El último juego de 'Nadalalcaraz' y la nostalgia de la Davis que recogió Piqué: "Parecía que estábamos en España"
Durante cinco minutos, el ambiente del último partido de dobles recordó al antiguo formato que el tenis ha dejado morir.

Mientras Austin Kracijek y Rajeev Ram celebraban comedidos su victoria, los 15.000 espectadores que abarrotaron este miércoles la Philippe Chatrier de Roland Garros se pusieron en pie para despedir, quién sabe si para siempre, al hombre que pulverizó todos los récords posibles en esa pista. Hasta Carlos Alcaraz, masticando todavía la derrota, se paró para aplaudir a su compañero, un Rafael Nadal que saludaba visiblemente emocionado al tendido. Y justo antes de salir de la tierra batida para enfilar el camino al vestuario, Alcaraz se paró y le dijo a Nadal un 'tú primero' antes de posarle el brazo en el hombro. Cuestión de galones, de respeto.
Así fue como acabó la más que probable última noche de Nadal en París. Él mismo dijo después, ya duchado, que ahora se tomará un periodo de reflexión para ver si encuentra las ganas y la motivación para seguir compitiendo o si, en cambio, cuelga la raqueta a los 38 años. Si opta por el camino de la retirada, es posible que elija algún evento de los que quedan de aquí a final de año para intentar despedirse con buen sabor de boca: una opción es la Laver Cup de su amigo Federer, a la que está apuntado a mitad de septiembre, y otra es la Copa Davis, cuyas finales serán en Málaga en noviembre.
Si a algo recordó el ambiente de la Chatrier este miércoles fue precisamente a esa Copa Davis que aparece en el horizonte de Nadal. Hacía mucho tiempo que no se vivía algo así en una pista de tenis. Salvo las pocas decenas de aficionados americanos que había en las gradas, todo el estadio animó a Nadal y a Alcaraz. Sobre todo cuando, mediado el segundo set, se mascaba la derrota. Consciente de que la historia de Nadal y París podía morir ya, el público intentó llevar en volandas a la pareja española y el último juego fue una auténtica locura. Fue el más largo del partido, con 17 puntos, tres oportunidades de break para Nadalcaraz y un ace a la línea al final de Kracijek para sellar el 6-2 y 6-4 definitivo. Todo bajo un ruido ensordecedor. La jueza de silla tuvo que pedir a la gente que se callara en repetidas ocasiones.
"Parecía que era una Copa Davis en España. Ha habido un momento en que el ambiente era muy bonito", señaló el capitán español, David Ferrer, en los micrófonos de la Cadena Cope en la noche de miércoles. "Fue muy especial por todo lo que representa Rafa en Francia y en París y lo que representa ahora a Carlos".
Quizás le faltó una aclaración a David Ferrer en su frase. Parecía que era una Copa Davis en España pero de las de antes, la Copa Davis del formato antiguo. Como aquellas finales ante Australia (Barcelona, 2000), Estados Unidos (Sevilla, 2004), República Checa (Barcelona, 2009) o Argentina (Sevilla, 2011). Desde que Gerard Piqué revolucionara el sistema de competición en 2019, quitando las eliminatorias de local y visitante en las rondas finales, sólo la primera edición tuvo un aroma similar, y fue porque se celebró en Madrid con España campeona con un Nadal imperial.
Aquel éxito de 2019 se diluyó en ediciones posteriores. El nuevo formato, con una fase de grupos en septiembre en sede neutral y después unas Finales con eliminatorias desde cuartos en una misma ciudad, ha dejado imágenes esperpénticas, como estadios totalmente vacíos. La situación llegó a tal punto que Piqué rompió el acuerdo que había firmado Kosmos con la ITF cuando apenas habían pasado cuatro de los 25 años firmados. Las cuentas no salían y la nueva Davis no enganchaba.
Con la Davis perdiendo fuelle -culpa también en parte de los tenistas, ya que muchos de los grandes nombres renuncian a competir en ella-, las posibilidades de ver un partido con un nivel de emoción similar al que jugaron Nadal y Alcaraz el miércoles son prácticamente nulas. Tiene que ocurrir en unos Juegos Olímpicos o en una eliminatoria de la Davis en la que el país anfitrión tenga un equipo potente y con estrellas. Esa situación se da con España y la Davis.
¿Podrían jugar Nadal y Alcaraz por la Ensaladera en noviembre? Parece una quimera, ya que España tiene que lograr primero el billete en septiembre (y está en un grupo complicadísimo con Francia, República Checa y Australia), justo después de que termine el US Open. Y encima las Finales de noviembre serían justo después de unas ATP Finals en las que Alcaraz estará luchando a buen seguro por el título.
Se tienen que dar muchísimos condicionantes para que se vuelva a vivir algo parecido a lo del miércoles en la Chatrier. Ya no sólo en este 2024 con Alcaraz y Nadal, sino en un futuro a corto y medio plazo. Hace tiempo que las grandes instituciones del tenis miran cada uno para sus propios intereses: la ATP va a lo suyo, los Grand Slam a lo suyo, la ITF a lo suyo y los jugadores a lo suyo. Todo son obstáculos. Pero el miércoles, por un día, la antigua Copa Davis estuvo en la memoria de muchos.