JJOO | WATERPOLO

Bicicletas con candado, barras de pan y el Unánimo para bajar de la nube a Países Bajos y mirar al oro

La Selección femenina se centra en su semifinal ante Países Bajos con la experiencia de dos finales y con la rabia de darle la vuelta a la historia reciente.

La Selección femenina de waterpolo antes de jugar ante Canadá en el encuentro de cuartos de final en París. /GETTY
La Selección femenina de waterpolo antes de jugar ante Canadá en el encuentro de cuartos de final en París. GETTY
Alberto Martínez

Alberto Martínez

Como un torpedo, directa a semifinales, sin dudar, con rapidez y brillantez, la Selección femenina de waterpolo peleará de nuevo por las medallas. Una garantía. Plata en Londres 2012 y Tokio 2020, apeada por Rusia en los cuartos de final de Río 2016, pero ahora de nuevo aquí… En París, a las puertas de otro partido grande ante Países Bajos este jueves. Curtidas en mil batallas, nada les molesta en su camino, porque aunque el viento sople o haya tormentas, el barco de las 'guerreras' es inamovible, focalizado en esa final que tendrá lugar el sábado y que les debe dar ese oro tan ansiado. Al menos intentarlo por tercera vez.

Y así han sobrevivido desde su llegada a la Villa Olímpica, con rutinas que se convierten en amuletos, en puntos de seguridad, vivencias que luego la memoria las rescatará como anécdotas. Como la de las bicicletas. La organización de los Juegos ha repartido hasta cien bicicletas por la villa para que los deportistas puedan cubrir las distancias más fácilmente y en menos tiempo. Y las jugadoras las utilizan para acudir, por ejemplo, a la Policlínica y poder meterse en los cubos de hielo que utilizan para regenerar. Pero hay inconvenientes. "Muchas veces nos encontramos con que no hay bicis y otras tienen un candado. Hay deportistas que lo han ido a comprar y se las han apropiado… Y, claro, eso no está bien", cuenta una de las jugadoras de la Selección. No hay demasiado civismo en la villa.

Con el problema de la comida, reconocido por infinidad de deportistas debido a la escasez y a la calidad, las chicas han encontrado también una solución. Al menos por las mañanas. Dentro de la villa hay una panadería que hacen cada mañana pan recién hecho, y cuando alguna de las jugadoras se levantan antes de tiempo, se acerca para comprar el pan y poder tener para el desayuno. Lo subo a los pisos 6 y 7, que es donde están ubicadas las chicas de waterpolo, que pasan algunas noches jugando al Unánimo, un juego de mesa de escribir y relacionar palabras e ideas, con tal de reducir tensiones y divertirse. Una convivencia que, muchas de ellas, llevan manteniendo desde 2010 en la Selección y que han compartido en clubes.

«El aire de superioridad» de Países Bajos que quieren apaciguar

En el comedor de la última planta es donde se reúnen para hacer los análisis de vídeo y tener las reuniones de equipo. Y dónde este miércoles y jueves hablarán de Países Bajos, su próximo rival, las que le ganaron la final de los Mundiales de Fukuoka y del Europeo de Eindhoven del pasado mes de enero. Siempre por los pelos, en penaltis o en goles al límite del tiempo. "Han mejorado el nivel gracias a que muchas de sus jugadoras han venido a competir a la liga española", explica una de las españolas.

Es el caso de la boya Sevenich, la portera Laura Aarts y las lanzadoras de Van der Kraats o de Sabrina van der Sloot. Entre el Mataró y el Sabadell se las han repartido estos años. Ha habido tensiones por la marcha de dos jugadoras al CN Sabadell a las puertas de la final de la Champions que enfrentaban a ambas. Y eso generó un mal rollo ya heredado porque Países Bajos, en waterpolo, acostumbra a tener un "aire de superioridad". Un despotismo que se cruza en el camino de la final. Y que las guerreras quieren derribar este jueves.