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Qué diferencia hay entre escalada de velocidad, boulder y escalada de dificultad

Son modalidades diferentes de una disciplina que entró a los Juegos Olímpicos en Tokio 2020 y cada vez suma más adeptos en todo el mundo.

Ginés López en una prueba de escalada. /
Ginés López en una prueba de escalada.
Alejandro Lingenti

Alejandro Lingenti

Desde su inclusión en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, la escalada deportiva ha ganado un notable protagonismo y suma adeptos en todo el mundo. En España, por ejemplo, la medalla de oro que ganó en Tokio 2020 Alberto Ginés López ha movido el foco de mucha gente hacia la disciplina. Hoy hay cerca de 500 "rocódromos" (espacios para practicar escalada) en todo el país. Y las licencias federativas pasaron de las 250.000 de 2020 a las casi 300.000 de 2024.

En París 2024, España presentó dos escaladores: Ginés López en la categoría masculina y Leslie Romero, nacida en Venezuela, emigrada para formarse en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat y nacionalizada española, en la femenina. Romero ostenta el récord nacional en escalada de velocidad (con un tiempo de 6:86) y es la primera mujer española que clasifica para unos Juegos Olímpicos en esta disciplina.

Pero la escalada también ha crecido en los últimos años en otros países: Estados Unidos, Austria, Eslovenia, Japón, todos con alguna medalla olímpica. Viene bien entonces conocer las modalidades de la escalada para seguir las competiciones nacionales e internacionales cada vez con mayor interés. Existen 3 categorías: velocidad, boulder y dificultad, cada una con características, demandas físicas y exigencias técnicas propias.

Aunque cada modalidad tiene sus particularidades, todas comparten la necesidad de una preparación física rigurosa y una mentalidad estratégica. La escalada de velocidad se enfoca en la explosividad y la precisión bajo presión, el boulder desafía la fuerza y la creatividad en espacios de tiempo reducidos y la escalada de dificultad, la más exigente, pone a prueba la resistencia y la técnica a lo largo de rutas extensas y complejas.

Más allá de las diferencias técnicas entre las modalidades, hay algo que une a todos los que practican escalada: la pasión por enfrentar el desafío y el deseo de superar límites personales y físicos. En cada una de estas disciplinas, los escaladores enfrentan no solo los retos de la roca o la pared, sino también sus propios miedos, dudas y límites. Eso es lo que argumentan quienes se apasionan con la escalada. Y no hay por qué no creerles.

Escalada de velocidad

La escalada de velocidad es, sin duda, la más explosiva de las tres disciplinas. Se trata de una carrera vertical contra el tiempo. Dos escaladores compiten lado a lado en un muro de 15 metros de altura, idéntico en cada competición. Los agarres y la configuración de la ruta son siempre los mismos, lo que facilita que los atletas memoricen cada movimiento y optimicen su técnica para lograr los mejores tiempos posibles. El objetivo es simple: quien llegue primero a la cima gana.

Esta modalidad requiere una combinación de fuerza, potencia y agilidad, además de coordinación perfecta, está claro. Los mejores escaladores del mundo registran marcas inauditas, que rondan los cinco segundos. Un dato muy importante: a pesar de que el muro tiene una inclinación negativa para facilitar los movimientos explosivos, la escalada de velocidad no perdona errores: un resbalón puede costar la carrera, así que muchas veces la cautela es buena consejera.

El entrenamiento para esta disciplina se centra en la repetición y en mejorar la rapidez de reacción y la memoria muscular. Los atletas practican hasta dominar cada movimiento, optimizando la técnica para minimizar el tiempo de contacto con los agarres. A pesar de su aparente simplicidad, la escalada de velocidad exige una preparación meticulosa y una capacidad mental para gestionar la presión de la competición.

Boulder

El boulder es una modalidad que se practica sin cuerda en bloques o muros que no superan los 4,5 metros de altura. A diferencia de la escalada de velocidad, el boulder ofrece una amplia variedad de rutas (conocidas como "problemas") que cambian en cada competición. Cada uno de estos problemas presenta desafíos específicos (movimientos complejos, posiciones incómodas o secuencias que requieren de una alta precisión).

Una de las principales características del boulder es su enfoque en la fuerza, la técnica y la creatividad. Los escaladores tienen un tiempo limitado para intentar resolver cada problema con un número restringido de intentos. No hay cronómetros corriendo. La clave está en la eficiencia de los movimientos y en encontrar la mejor solución posible para superar la ruta. La capacidad de leer el problema, visualizar los movimientos y adaptarse rápidamente es crucial para el éxito.

En el boulder, cada movimiento puede ser decisivo, y es común ver secuencias que exigen un gran esfuerzo físico: compresiones, dinámicos, bloqueos... Los atletas necesitan una fuerza máxima en los dedos y en el tren superior, pero también deben tener una mente ágil para resolver problemas de manera eficiente. A esto se suma la importancia del equilibrio y la técnica para maximizar el uso del cuerpo y minimizar el desgaste.

Un llamado de atención a los amantes de las emociones fuertes: el boulder es particularmente atractivo para los espectadores debido a su formato dinámico y la adrenalina que provoca la cercanía con la acción cuando se lo disfruta en directo.

Escalada de dificultad

También conocida como "lead", es la modalidad más clásica y casi siempre la más demandante desde un punto de vista físico y mental. En esta disciplina los escaladores deben ascender lo más alto posible en una ruta que puede alcanzar hasta 20 metros. Usan para llegar hasta allí una cuerda que les permite asegurarse a medida que avanzan.

A diferencia del boulder y la velocidad, en la escalada de dificultad cada ruta es diferente y se diseña para poner a prueba la resistencia, la técnica y la capacidad de gestión del cansancio. El objetivo es llegar más alto que los competidores en el tiempo asignado, que suele ser de seis minutos por intento. Y no es una tarea sencilla. A medida que los escaladores progresan en la ruta, los movimientos se vuelven más difíciles y requieren de una técnica impecable y una resistencia excepcional.

Por eso el entrenamiento para esta disciplina es integral y abarca tanto la resistencia aeróbica como la anaeróbica. Los escaladores necesitan una capacidad pulmonar significativa y gran fuerza muscular para soportar el esfuerzo prolongado. Y una técnica refinada, obviamente, para navegar las rutas más complejas. También deben tomar decisiones rápidas y precisas. Queda claro que la escalada de dificultad tiene un nombre que la define cabalmente.