JUEGOS OLÍMPICOS

La difícil relación del tenis y el olimpismo que lleva a algunas estrellas a borrarse de París

Badosa, Sabalenka, Rublev, Khachanov, Raducanu o Jabeur son algunos de los mejores tenistas que no acudirán a la gran cita.

Paula Badosa y Aryna Sabalenka son dos de las ausencias más significativas en los Juegos. /EFE
Paula Badosa y Aryna Sabalenka son dos de las ausencias más significativas en los Juegos. EFE
Gonzalo Cabeza

Gonzalo Cabeza

Novak Djokovic, al principio de la temporada, hizo una lista de deseos bastante particular para un tenista. Entre sus prioridades situó los Juegos Olímpicos, un oro que no tiene y que desea por encima incluso de cualquier otro torneo de esta temporada. Para él ganar esa medalla significaría algo más que para el resto, pues cuando ya has ganado todo varias veces, y es el caso de Djokovic, es importante llenar los pocos agujeros que quedan en el tablero de juego.

No es un caso habitual. Las noticias que llegan las últimas semanas desde el tenis sobre los Juegos son más bien de incomodidad, muchos tenistas saliéndose del cuadro, pensando en cosas que nada tienen que ver con lo que sucederá en París en un mes.

La lista es larga: Sabalenka, Khachanov, Rublev, Jabeur, Shelton, Mertens, Raducanu, Andreeva, Badosa… es un cómputo de nombres importantes, la nueva generación no está del todo interesada en el evento de los eventos. Es llamativo, aunque no nuevo, la relación del tenis con el olimpismo es, cuanto menos, complicada.

Pasa algo parecido con el fútbol, son deportes con una entidad propia suficiente para no necesitar el manto olímpico. En medio del ruido de las mil pruebas el tenis siempre tendrá un lugar preponderante, pues entre otras cosas algunos de los deportistas más célebres de la prueba llevarán raquetas y jugarán en las pistas de Roland Garros. Pero eso, para los tenistas, es menos importante. Su fama futura no depende tanto de lograr una medalla, aunque a nadie le amarga un dulce.

Esto ni siquiera es nuevo, el tenis es un deporte olímpico solo desde 1988, y es que si ahora el encaje es complicado, antes era directamente imposible. Durante casi toda su historia el Comité Olímpico Internacional llevó por bandera el deporte amateur. Aunque ese sistema tenía muchos agujeros, y con frecuencia miraron para otro lado en esto, incluir al tenis en el deporte no profesional era prácticamente imposible. El circuito movía dinero, los jugadores vivían de esto y no era posible fingir que el tenis era amateur.

De aquellos polvos estos lodos. El tenis ha ido cogiendo fuerza dentro del olimpismo, la prueba se disputa, es entretenida y tiene grandes campeones —también sorpresas importantes, Mónica Puig o Nicolás Massu tienen un oro olímpico— y siempre capta bastantes miradas porque en la prueba juegan muchos tenistas importantes. Nadal, Djokovic o Alcaraz no esconden que esta prueba está marcada a fuego en su calendario.

Los motivos por los que muchos tenistas se están bajando de la rueda son diversos. Hay una explicación física que está siendo la más utilizada por muchos de ellos, y es que este torneo obliga a un esfuerzo añadido en un calendario que ya está de por sí bastante cargado. No solo eso, al jugarse en la tierra de Roland Garros, entre Wimbledon y la temporada americana de tierra, ir a los Juegos obliga a un ejercicio de adaptación constante, ir saltando entre superficies con la dificultad tenística que tiene eso. Y con el riesgo físico añadido de ir sometiendo a las piernas a las distintas características de cada superficie. El riesgo para la salud es algo que alegan jugadoras como Raducanu, Sabalenka o Jabeur.

El ruso Rublev, otro ausente en el torneo
El ruso Rublev, otro ausente en el torneo

Solo competir por la gloria

Además, las estrellas que acuden a los Juegos suelen tener que hacer un esfuerzo suplementario, pues a diferencia de lo que ocurre el resto de la temporada, además de competir en individuales lo suelen hacer en dobles. Las plazas por país son limitadas y la opción de ganar por parejas motiva tanto como hacerlo en el torneo principal. Eso obliga a pensar en un calendario todavía más cargado, una semana y media realmente dura para los tenistas que se atrevan.

Pero esto no es solo un tema de adaptación deportiva, la realidad esconde otros matices en la conversación. Uno de los más importantes tiene que ver con el ránking. La ATP y la WTA conviven como pueden con la ITF, la federación internacional. Viven de lo mismo y, como ocurre en otros grandes deportes como el fútbol o el baloncesto, compiten entre organismos por un pastel que es limitado. Esto, en los Juegos, tiene una consecuencia clara: no hay puntos del ránking para el torneo. En algunas ediciones los hubo, y eso le dio un acicate mayor a los que entraban en el cuadro, pero hace varias ediciones en las que solo se compite por el oro y el honor. Los circuitos profesionales, además, obligan a jugar un número mínimo de torneos al año entre los que no están los Juegos, por los que en todo caso es un esfuerzo extra.

Existe otro condicionante, que por un lado ayuda a los Juegos pero en otros casos puede ser un lastre. A los Juegos se va por el honor y por el país, se tira de bandera. Es importante eso, hay jugadores que explican que representar al país, cosa que normalmente no hacen, es un acicate para el sobreesfuerzo.

El problema, en este caso, se puede ver en la lista. Faltarán Sabalenka, Andreeva, Khachanov y Rublev, cuatro tenistas que comparten una misma problemática, en el caso de ir a París no podrían llevar su bandera. Por cuestiones de diversa índole, tanto Rusia como Bielorrusia están vetadas en el olimpismo. Podrían ir igualmente, como profesionales que son, cumplen los estándares del dopaje y no tienen una cancelación especial, pero de hacerlo tendrían que ir sin bandera ni himno. Es decir, uno de los motivos que empujan a los jugadores a ir a París para ellos no existe. Quizá incluso al contrario.

Y, a pesar de todo, llegarán los Juegos y el tenis será un evento indispensable. Alcaraz ha dicho que quiere ganarlos, que es uno de sus objetivos. Y en el caso de Djokovic, mucho más todavía, al fin y al cabo ese oro es una ausencia en el mejor historial que existe en el tenis. Y, todo el mundo lo sabe, a él le motiva especialmente competir por su país, Serbia.

Los Juegos, a pesar de los pesares, forman parte de la historia del tenis. Ante las ausencias de estos días se replica un vídeo de Del Potro ganando precisamente a Djokovic en los Juegos de Río en 2016 en primera ronda. El de Tandil llegaba a Brasil en un muy mal momento y juntos hicieron un partido memorable.

El abrazo final es una imagen mítica, y Djokovic salió de la central frustrado ante lo que había pasado unos minutos antes. Estaba en el tope de su poder, tras vencer Australia y Roland Garros, y no había sido capaz de ganar un partido siquiera en los Juegos. El argentino, que había vuelto en febrero tras un calvario en las muñecas, avanzó hasta la final donde le venció Murray. Ese oro es, por supuesto, uno de los más importantes galardones de la carrera del escocés.

Los que no van a París tendrán sus motivos, ser campeón olímpico no es tan importante en tenis como en otras disciplinas, pero también deben saber lo que se pierden. Un oro es algo especial; vivir en la villa, el ambiente de los Juegos, es diferente; aspirar a ser abanderado, como hizo Nadal con España, es algo único.