JUEGOS PARALÍMPICOS

"Hacíamos de todo, desde mendigar en la calle hasta robar": la dura infancia de la estrella noruega de los Juegos Paralímpicos

Salum Ageze Kashafali, nacido en República del Congo, ganó el oro paralímpico en los 100 metros T12 en Tokio.

«Hacíamos de todo, desde mendigar en la calle hasta robar»: la dura infancia de la estrella noruega de los Juegos Paralímpicos
Andrea Robles

Andrea Robles

París.- El velocista noruego Salum Ageze Kashafali se hizo un nombre en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020. Primero, por ganar el oro en la carrera de 100 m T12. Pero también, por bailar, algo que hace en honor a su país de procedencia.

"En el Congo, la música y la danza son una parte central de la vida cotidiana y ahora me gusta llevar eso conmigo a mi vida, especialmente a las pistas de atletismo donde me gusta divertirme", dijo entonces. Y desveló que también bailaba antes de competir para evitar los nervios: "Es una manera de decirme a mí mismo que 'vas a ganar' y ponerme en una situación en la que no hay ninguna posibilidad de que no vaya a ganar".

En 2003, su familia huyó de la guerra civil y terminó en Bergen, Noruega. "Fue como si hubiéramos nacido de nuevo, tuvimos una nueva oportunidad de ser humanos", dijo Jashafali, que ahora tiene 30 años.

En Goma, lugar donde nació en la República Democrática del Congo, solo había vivido miseria y una batalla por la supervivencia muy dura para cualquiera, pero especialmente para un niño.

"Cada día de mi infancia, desde que tengo memoria, gira en torno a cómo encontrar comida para mí y mi familia. Hacíamos de todo, desde mendigar en la calle hasta robar o comer sopa que alguien había tirado. A menudo pasaban semanas hasta que nos daban de comer".

Y así sucedió hasta que con diez años buscaron una oportunidad en un país muy distinto a todo lo que conocían. "Mi objetivo cuando llegué a Noruega era estudiar y dedicarme al deporte, así que jugué al fútbol hasta que perdí la vista".

Entonces, descubrió el atletismo, su verdadera bandera. "Para mí era importante poder seguir con el deporte porque es algo que nos une a todos y nos hace más fuertes, sin importar el origen, la cultura, la edad o la discapacidad que tengas. Nunca pude ser un niño, pero ahora puedo divertirme como uno y estoy increíblemente feliz por eso".

Cuatro años después de empezar a practicar ese deporte, ganó el oro paralímpico, según él, gracias a esas experiencias de la infancia que le han dado "una ventaja sobre los demás".

Este domingo tratará de revalidar su título paralímpico (aunque esta vez en T13) y "mostrar un nuevo baile", pero curiosamente, ya está pensando en un reto mayor:

"Mi objetivo es pasar de ser paralímpico a olímpico. Ya soy el mejor atleta noruego entre los atletas sin discapacidad. Necesito bajar de 10,20 o 10,10 segundos. ¿Por qué no? Tengo que creer en ello y estoy cien por cien seguro, con cada fibra de mi cuerpo, de que es totalmente posible", ha asegurado.

Pero antes del sueño olímpico, tratará de convertir el Stade de France en su pista de baile.