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Los secretos de un camino de rosas y de alguna piedra de las campeonas olímpicas: "Siempre hemos creído"

La selección de waterpolo culmina una etapa de 12 años reluciente por las medallas, pero también de momentos de superación.

Piña de la selección, en las semifinales de los Juegos Olímpicos. /EFE
Piña de la selección, en las semifinales de los Juegos Olímpicos. EFE
Alberto Martínez

Alberto Martínez

Ellas han vivido en la clandestinidad del waterpolo, un deporte que solo está bajo los focos cada cuatro años por mucho que hayan hecho todo lo posible en la piscina por llevarle la contraria a las leyes del mercado, o de la comunicación o de las audiencias, ese pez que se muerde la cola. Desde que iniciaran ese camino en el Preolímpico de Trieste (Italia) en 2012 al oro de París han transcurrido 12 años de hojalata y medallas que se pueden recitar de memoria y que asusta por la magnitud: un oro, tres platas y bronce mundial; tres oros, una plata y un bronce europeo y dos platas olímpicas. Y por fin, ese ansiado oro tras ganar a Australia (11-9). Así, sin pestañear. Pero no todo fue de color de rosa, obviamente.

La culminación de París empezó en Trieste, cuando España se coló en los primeros Juegos Olímpicos, los de Londres, después de eliminar a Italia en su propia casa y a Grecia, que había sido campeona mundial en 2011 donde las de Miki Oca fueron undécimas. Pasaron las noches con más tensión que recuerdan. "Allí nos dimos cuenta de que podíamos ganar a cualquiera, nos multiplicamos como grupo", recuerda siempre Laura Ester, portera legendaria.

España fue a aquellos Juegos capitaneada por Jennifer Pareja y, sin complejos y adoptando el calificativo de "guerreras", y con un extraordinario ejercicio defensivo y con uno de los equipos más jóvenes, se colgó la plata. Si de 2012 a 2014 se vivió una etapa maravillosa, en 2015 afloraron los problemas con en el Mundial de Kazán.

Un billete olímpico muy caro

No llegaron los resultados y España se abocó a un Preolímpico que ganó en Países Bajos a la anfitriona en otro de los partidos que pudo suponer un cisma. No clasificarse para unos Juegos, algo que ahora se da por hecho, es más difícil que en ningún otro deporte colectivo: solo compiten diez equipos de chicas, antes incluso ocho, y cada continente tiene una plaza. Y en Europa se cuece el bacalao: Italia, Hungría, Grecia, España, Rusia, Países Bajos… Para redondear la incertidumbre, Miki Oca decidió prescindir a apenas dos meses de Río 2016 de Jennifer Pareja, la capitana y nombrada mejor jugadora del mundo en 2013. Una situación incómoda para un equipo que había crecido bajo sus brazos. En Río, España quedó fuera ante Rusia en un mal partido de cuartos.

Pero se limaron asperezas. Miki, espiritual como pocos, y el grupo humano que formó pasaron página por el bien de todos y en 2017 se renovaron los ánimos. Y eso que Maica García renunció a los Mundiales de Budapest. La boya y ahora una de las líderes, que ha sido determinante en París, llegó a un momento de 'burn out' después de llevar "toda mi vida sin vacaciones, jugando competiciones cada verano, incluso doblando". Y España no lo notó, y se colgó otra plata con la progresión de nuevos valores como Paula Leitón o Bea Ortiz.

Con unos entrenamientos estajanovistas, con preparaciones en altura en Sierra Nevada, veranos en el CAR de Sant Cugat y competiciones, Miki Oca fue renovando el equipo para mantener la excelencia con los peajes que hay que pagar, como en el Europeo de 2018 cuando España, en las Picornell, se conformó con el bronce; o en los Mundiales de Budapest, en 2022, cuando de nuevo no lograron superar los cuartos de final.

Las excompañeras de la Selección de Waterpolo mandaron un mensaje de apoyo a las finalistas. RELEVO

Durante este periodo han transcurrido muchos momentos delicados, con jugadoras que se quedaban fuera de convocatoria, algunos errores a la hora de comunicar la lista y otros momentos como en los Juegos de Tokio cuando hubo debate en la manera de tomar las decisiones y de llevar el grupo. No hay crecimiento sin conflicto, y, como en las mejores familias, el waterpolo no ha estado exento de ello, aunque siempre se han encontrado soluciones. "Ha sido un aprendizaje continuo por parte de todos", recordó Maica García a Relevo.

Y así llegaron a París, la última oportunidad a priori de jugadoras que ya superan la treintena como Pili Peña, Anni Espar, Maica García y Laura Ester, las que han participado en todo este proceso. "Nunca nos cansamos de ganar", explica Peña, la capitana, que se ha mantenido en la Selección y, a sus 38 años, se ha convertido en campeona olímpica.

Ella, más que nadie, sabe el camino de piedras y de rosas que ha superado esta Selección que ha conseguido devolver al waterpolo a lo alto del podio 28 años después. Una Generación de Oro con todas las de la ley. "Siempre hemos creído", proclama Maica García. Y el sueño se cumplió.