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El plan que cambió el olimpismo en España ya no funciona: "Hubo que hacer un comando de guerrillas para sacar medallas"

Carlos García Pardo fue uno de los padres de la idea del Plan ADO, un programa de patrocinio que ayudó a España a dar un salto pero no sentó unas bases sólidas para seguir creciendo.

El plan que cambió el olimpismo en España ya no funciona: «Hubo que hacer un comando de guerrillas para sacar medallas»
Gonzalo Cabeza

Gonzalo Cabeza

Tampoco ha sido esta vez, aunque las expectativas estaban más altas que nunca. Los días previos a la llegada a París se sucedían los comentarios de que esta vez sí, en estos Juegos se pasaría el Rubicón de las 22 medallas. En la despedida de los deportistas en el Palacio de la Moncloa se agradeció por parte de Alejandro Blanco la inversión pública en el deporte español y ese era uno de los motivos para soñar: más dinero, más éxito. Pero no, no ha sido.

El dinero siempre ha sido un problema, porque aunque no sea el único factor de éxito para tener un deporte olímpico robusto, es sin duda importante. Darle a los atletas una estabilidad financiera, una seguridad personal, la capacidad de centrarse en sus carreras sin tener que preocupares por otras cuestiones es, sin duda, importante. El problema suele ser encontrar ese dinero ¿cómo se financian los Juegos Olímpicos?

El gran salto del deporte español se dio a mediados de los años 80 y desembocó en esas 22 medallas de Barcelona, el techo de cristal del deporte español. Antes de esa explosión los resultados de España en los Juegos eran casi sonrojantes para un país de su tamaño, población y desarrollo. Solo algunos notables aventureros —Herminio Menéndez, Ramos Misioné, López Zubero, Jordi Llopart...— que contra viento y marea se colaban en los Juegos y competían por medallas. Cuando se eligió Barcelona, en 1986, hubo que pararse y pensar. Lo que no podía ser era organizar unos Juegos y hacer el ridículo que se había hecho en el Mundial de fútbol de 1982.

Una de las personas que estuvo en esa sala de máquinas fue Carlos García Pardo. Presidía Dorna, que se había abierto ya un hueco en el mundo del deporte, tratando de profesionalizar lo que antes era un sector prácticamente artesanal. También fue él quien dio con la idea que crearía un sustento para el boom del deporte español.

"Yo estaba ya muy metido en temas del deporte y me preocupaba, porque hasta ese momento no habíamos tenido demasiadas medallas en los Juegos y si salía mal iba a ser todo una decepción tremenda y lo íbamos a acusar. Pensando en eso dio la casualidad de que por esas fechas nombraron a Javier Gómez Navarro secretario de Estado para el Deporte y resulta que teníamos un amigo en común. Me presentó este amigo a Javier y yo le presenté mi idea. Ya no había mucho tiempo y había que hacer una especie de comando de guerrilla para poder conseguir medallas", rememora casi 40 años después.

"Había que coger a la gente con posibilidades de medalla, solo a los que tuviesen opciones reales y potenciarlas al máximo para salvar la cara. Propusimos hacerlo a través de un programa de patrocinio deportivo que involucrase a todas las empresas posibles. A Javier le gustó la idea y empezó a llamar presidentes de empresas públicas y de empresas que él conocía. Yo me reuní durante tres o cuatro meses con presidentes de empresas que Javier ponía en suerte en el Consejo Superior de Deportes", explica.

El papel de TVE

Aquello fue el germen de lo que se conoció durante años como Programa ADO. En esto consistía. "Conseguimos montar un embrión que lo que hacía es que TVE no cobraba toda la tarifa de sus anuncios a los patrocinadores, solo el 50% o así, se portaron bien, junto con el CSD y las empresas que iban a patrocinar el tema", explica.

Es decir, para crear una plataforma financiera para los deportistas se movilizó el poder del estado y la colaboración público-privada. Por aquel entonces TVE todavía tenía espacios publicitarios, y el CSD consiguió que rebajase sus tarifas a aquellas empresas que habían arrimado al hombro de cara a Barcelona 92. Una operación de Estado.

Como suele pasar en España, no fue un camino de rosas. "Empezó, como se dice ahora, la máquina del fango. Empezaron a decir que Gómez Navarro se llevaba dinero porque era amigo de Enrique Sarasola [empresario cercano al gobierno socialista] y yo también, esas cosas que pasan en este país. Y le dije 'Mira Javier, yo lo dejo porque no quiero ni por asomo que te veas implicado en esta campaña. Me retiro, porque te has portado bien conmigo", cuenta García Pardo, que tantos años después todavía considera que el trabajo de Gómez Navarro al frente del deporte español fue sobresaliente.

Entre los problemas que hubo se repitió otro clásico del deporte español: el papel del Comité Olímpico Español en todo esto. "Cuando nosotros teníamos todo medio encajado, apareció Carlos Ferrer Salat [presidente del COE en aquel momento] porque decía que se había prometido dinero a las federaciones para potenciar lo mismo, hubo conflictos de intereses ahí y hubo un momento en el que presionaron mucho a Javier, yo no quería ponerlo más difícil. Siguió el tema adelante con el Consejo, el COE, TVE y los patrocinadores", recuerda.

¿Funcionó? Evidentemente sí en el corto plazo. España logró 22 medallas y vivió dos semanas de gloria no igualados. El problema, según uno de los padres de la idea, es que la siembra pensó en el corto plazo y no fue un cambio de filosofía realmente útil para el futuro del deporte español.

"Yo lo que quería era un programa de verdad de patrocinio, porque al final en ese momento con las empresas que trajo también, en el fondo no era un programa de patrocinio, era un programa de una serie de personas que hacían favores personales y se implicaban un poco para ayudar, ¿Cuál es el problema? que, en mi opinión, se dejó un poquito de tierra quemada, porque los patrocinadores, una vez desligados del compromiso que tenían, no veían el retorno de su inversión, no era un programa de patrocinio realmente", desarrolla.

"Aparte de Barcelona la idea era un programa muy selectivo que chocaba un poco con las federaciones. Las federaciones no pueden dedicar dinero a chavales que prometen mucho y quitárselo a las figuras que estén en ese momento, porque además el programa ADO becaba en función de los resultados obtenidos. Mi idea era también ir creando desde cero, con chavales que tuvieran buenas marcas en su edad, asociarles a una empresa y que esas empresas continuasen con los chicos toda su carrera. Darle medios de profesionales desde el principio, poner a su disposición técnicos, medios... lo que hiciera falta. ADO no ha vuelto a repetir resultados porque falta esa parte de cuidar a los jóvenes", remarca.

Porque el problema es casi de lo que se entiende por patrocinio. "Tener una gimnasta de 14 años con leche Pascual, por ejemplo, que vaya progresando, que haya implicación mutua. Eso no se ha hecho, y por eso los patrocinadores se retiran, yo ahora mismo no veo identificación entre patrocinadores y deportistas. Sí que hay patrocinios a federaciones y aumentan los presupuestos, pero la gente no relaciona al deportista con la marca", remarca García Pardo, que recuerda que en aquel momento se buscaron excusas de todo tipo para relacionar deportistas con marcas, algunas bastante cogidas por los pelos.

El concepto de patrocinio no es siempre fácil ¿qué aporta un deportista a una marca? porque en sentido opuesto, es obvio, la respuesta es dinero, pero si es solo dinero no suele funcionar. "Yo creo que soy romántico del tema, pero tiene que ser algo mucho más personal. Hay unos ejemplos de patrocinios serios que ha habido y que han salido bien. El de Fernando Alonso con Santander, por ejemplo. ¿Por qué? Porque se implicaba mucho y cuando tenían un éxito, el patrocinador ponía un anuncio en el periódico y le felicitaba. La gente asociaba mucho al deportista con la marca. En la idea inicial mirábamos mucho también la parte personal, la parte de valores, porque no te vale cualquiera porque tenga buenos resultados", explica García Pardo.

"Creo que no consiste ni en publicidad ni en becas, consiste en una simbiosis, digamos, entre el atleta y la empresa. Que tenga una buena imagen personal también, que vaya progresando y que llegue a unas Olimpiadas dentro de seis años o lo que sea, pero que a lo largo de ese periodo, la empresa y el atleta se hayan sentido unidos. Es más, incluso yo ya, soñando un poco, pensaba que cuando el atleta acabase su vida profesional como atleta podría integrarse en esa empresa que había patrocinado", filosofa García Pardo.

No es fácil. En Barcelona hubo un cambio de estatus, España pasó a ser un país competitivo, aunque ni entonces ni ahora está a la altura que marcarían sus indicadores económicos y sociales. Desde entonces, el sueño es igualar aquel resultado, cada ciclo olímpico se piensa que la barrera va a caer. Pero no, ahí sigue. Por lo menos cuatro años más.