Se rompe el sueño de Nadal, su pareja con Alcaraz no fue suficiente
Los estadounidenses Ram y Krajicek fueron mejores durante todo el partido, imponiendo su ritmo y su manera de jugar para ganar 6-2 y 6-4.

Poco a poco fue quedando claro que los españoles no encontraban las fisuras en sus rivales. Habían entrado en su partido y no eran capaz de revertir esa situación, de lograr que se jugase en los términos de dos de los jugadores más talentosos de la historia de este deporte. Nadal y Alcaraz se miraban, se daban la mano, hablaban tras cada punto, pero su rostro iba poco a poco perdiendo brillo, las sonrisas decaían porque no encontraban una manera de batallar la ansiedad.
Ram y Krajicek, dos doblistas, entendieron que para ganar este partido todo pasaba por ejercer una presión absoluta sobre los españoles. Clavarse a pocos centímetros de la red y convertir el partido en un duelo en O.K. corral. Que la pelota no baje jamás, que no toque la tierra, que no se ensucie, que sea todo un concurso más de reflejos que de las otras muchas cualidades que exige el tenis.
Los españoles, poco acostumbrados a estos juegos de dobles, a estos intercambios constantes de voleas, no encontraron la manera de bajar las revoluciones del partido y, desde el primer momento, se encontraron a remolque. Perdieron el servicio de Alcaraz muy pronto y vieron como los rivales no dejaban ni una rendija por la que meterse cuando estaban sirviendo.
❤ Los pelos de punta
— Eurosport.es (@Eurosport_ES) July 31, 2024
👏🏻 Tremenda 𝐨𝐯𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 de la Philippe Chatrier a @RafaelNadal en sus últimos Juegos Olímpicos@Paris2024 | #Paris2024 | #Tennis pic.twitter.com/rQ3XfLS9Nl
Algunas veces se quedaban cerca, alguna bola de rotura tuvieron a favor, pero la verdad de este partido, la única verdad, es que los estadounidenses jugaron mejor al tenis, fueron capaces de leer la situación y echar del cuadro de dobles a los dos jugadores españoles.
En el segundo set las cosas se igualaron algo, pero siempre con Ram y Krajicek llevando la iniciativa. Los españoles sacaban sus servicios siempre con sufrimiento y en el séptimo juego del partido, de nuevo con el servicio de Alcaraz, perdieron otra vez el saque de una manera ya definitiva.
Es cierto que el último punto, el que les dio el juego a los americanos, fue una pelota dudosa, de esas que no se sabe bien si han llegado a tocar la línea o no. La juez de silla bajó a mirar y ni siquiera ella parecía tener muy clara cuál tenía que ser la decisión. No hay ojo de halcón en el torneo, lo cual siempre es un retraso, por mucha tierra que sea donde juegan. Los españoles no quedaron muy convencidos de esa decisión concreta, pero no fue ese punto el que les echó de París, fue todo lo demás, la incapacidad de competir en el vértigo, la falta de costumbre o, incluso, la falta de sensibilidad para acertar en esas distancias cortas.
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¿El último baile en París?
Alcaraz sigue en el cuadro de individuales, donde no se podrá encontrar en ningún caso este tipo de muerte. Si cae será de otra manera, pero un jugador solo no puede vigilar la red con el esmero que lo hacen dos. La verdad es que suena difícil encontrar un modo de que pierda la medalla ahí.
No se puede decir lo mismo de Nadal, que se marcha de París con el sueño hecho añicos. No necesitaba una victoria, su carera está ya hecha, pero... un final mejor quizá sí. Le acompañará en su recuerdo de estos Juegos un amargor notable, pues llegaba con fe y se va de manos vacías. Es su estadio, su ciudad y su tierra, siempre será así, pero todos esos lugares pertenecen a su yo del pasado. Lo ha intentado todo, se ha dejado la piel en el complejo de Roland Garros. Jugó el individual incluso en contra de la lógica, hizo todo lo posible por empastar con Carlitos y pelear por su última medalla.
Quedarán los recuerdos, porque hizo tanto que quedó en la memoria de todos. La memoria es selectiva, descartará estas últimas escenas, los días en los que pareció mortal. Está dándole vueltas a su retirada, aunque no le gusta hablar de ello. Hay un poco de adicción en el deporte profesional, no entienden cómo será su futuro sin el loco nivel de exigencia que pide el tenis. Le enfada hasta que le pregunten. Es posible que, a los pocos meses de partir, se dé cuenta de que no era para tanto dejarlo. En todo caso, esa decisión es solo suya, todos los deportistas eligen sus propios tiempos.
Deja un buen heredero en Carlos Alcaraz, un jugador superlativo, pero si en algún momento quiere ganar una medalla en dobles tendrá que aprender a jugar a esto. No es capaz de leer el partido, durante buena parte de este torneo ha sido un lastre para Nadal que, paradójicamente, pues su tenis ya no está, ha sido el líder no solo emocional sino también tenístico.