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Rusia le entrega a Albania, tras 52 años de espera, la gloria olímpica que el comunismo le arrebató

Chermen Valiev e Islam Dudaev ganaron las primeras medallas de la historia del país balcánico.

Islam Dudaev, haciendo el gesto el águila bicéfala. /REUTERS
Islam Dudaev, haciendo el gesto el águila bicéfala. REUTERS
Marc Mosull

Marc Mosull

El pasado sábado por la noche, Albania ganó la primera medalla olímpica de su historia. Un verdadero hito. En París, es el cuarto comité que lo logra; antes lo hicieron Dominica, Santa Lucía y Cabo Verde, que tampoco habían rascado nunca metal en unos Juegos. El nuevo héroe nacional del país mediterráneo es el luchador Chermen Valiev, que derrotó al tayiko Viktor Rassadin en la categoría de hasta 74 kilos para colgarse un bronce, ya eterno para los albaneses, a los que el comunismo les negó durante muchos años la gloria olímpica.

Apenas unas horas después de su primera medalla, este domingo al mediodía, Albania ganó una segunda presea. Increíble, pero cierto. Más aún teniendo en cuenta que la nación balcánica participó por primera vez en unos Juegos Olímpicos en 1972. Significa que tras esperar 52 años para colgarse un metal, el país obtuvo dos consecutivos en apenas 20 horas. También fue un bronce en la disciplina de lucha libre, en este caso en la categoría de hasta 65 kilos. El protagonista de la gesta, Islam Dudaev.

¿Quiénes son Valiev y Dudaev? Lo curioso del caso es que ambos son rusos. Valiev nació en Osetia del Norte, una república caucásica que forma parte del país que dirige con mano de hierro Vladimir Putin. Y de hecho, compitió en lucha libre bajo la bandera de la Federación Rusa hasta hace unos meses. Incluso ha sido campeón nacional en distintas ocasiones, pero el pasado mes de febrero cambió su nacionalidad deportiva y ahora compite con Albania.

Islam Dudaev es originario de Chechenia, otra república de Rusia enclavada en el Cáucaso, que es un auténtico polvorín. Al igual que Valiev, peleó como ruso, ganando distintos campeonatos nacionales e internacionales, hasta que en 2021 mutó de nacionalidad. A juzgar por su reacción tras su último combate, trazando con sus manos el águila bicéfala, un gesto tan polémico como nacionalista, se siente más albanés que nadie. Como su compatriota, ha debutado en unos Juegos Olímpicos con su nueva bandera. Y con medalla.

El bloqueo comunista

Albania participó en los Juegos Olímpicos de Múnich, en 1972. No volvió a hacerlo hasta Barcelona 92 por decisión de su dictador, el comunista Enver Hoxva, que sometió a los albaneses a 40 años de aislamiento, pobreza y miedo. Sus ciudadanos, que no podían salir de las fronteras del país, vivieron durante casi medio siglo atemorizados y de espaldas al mundo. El hermetismo albanés, a menudo desconocido para Occidente, no es comparable a ningún otro y privó a su pueblo de las mieles del olimpismo durante 20 años.

En los Juegos Olímpicos de 1980 en Moscú, Albania se unió al boicot iniciado por Estados Unidos en protesta por la invasión de la URSS a Afganistán. Pese a ser un país comunista, Hoxva había roto con los soviéticos en los años 60. De hecho, a lo largo de su dictadura, rompió relaciones con todas las naciones a las que se acercó en algún momento, incluido China.

En 1984, Albania también participó del boicot a la cita olímpica de Los Ángeles, instigado, como respuesta al anterior, desde Moscú. No se alió con la URSS, simplemente decidió tomar esa decisión por razones políticas, lo mismo que hizo en los Juegos de Seúl, en 1988.

Entonces, Hoxva ya había fallecido -murió en 1985-, pero la política de aislamiento en el territorio se mantuvo hasta 1991, cuando los albaneses recuperaron la libertad. Y en 1992, el país participó en los Juegos de Barcelona. 32 años después, su pueblo, cuyas cicatrices por lo vivido durante 40 años todavía no se han cerrado, puede celebrar los primeros éxitos olímpicos de su historia gracias a dos luchadores rusos recientemente nacionalizados.