JJOO | ATLETISMO

Nadeem, un campeón pakistaní que recuerda que el atletismo es cada vez más universal

El jabalinista consiguió un récord olímpico y fue seguido en el podium por el indio Chopra, dos atletas de naciones con muy escasa tradición que empiezan a ver deportistas en la élite.

El pakistaní Nadeem, campeón olímpico. /AFP
El pakistaní Nadeem, campeón olímpico. AFP
Gonzalo Cabeza

Gonzalo Cabeza

Dicen los libros que la frontera de India y Pakistán es una de las más conflictivas del mundo. Los dos países surgen de la misma raíz, una colonia británica que iba camino de ser un solo país pero que, como último giro, se dividió en dos —en tres en realidad, en el este surgió Bangladés— y creó así dos naciones destinadas a odiarse. Son dos de los países más poblados del mundo y, también, dos potencias nucleares. Mala combinación.

Los dos países, además de una historia tumultuosa, comparten también una escasa tradición deportiva más allá de sus deportes tradicionales. El cricket les da la vida, son muy buenos jugando al hockey, y muy poco más de eso. Su desempeño en la historia el olimpismo es decepcionante para dos países que tienen 1.400 y 235 millones de personas respectivamente.

Pero eso está también por cambiar. Todos los países van poco a poco evolucionando, van encontrando sus espacios. Y Pakistán e India lo han encontrado, curiosamente, en el lanzamiento de jabalina. Chopra, indio, fue campeón en Tokio. Nadeem, pakistaní, lo ha sido ahora en París. El primero era la tercera medalla en atletismo de su país, aunque tiene truco, pues las dos primeras, conseguidas en París pero en 1900, fueron para Norman Pritchard, nacido en el subcontinente indio pero culturalmente muy apegado a las islas británicas. En el caso de Nadeem no había ni siquiera esa duda, ningún pakistaní había estado antes ni cerca de ganar una medalla olímpica en atletismo.

"Me da una inmensa alegría que solo nosotros dos del sur de Asia, yo y mi hermano Neeraj, estemos demostrándolo mundialmente", decía Nadeem semanas antes de la prueba. Terminó siendo el mejor de todos los participantes, lanzando el artefacto a 92,97, un récord olímpico espectacular para un deportista que ya en Tokio había sido quinto.

Chopra se quedó cerca. Solo en su segundo intento consiguió evitar el nulo, pero cuando lo logró demostró que sigue siendo un deportista superlativo. El dardo cayó a 89,45 metros, una plata que reunía en lo alto del podium a dos amigos que comparten experiencias, frontera y también ganas de llevarse bien.

Para terminar el exótico podium, Anderson Peters, de la pequeña isla de Granada, un lugar que resonó en el atletismo por un velocista, Kirani James, pero en el que nadie pensaría con un lanzador. Los tiempos están cambiando.

"Espero que continuemos haciéndolo bien para nuestros respectivos países y hacer que los nombres de nuestros países brillen globalmente", soñaba Nadeen antes de la prueba. Sin duda lo hicieron, y es una prueba del éxito del deporte, pues el pakistaní es uno de los alumnos del programa de solidaridad olímpica, que beca a deportistas de países que todavía están por desarrollar deportivamente.

El atletismo siempre ha querido ser el deporte de todos. Es el lugar donde África es una potencia, es sencillo encontrar deportistas de todos los países, desde diminutas islas caribeñas a países mastodónticos. La opción de saltar, correr o tirar objetos iguala mucho, y es posible que en el futuro, con ejemplos como Nadeen o Chopra, la base sea aún más amplia. Un deporte realmente universal.