegos Paralímpicos por el veto a personas con síndrome de Down
El joven vasco de 28 años ha sido campeón mundial varias veces de 400, 800 y 1.500 metros.
El pasado 11 de marzo la Diputación Foral de Bizkaia concedió el premio Argizagi saria a Mikel Garcia Aguirrezabal, todo un campeón del mundo en atletismo adaptado. Este joven bilbaíno con síndrome de Down acudió al acto acompañado de su familia y amigos. No le era extraño aquel ambiente. Cuando hace cinco años regresó de Australia de los mundiales de atletismo para personas con discapacidad con tres medallas de oro colgadas al cuello, tuvo un emotivo homenaje de sus allegados en plena calle. Hasta un dantzari bailó un aurrezku en su honor. Hace un año el alcalde de Bilbao, Juan María Aburto, le recibió en el Salón Árabe del consistorio en reconocimiento a sus éxitos deportivos. Mikel se ha convertido en un asiduo. Visita al alcalde cada vez que repite sus hazañas. ¿Méritos? Ha sido campeón mundial varias veces de 400, 800 y 1.500 metros. En su hoja de méritos figuran un total de 18 oros y 9 platas.
Mikel, de 28 años de edad, se expresa con monosílabos y frases cortas. Es solo un síntoma de timidez ante un micrófono. En realidad, es un chaval que se suelta cuando está en un entorno más favorable. Javier Conde, su entrenador, es una de las personas que más y mejor le conoce. Para entender el esfuerzo que hacen estos atletas hay que escucharle. A modo de ejemplo recuerda que una tarde que estaba todo el grupo entrenando en una pista al aire libre en Basauri (Vizcaya), el cielo se oscureció. El invierno hacía días que había llegado. Eran alrededor de las siete de la tarde y apenas había luz. Se habían juntado todos los ingredientes para pasar una desapacible tarde de lluvia a la que están tan acostumbrados por esos lares. "De repente, empezaron a caer bolas de granizo del tamaño de pelotas de ping-pong". Nadie quiso salir de la pista. "Al final tuve que ser yo el que cortó el entrenamiento por el peligro que suponía para su integridad física", espeta Conde.
De esta pasta están hechos la mayoría de los 65 chicos y chicas que entrenan a diario, salvo los viernes, en el club basauritarra que lleva el nombre del técnico y que, en su opinión, "se ha convertido en la referencia del atletismo paralímpico en España". Que nadie piense que Conde es complaciente con sus discípulos. Tiene a gente con discapacidad intelectual, parálisis cerebral, ciegos, sordos o con síndrome de Down. Pese a ello, no se ablanda. Y eso que algún chaval ya hace bastante sacrificio con desplazarse desde puntos tan lejanos dentro de la misma provincia como Orduña u Ondárroa. "Nuestra filosofía es que den el cien por cien en cada entrenamiento", advierte. Así que está desechada la idea de ir allí solo a echar unas "carreritas" mientras los padres hacen la compra en un centro comercial próximo. "Todos tienen un compromiso de asistencia altísimo y eso me hace estar muy orgulloso de ellos". De hecho, sitúa el porcentaje en un 90 por ciento. El otro 10 por ciento es por lesiones o enfermedades. "No concebimos que no venga un atleta porque está lloviendo", añade.
Con las explicaciones de su entrenador es más fácil entender cómo ha conseguido Mikel su envidiable curriculum deportivo. Los dos principales periódicos de Vizcaya, 'El Correo' y 'Deia', ya han reconocido sus méritos en sus respectivas galas anuales para premiar a los mejores deportistas de la provincia. En la Diputación, también es conocida La bala de Irala. Es su apodo en el mundo del deporte en recuerdo al barrio bilbaíno donde reside. Le suelen invitar a algunos eventos, e incluso le hicieron un hueco para que estuviera presente en la última celebración de la Copa ganada por su Athletic. Por su supuesto, no faltó a la invitación. "Algo famoso sí que soy –afirma-, aunque tampoco para ir firmando autógrafos por la calle como me preguntas".
Su síndrome de Down le ha servido como acicate para ser cada día mejor deportista "y también para tratar de ser mejor persona". Es un chico humilde capaz de dar lecciones de vida con solo una palabra que salga de su boca. Ese carácter bonachón no le impide arrugarse ante la adversidad. Es de esos que olvidan lo importante para conseguir lo imposible. Fue el primer deportista en ser reconocido por el Consejo Superior de Deportes (CSD) como atleta de alto nivel. Ahora ya son cuatro los que lo han logrado: Manu Guerrero, Nico Castaño, Blanca Betanzos y el propio Mikel.
La idea de correr comenzó porque "quería hacer amigos". Antes había probado con la natación y la escalada. Sin embargo, pisar por primera vez una pista de atletismo es lo que más le llamó la atención. Cuando no compite, lo de madrugar lo lleva regular tirando a mal. Es bastante dormilón. No obstante, sí es metódico para otras cosas como hacerse la cama "todos los días". Cuando tiene tiempo libre también se mete en la cocina para preparar sus platos favoritos. "La pasta y las ensaladas son mi especialidad", subraya. Come de todo. No le tiene manía a nada. Es muy concienzudo con sus hábitos alimenticios porque le gusta cuidarse. "Nada de chocolate y cosas de esas", explica. Y todo porque está deseando que llegue el momento de machacarse en los entrenamientos.
Hasta hace unos meses trabajaba como reponedor en una gran tienda especializada en deportes ubicada en Barakaldo (Vizcaya). Allí, como él mismo cuenta, "colgaba la ropa y organizaba las cosas para que todo estuviera siempre en orden". Aquello, por desgracia, terminó en enero. Así que ahora está pendiente de que le salga algo en la bolsa de trabajo que está en manos de la Fundación Síndrome de Down. Mientras tanto, La Bala de Irala ni siquiera deja de lado sus entrenamientos los fines de semana. Los sábados a la mañana también se calza sus zapatillas de correr y los domingos suele competir. El resto del tiempo lo pasa con sus amigos o con su amiga especial. Tiene novia desde hace nueve años con la que suele ir al cine o "a cenar algo por ahí". La cosa parece va en serio. Tan es así que el año pasado se fueron a pasar juntos un fin de semana a Santander y la experiencia fue "fenomenal".
A Javier Conde, un atleta que ha competido en los Juegos Paralímpicos de Barcelona, Atlanta, Sídney, Atenas y Pekí, no le sorprende, como les ocurre a las personas sin discapacidad, la enorme fuerza de voluntad de Mikel para afrontar este tipo de retos. Él tiene una agenesia congénita en los brazos, algo que no le impidió practicar atletismo, una especialidad en la que consiguió siete medallas de oro y otras dos de plata en las cinco citas paralímpicas en las que estuvo presente. Solía correr pruebas de media y larga distancia. Desde los 800 metros hasta la maratón. Después, en 1996, comenzó su etapa como entrenador "sin más perspectiva que dar servicio a cualquier chaval del entorno con discapacidad".
La cosa en su club ha ido fluyendo hasta llegar en la actualidad a las 80 licencias. Antes de empezar a trabajar con estos chicos y chicas ya tenía una dilatada experiencia con deportistas sin discapacidad. Eso favorece el hecho de no hacer ahora distinciones con sus pupilos. "Les pido el mismo nivel de exigencia porque sé lo que puede dar cada uno", indica. Hay días que ve flojear a sus pupilos y se lo hace saber de inmediato. "No me gusta que racaneen porque ellos saben que solo con esfuerzo se obtienen buenos resultados". Ese tipo de reproches pasan a un segundo plano durante sus "inolvidables" viajes con el grupo. "Tienen un buen rollo increíble". Todos se divierten tanto en el autobús cantando y bailando "que un día la DGT nos va a multar por lo todo el ruido que meten en la parte trasera". Por si llega ese día, ya tiene verbalizada la justificación. "Cuando estos chavales y chavalas cumplen cierta edad, el resto de la sociedad no llama a sus timbres para compartir algo con ellos, por eso disfrutan tanto con cualquier actividad social en las que pueden desarrollar muchísimas facetas".
Si algo consigue unir aún más a entrenador y pupilo es la idea de conseguir que las personas con síndrome de Down puedan participar en unos Juegos Paralímpicos. Toda esta política de meter a todos los deportistas con discapacidad intelectual en el mismo saco arranca en los Juegos Paralímpicos de Sidney 2000. España había obtenido 106 medallas y estaba en el cuarto lugar en el medallero. En baloncesto ganaron el oro. Arrasaron a todos sus rivales. Sin embargo, algunos regresaron a España parapetados tras una barba, una gorra y unas gafas de sol. Todo camuflaje era poco para intentar pasar desapercibidos mientras que el grueso de la expedición española posaba en el aeropuerto para los fotógrafos.
Dos publicaciones, las revistas 'Gigantes' y 'Dinero', habían desvelado días antes que diez de los doce jugadores habían ayudado al éxito de la selección sin tener ninguna discapacidad intelectual. El bochorno fue mayúsculo al comprobarse la veracidad de las informaciones. Esa falta de rectitud motivó que las personas realmente diagnosticadas con discapacidad intelectual fueran apartadas durante doce años de los Juegos Paralímpicos. "Campeones", que obtuvo el premio Goya a la mejor película en 2019, recuerda un poco este triste pasaje.
A Mikel le apena el veto que le impide competir dentro de cuatro años en Los Ángeles. "Es que no hay categorías para mí", se lamenta. "A ver si ponen una", suspira. Por si acaso los organizadores cambian de opinión, él sigue a diario entrenando con fe. "Lo que digo a los organizadores es que el deporte es bueno para todos y que todos tenemos derecho a ir porque estar en unos juegos y ganar una medalla es mi sueño". Conde, por su parte, colabora en un proyecto orientado a dar visibilidad a esa falta de participación de deportistas con discapacidad intelectual. "No entendemos que el colectivo que mayor número de deportistas con discapacidad aglutina sea el que menos esté representado", denuncia. Han pasado ya 24 años de lo ocurrido en Sídney y Conde se pregunta: "¿Cómo es posible que transcurrido este tiempo nadie haya hecho nada para cambiar las cosas?". En su opinión, todo pasa por elegir nuevos dirigentes en los organismos internacionales "para que de una vez por todas este grupo tenga la representación que se merece y que no les den solo las migajas".