JJOO | NATACIÓN

Un doble medallista experimenta la distancia entre la piscina y las aguas abiertas del Sena: "Me golpearon en los ojos y me dieron puñetazos en la cara"

El irlandés Daniel Wiffen, campeón olímpico de los 800 y bronce en el 1.500, probó la disciplina. "Primera y última vez", dijo nada más terminarla en 18ª posición.

Varios nadadores, en la prueba de aguas abiertas. /EFE
Varios nadadores, en la prueba de aguas abiertas. EFE
Guillermo García

Guillermo García

No es lo mismo nadar en una piscina que hacerlo en el mar o, en este caso, en el río —sobre todo si es el Sena, con todo lo que ha conllevado en los Juegos de París—. No es lo mismo para un ciudadano de a pie, ni tampoco para un nadador profesional, campeón olímpico (800 metros) y doble medallista (también bronce en el 1.500 metros) en estos Juegos.

Hablamos de Daniel Wiffen, el irlandés que en el Mundial de Doha conquistó los dos oros en esas distancias, y que en la capital francesa quiso probar con las aguas abiertas, acabando en un discreto, para él, decimoctavo puesto en la distancia de 10 kilómetros. 

La experiencia no le gustó a Wiffen, de 23 años, que dejó claro que no volverá. "Primer y última vez", expresó categóricamente tras completar la prueba. "Probablemente, sea lo peor que he hecho nunca", prosiguió.

Con una sonrisa, Wiffen contó a la televisión irlandesa RTE2 sus sensaciones tras salir del Sena. "A mitad de camino me dije: 'Ya soy campeón olímpico y aquí estoy el 18º. Voy a terminar esta prueba y no volveré a hacerlo nunca más (...). De todos modos estoy muy feliz de haber terminado la carrera", reflexionó antes de contar sus experiencias en el agua.

"Me golpearon varias veces en los ojos y me dieron puñetazos en la cara. Los entrenadores se rieron de mí cuando me vieron. Este deporte, definitivamente, no es para mí"; dijo, acostumbrado a nadar solo en su calle sin las molestias de las decenas de corredores que saltan y compiten sin limitación espacial en las pruebas de las aguas abiertas.