Que Italia gane el doble de medallas que España no es casualidad: "El Estado te paga 1.500 euros al mes si ven potencial"
Relevo desglosa el método italiano, que tantas y tantas medallas olímpicas fabrica en múltiples y variopintas disciplinas deportivas. En París (40 metales), hasta 19 distintas.
En los Juegos Olímpicos de Roma (1960), Italia obtuvo 36 medallas. Esos prodigiosos números sólo se rebasaron en Tokio, hace tres años (récord histórico de 40, con diez oros). Ahora, con París ya a las espaldas, se puede decir que el país transalpino ha igualado ese potente registro, añadiendo dos oros más a la cesta. No es osado subrayar, pues, que Italia acaba de protagonizar los mejores Juegos de toda su vida.
Si con el fracaso se escarba en la culpa, en el éxito se reparten elogios entre quienes han posibilitado esa obra de arte deportiva. Lo han recogido varios periódicos económicos del país, quienes han explicado en términos numéricos el origen de este vergel: Italia dispone de muchas becas o ayudas. Además, los premios del CONI (Comité Olímpico Italiano) por cada oro son de 180.000 euros brutos, mientras que la cantidad de dinero que reparte a las federaciones (236 millones en 2023) es relevante respecto a otros países como España, por citar un ejemplo.
Lógicamente, todo eso es importante para comprender el sabroso e infinito pastel: Italia (9ª en el ranking medallero bajo la Torre Eiffel) lleva desde Atlanta'96 en la Top Ten absoluta. Además, en la última edición, el compendio de doce oros, trece platas y quince bronces ha llegado desmenuzado en casi veinte disciplinas deportivas. Desde las históricas hasta las más remotas.
Todo es importante, sí, aunque para comprender lo verdaderamente determinante hay que volver muy atrás, cuando la potencial estrella olímpica eso solo eso: una posibilidad, una ilusión, una utopía. "El secreto es ese. Cuando formas parte de un deporte no profesional (esgrima, judo, gimnasia rítmica…), y tienes entre 17 o 18 años, los grupos deportivos militares como, por ejemplo, Fiamme Gialle (policía económica), los carabinieri o la misma policía, vienen y te contratan como un empleado más", explica Daniel Garozzo, un floretista con varias medallas olímpicas al cuello, muchas cocidas a fuego lento mientras entrenaba en Frascati, donde está su amigo Carlos Llavador. "Con este sueldo podemos afrontar la carrera como si fuéramos profesionales. Tienen que verte un buen nivel, pero fichan antes de ser una estrella. Hablamos de 1.500 euros aproximadamente. Sé, por Carlos, que en España las primeras ganancias son tras obtener un buen resultado. Aquí es precedente. Invierten en ti, y eso lo cambia todo", aclara.
Entre los cuerpos del estado emergen la aeronáutica, el ejército, la policía penitenciaria, y el contrato es indefinido. "Es para toda la vida, sí, pero desde el momento en que durante mucho tiempo no has conseguido nada, sales de la federación y tienes que trabajar con ellos", advierte. En su caso (Fiamme Gialle) no será así, pues tras licenciarse en medicina y cirugía en 2022 ahora pretende seguir vinculado en el mundo del deporte.
Estructuras importantes
Recién llegado de París, en este caso sin metal, Mauro Nespoli (medallista olímpico individual y por equipos en varios certámenes pasados) atiende a Relevo para explicar esta trastienda que supone la primera piedra de todo. "Comencé a formar parte de la aeronáutica militar en 2008, antes de los Juegos de Pekín. Ya sabes que existe este acuerdo entre el CONI, las fuerzas armadas y grupos de policía. Está destinado a deportistas que hayan demostrado ciertas dotes o potencialidad en clave olímpica. Quizás han visto tus prestaciones en campeonatos europeos o mundiales (en su caso cuenta con un oro mundial y varios europeos, también indoor)".
Es menester destacar que el apoyo no es sólo económico, sino también de estructuras adecuadas, de última generación en muchos casos. "Es maravilloso. El tiro con arco es un deporte pobre, ni siquiera ya menor. Los premios por competir no te dan para vivir de esto, al menos en Italia. Este sueldo que tengo me ayudó -también hoy- a dedicarme solo a esto, y ahí es más fácil lograr resultados importantes. No tengo preocupaciones económicas en este sentido", reconoce.
Este apoyo en materia económica y de infraestructuras es extrapolable a cualquier disciplina deportiva. Lógicamente, salvo fútbol, voleibol, baloncesto y tenis, ya profesionalizados. "Quizás tampoco el rugby, donde no hay deportistas en las fuerzas armadas o grupos de policía. Sí en atletismo, por ejemplo, donde la colaboración con el estado es máxima… Lo mismo vale para gimnasia rítmica, esgrima o tiro con arco. No sé si exactamente todos, pero un elevadísimo porcentaje de medallistas olímpicos hoy forman parte estos cuerpos: Aeronáutica, Marina, Ejército y Carabinieri. Luego tenemos la Policía penitenciaria, la normal o la Guardia de Financia. Creo que en total son siete los grupos que apoyan a los deportistas".
Por si fuera poco, esta colaboración -la piedra filosofal del ingente éxito olímpico italiano- tiene más de medio siglo de vida. "Te puedo decir que mi entrenador, en activo en los ochenta y noventa, ya se beneficiaba de este vínculo. Se llama Roberto Finardi, y competía en triple salto (campeón italiano)", concluye.
Un capítulo aparte
Para completar el puzle, lo mejor es recordar las piezas iniciales. Dónde estaban y cómo se movieron. Porque, en el fondo, una vez descartadas todas las pistas sólo queda la verdad. El mejor puesto de Italia en unos Juegos fue en Los Angeles 1932 (2ª en el ranking con 36 medallas, tras EE.UU.). Hubo que volver allí, en 1984, para alcanzar un hito de oros que jamás ha sido replicado hasta ahora: catorce. Uno de ellos lo ganó Stefano Cerioni en florete por equipos. Lo dicho, lo mejor es comenzar por el principio, por el credo iniciático que tiene Italia con la esgrima, más allá de cualquier ayuda económica.
Porque no es casualidad que el mítico Edoardo Mangioratti preserve aún el récord de medallas olímpicas azzurre (trece, y en esgrima). Tampoco que, tras los cinco metales de París en este campo, el país haya alcanzado números estratosféricos con la espada: 135 en total, con 50 de oros, el doble de otros deportes con los que siempre hubo simbiosis en los cinco anillos, especialmente el atletismo.
"En mis tiempos sólo existían la policía y los carabinieri. Reclutaban a jóvenes dotados con resultados importantes en categorías juniors. Los mejores diez deportistas formaban parte de estos grupos. Hoy es mejor, porque hay más cuerpos en la búsqueda de futuros campeones cuando aún tienen quince años. En lo que a mí respecta, esto ayuda a la esgrima, porque sinceramente mueve poco dinero. A mí me pagaba la policía, y el sueldo base era un millón de liras (hoy 1.500 euros aproximadamente)", recuerda el seleccionador italiano de florete, último gurú salido de Jesi, donde se forjó el gran maestro-baluarte Ezio Triccoli. "Esta ciudad presume de tener cuatro campeones olímpicos individuales de esgrima". Su escuela -Club Scherma Jesi- es la más titulada del mundo, y es que desde su fundación (1947) ha conquistado casi setecientas medallas de oro.
Sí, efectivamente esto era un capítulo completamente aparte que va más allá del dinero, las infraestructuras o los cuerpos de seguridad del estado. "Mi maestro Triccoli (aprendió a usar la espada en un campo de concentración sudafricano) no quería sólo descubrir estrellas, sino formar el carácter". Esta historia es también olímpica, pero está escrita en otra lengua, incluso con otras piezas de puzle.